La escasez parece dominar en estos días la vida de muchas personas. Aunque aparezca en forma de recursos insuficientes, obligaciones imprevistas o habilidades limitadas, la escasez muy a menudo parece estar en el centro del escenario, llamando la atención, causando temor y desesperación para impulsar a la humanidad.
¿Aceptamos sin darnos cuenta esta errónea influencia? ¿Respaldamos la escasez como algo que es necesario en la vida durante la década de 1980? No tenemos por qué. La Ciencia Cristiana nos muestra la salida.
¿De dónde viene el concepto de escasez? La respuesta es la siguiente: del mundo o, para decirlo más exactamente, de los sentidos materiales. Éstos hacen desfilar regularmente ante nuestra vista síntomas de necesidades e insuficiencia, que si no se presentan en términos de hambre y falta de hogar, se presentan en términos de saldos bancarios cada vez menores para poder pagar la renta y las cuentas del almacén. Los medios de publicidad, por un lado, incesantemente informan de las condiciones económicas extremas que afectan las masas, y, por otro lado, glorifican la “buena vida” que disfrutan unos pocos adinerados en la sociedad.
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