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Velar y orar por tener aquella Mente del Cristo

Del número de agosto de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un mensaje del Apóstol Pablo que es de profundo significado para quienes practican la Ciencia Cristiana, es aquel en que él insta a los cristianos: “Tened en vosotros aquella mente que hubo también en Cristo Jesús”. Filip. 2:5 (según la versión King James de la Biblia).

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy incorpora este mensaje de Pablo en los Artículos de Fe de esta Ciencia: “Y solemnemente prometemos velar, y orar por que haya en nosotros aquella Mente que hubo también en Cristo Jesús; hacer con los demás lo que quisiéramos que ellos hicieren con nosotros; y ser misericordiosos, justos y puros”.Ciencia y Salud, pág. 497.

Es cierto que la individualidad espiritual del hombre en realidad no ha sido, ni puede ser, separada de su creador, Dios, la Mente divina que Jesús representó. Pero nosotros también tenemos que demostrar nuestra unidad original y final con la Mente, y probar que la Mente perfecta es la única Mente. Y esto sólo lo podemos hacer en la proporción en que, mediante la vigilancia y la oración, dejemos que la Mente infinita esté representada en nosotros.

Jesús, por lo general, velaba y oraba en silencio. Pero es indudable que este hombre supremamente perseverante fue leal a sus propias enseñanzas. Como ejemplo de oración, nos dio el Padre Nuestro. Para ejemplos sobre vigilancia, ver Mateo 24:42–25:13 inclusive; Marcos 13:33–37 y Lucas 12:35–48. Y en Juan (10:1–16) leemos del portero en la puerta del redil de las ovejas que abre la puerta al pastor pero no al ladrón.

Esta parábola indica que el pastor y la puerta son símbolos del Cristo, la idea espiritual de la verdadera identidad del hombre, que Jesús ejemplificó. ¿Es el ladrón también un símbolo? ¿No es acaso la palabra “ladrón”, como se usa en esta parábola, otro nombre para el mal impersonal, al que Jesús llamó “mentiroso, y padre de mentira”? Juan 8:44.

¿Y qué decir de las ovejas? En Ciencia y Salud se define el término “ovejas” como “inocencia; naturaleza inofensiva; los que siguen a su guía”.Ciencia y Salud, pág. 594.

Por cierto que el portero simboliza al sincero discípulo cristiano que está alerta para rechazar al ladrón y devotamente presto para recibir al pastor. Como fervorosos discípulos cristianos que practican la Ciencia del Cristo, ¿acaso no tenemos un “redil de ovejas” que defender? Cuando aplicamos prácticamente esta parábola a nuestra experiencia, podemos obtener orientación de la admonición de la Sra. Eddy: “Sed fieles a la puerta del templo de la consciencia, vigiladla atentamente; entonces sabréis cuándo viene el ladrón”.Message to The Mother Church for 1902, pág. 18.

La Ciencia Cristiana ilumina esta parábola. Además de estudiar en los escritos de la Sra. Eddy las citas que se refieren directamente a “velar”, podemos estudiar referencias sobre otros significados de las palabras griegas que se han traducido como “velar”. Un diccionario griego nos da dos significados: “Estar despierto, estar alerta”.

Por cierto que no interpretamos erróneamente la intención de la Sra. Eddy cuando identificamos su enseñanza de mantenernos alerta como una constante admonición para que vigilemos; admonición que es dirigida a todos sus seguidores y es aplicable en todo momento. En el Manual de La Iglesia Madre, bajo el título “Disciplina”, en la sección intitulada “Alerta al deber”, leemos: “Será deber de todo miembro de esta Iglesia defenderse a diario de toda sugestión mental agresiva, y no dejarse inducir a olvido o negligencia en cuanto a su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad. Por sus obras será juzgado, — y justificado o condenado”.Man., Art. VIII, Sec. 6.

Puede parecer ingenuo decir que como el término “sugestión mental agresiva” cubre todo excepto lo que Dios envía, que nuestra defensa y liberación de las sugestiones ladronas descansan en atesorar cariñosamente en el corazón lo que Dios nos da. Pero ello es verdad. La vigilancia, conjuntamente con la oración, nos capacita para admitir en nuestra consciencia solamente lo que encierra la Mente del Cristo.

El notable descubrimiento de la Ciencia Cristiana por la Sra. Eddy desenmascaró la nada del mal al revelar el todo de Dios, el bien. Desde el punto de vista más elevado de esta Ciencia, vigilar implica detectar la pretensión llamada mal y no creer en ella, y la oración implica comprender la Verdad, aceptar la Mente del Cristo. De esta manera, esta Ciencia restablece el concepto de vigilancia cristiana y lo desarrolla desde un punto de vista de vigilancia exterior a uno de vigilancia interior, por así decirlo. La verdadera vigilancia es mental, no física, y la resguardamos al velar en la forma en que la Sra. Eddy enseña: “Uno debiera vigilar para descubrir cuáles son sus propios errores...” The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 233.

Resguardamos nuestra vigilancia cuando oramos para vencer los errores que descubrimos y que pretenden ser parte de nuestra naturaleza. Esta Ciencia nos ayuda a elevar nuestra oración. Entonces ésta ya no es meramente una petición para transformar el mal, sino que llega a ser una protesta práctica contra la creencia en el mal. Hacemos esta protesta que alaba la totalidad de Dios cuando expresamos Su naturaleza. La vigilancia y la oración cristianamente científicas incluyen el despertar espiritual para demostrar la Verdad mediante el poder de la Mente, la inteligencia omnisciente. El resultado es curación y restablecimiento.

El demostrar la Ciencia Cristiana es un estado celestial de pensamiento. Pero el estar de portero en la puerta celestial de la consciencia requiere vigilancia y oración. Cada persona es responsable de su propia entrada a la gloria. Puesto que no se requiere más ni menos vigilancia de un miembro de esta Iglesia de la que se requiere de todos los miembros, cada uno puede sentirse apoyado y alentado por el trabajo de todos.

La comprensión de que realmente estamos vigilando y orando unidos como una Iglesia, aunque nuestra obra se lleve a cabo individualmente, nos fortalece para desenmascarar y expulsar, paso a paso, al mentiroso sugestionador de toda sugestión mental agresiva, o sea, el magnetismo animal, alias la creencia en algo separado de Dios. Podemos mantenernos espiritualmente despiertos a la Mente del Cristo, moralmente alerta a la intrínseca inocencia y obediencia de la verdadera individualidad espiritual del hombre. De esta manera dejamos que la Mente del Cristo saque a luz — el cielo, la salud perfecta y la armonía absoluta — aquí en la tierra.

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