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[Original en alemán]

Cuando mi esposo terminó sus estudios a principios del año 1982,...

Del número de agosto de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando mi esposo terminó sus estudios a principios del año 1982, comenzó a buscar un empleo adecuado. Pronto nos dimos cuenta de que en nuestra ciudad no había trabajo disponible que fuera apropiado para sus conocimientos. Sin embargo, a través de una comprensión del cuidado de Dios (que el Cristo ya había “preparado un lugar” para nosotros), como también un deseo de nuestra parte de obedecerlo a Él, mi esposo encontró un empleo en una ciudad a 600 kms. de distancia. Correspondía exactamente al campo en el cual él se había especializado. La compañía incluso proveía un departamento pequeño para él hasta que pudiéramos encontrar una casa adecuada.

Yo sabía desde el principio que no sólo este nuevo paso significaba progreso para mi esposo, sino que además había buenas oportunidades para nuestra pequeña hija y para mí. Reclamé mis derechos de que nuestras necesidades fueran plenamente satisfechas sabiendo que Dios cuida no sólo a un individuo sino a todos y en todo sentido, puesto que todos somos sus amados hijos.

Entonces me vino la idea de que incluso nuestra casa expresaba, aun ahora, las cualidades de “arca”. La Sra. Eddy define este término en el Glosario de su libro Ciencia y Salud (pág. 581): “Arca. Seguridad; la idea, o reflejo, de la Verdad, que se demuestra que es tan inmortal como su Principio; la comprensión del Espíritu, que destruye a la creencia en la materia.

“Dios y el hombre, coexistentes y eternos; la Ciencia, que prueba que las realidades espirituales de todas las cosas son creadas por Él y existen por siempre. El arca indica la tentación vencida y seguida de elevación”.

Yo sabía que nuestro verdadero hogar irradiaba seguridad, alegría, armonía y amor. Oré firmemente: “Padre, permítenos reconocer y hacer Tu voluntad”. Sólo dos semanas después de comenzar el trabajo, mi esposo supo acerca de un departamento. El inquilino se mudaba en dos semanas. Fue el primer departamento que vimos, y fue el adecuado, pues llenaba exactamente nuestras necesidades. Todos los trámites necesarios se hicieron rápida y armoniosamente.

Estoy agradecida por el apoyo de los practicistas de la Ciencia Cristiana que he llamado pidiendo ayuda en diferentes ocasiones, y por los pensamientos alentadores de nuestros amigos de la iglesia. A medida que estudio Ciencia Cristiana, mi vida va manifestando más armonía.


Es con gratitud que confirmo la veracidad del testimonio de mi esposa. Las personas responsables en la firma de ayudar a los nuevos empleados a obtener departamentos, me dieron poca esperanza de encontrar un piso apropiado en un futuro cercano. Sin embargo, después de catorce días encontramos el correcto. Un certificado necesario para la firma del contrato (por lo general lleva tres semanas prepararlo) fue obtenido en una hora, para asombro de todos.

Esta experiencia me mostró, una vez más, que la felicidad no es algo que se pueda obtener en un futuro lejano, sino una posibilidad presente, mientras reclamemos nuestros derechos a ella como hijos de Dios, aquí y ahora. Como escribe la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. vii): “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”.

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