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Hace varios años, estuve implicado en un accidente de motocicleta...

Del número de marzo de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace varios años, estuve implicado en un accidente de motocicleta cuando regresaba a casa después de mi trabajo nocturno. Iba a una velocidad de 65 kms. por hora, y fallé al tomar una curva. Tropecé con un alto reborde de concreto; eso me lanzó a una gran distancia, dando en el pavimento y deslizándome a lo largo de la entrada de asfalto de una gasolinera. Los que pasaban llamaron una ambulancia, y me llevaron, inconsciente, al hospital local. Las autoridades allí notificaron a mi esposa. Ella, después de informarles a las autoridades que éramos Científicos Cristianos y de que ella vendría para llevarme a casa, llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien fue muy solícito al calmar los temores de mi esposa.

Recobré el conocimiento en el hospital más o menos a la misma hora en que se le pidió al practicista que orara por mí. Pronto, y contra las protestas de los facultativos del hospital, me llevaron a casa. Los tres o cuatro días siguientes los pasé unas veces inconsciente y otras consciente. Cuando estaba despierto, la respiración me resultaba extremadamente dificultosa, y los movimientos eran sumamente dolorosos. Aparentemente tenía varias costillas rotas o fracturadas. También tenía serias heridas en la cabeza y extensas raspaduras en brazos y piernas.

Sin embargo, esta experiencia fue una gran oportunidad para que cada miembro de la familia usara y aumentara sus conocimientos de la Ciencia Cristiana. Nuestros tres niños venían con frecuencia al lado de mi cama y hablaban conmigo, afirmando en voz alta las verdades que habían aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Se llamó a una enfermera de la Ciencia Cristiana, quien venía con regularidad a limpiar las heridas y a cambiar los vendajes. Su trato amable y su alentadora expectativa de pronto restablecimiento, nos animó a todos para ver más allá del cuadro físico de las lesiones.

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