Durante los años en que enseñaba en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, yo hacía hincapié en la importancia de muchas de las verdades bíblicas, diciéndoles a mis alumnos que esas verdades les ayudarían en momentos de emergencia. Hace varios años la costa del Golfo de México fue azotada por un huracán muy violento. Las declaraciones científicas y verdades espirituales que yo había explorado con mis alumnos fueron muy valiosas. El Servicio Meteorológico Nacional nos había informado de la proximidad del huracán, y habíamos tomado todas las precauciones necesarias.
Entonces a las cinco y veinte de aquella tarde, la energía eléctrica y el servicio telefónico quedaron interrumpidos. El viento soplaba cada vez con más fuerza, y podíamos ver que los árboles se derribaban afuera de nuestras ventanas. Lo primero que me vino al pensamiento fueron estas palabras del Himno N.° 144 del Himnario de la Ciencia Cristiana:
Ambiente de divino Amor
respira nuestro ser,
mas los sentidos en su error
no nos lo dejan ver.
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