Cuando Dios creó la familia del hombre a Su semejanza, Él creó individualidad pero no desigualdad. La semejanza individual de Dios identifica a cada integrante de Su familia espiritual. La igualdad divina es el resultado de esa semejanza.
En realidad, la igualdad divina no tiene opuestos. En el reino de Dios no hay elemento de desunión que ponga una individualidad contra otra o que dé ventaja a una sobre otra. Dios decreta diferenciación sin disparidad para cada uno de Sus hijos. En Su creación, cada identidad es completa, está en perfecta armonía con las demás, y jamás compite por el bien que todo lo abarca. La creencia de que hay desigualdad surge del sentido material falso, mortal. Se puede corregir cuando vivimos como discípulos cristianos, en obediencia espiritual y moral a la ley divina que practicó Jesús, la ley divina descubierta por Mary Baker Eddy: la Ciencia Cristiana.
Si estamos discriminando contra personas que creemos diferentes a nosotros, o si se discrimina contra nosotros, es probable que culpemos a otra persona por nuestra angustia. Pero, en realidad, es nuestro concepto equivocado acerca de Dios y del hombre lo que nos perturba. La Sra. Eddy escribe: “Fuera del concepto material de las cosas, todo es armonía”.Ciencia y Salud, pág. 489.
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