Cuando era joven, llegué al punto de que me fue imposible continuar trabajando porque me encontraba muy enfermo. Me atormentaban problemas del corazón, del estómago y trastornos nerviosos. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, había estado en mi poder por algún tiempo. Ahora, en mi extrema necesidad, comencé a leerlo todos los días. Después de leer el capítulo “La ciencia, la teología, la medicina”, descarté las medicinas que estaba tomando, y muy pronto sané del problema del estómago.
Más tarde, con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, pude volver a mi trabajo, y me sentí regocijado por la completa curación del problema del corazón y del desorden nervioso. Profundamente agradecido por estas curaciones, enseguida me hice miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial.
Poco después, me llamaron para prestar servicio en las fuerzas armadas. Pasé el examen físico con facilidad y me clasificaron 1A. Mientras estaba de servicio en las fuerzas armadas, al final de la Segunda Guerra Mundial, pude tomar clase de instrucción en la Ciencia Cristiana, gracias a la cooperación del capitán bajo cuyo mando yo servía.
Después de la guerra, estuve muy activo en mi iglesia filial. Con el tiempo ocupé el puesto de Primer Lector; más tarde el de Segundo Lector. También serví como secretario, miembro de la comisión directiva y maestro de la Escuela Dominical. Siento profundamente que el trabajo en la iglesia nos capacita para probar las verdades de la Ciencia Cristiana, y de esta manera podemos hacer grandes progresos espirituales.
Hace varios años sufría de trastornos mentales, y por algún tiempo me sentía agobiado por lo que parecía ser la realidad del mal. Tuve que dejar mi trabajo y gran parte de mi labor en la iglesia.
Durante esta difícil situación, tuve la ayuda de varios practicistas de la Ciencia Cristiana en distintas oportunidades. Entonces me sentí guiado a tomar un tipo de trabajo no muy complicado. Aun esto requería un gran esfuerzo humano, pero demostró ser el punto decisivo para mí. Gradualmente tomé trabajos con mayores responsabilidades, y finalmente me vi libre del abrumador sentido de que el mal pueda tener realidad. Sané completamente.
Ahora tengo un trabajo regular; también he finalizado otro período como Segundo Lector en nuestra iglesia filial.
Mi gratitud por la Ciencia Cristiana no tiene límites. La Ciencia divina me ha proporcionado una visión más clara de la libertad ilimitada que es inherente al hombre de Dios. Este testimonio no estaría completo sin que yo expresara mi gratitud por nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús, quien demostró completamente la verdad del ser; y por nuestra Guía, la Sra. Eddy, Descubridora y Fundadora de esta gran Ciencia.
Burnley, Lancashire, Inglaterra
