A veces parece una lección difícil de aprender. Concienzudamente determinamos nuestras prioridades. Tenemos las mejores intenciones. Realmente deseamos cumplir con nuestras obligaciones. Sin embargo, a menudo, otra cosa se presenta y adquiere precedencia. Algo nos desvía del camino. Las circunstancias y los acontecimientos parecen dictar la dirección de nuestras vidas. Y nos sentimos incómodos, quizás frustrados, insatisfechos con nosotros mismos, decepcionados con lo que estamos haciendo.
La capacidad para dar prioridad a lo que la tiene — y mantenerla en su orden — es ciertamente una cualidad valiosa y deseable en la experiencia humana. Puede servir como principio fundamental para una vida útil y productiva. Pero puede ser aún más que eso. Puede ser un elemento esencial para llevar a cabo la obra de nuestra salvación.
Quizás una de las razones por las que a menudo tenemos dificultad en establecer las prioridades apropiadas y cumplirlas es que no hemos establecido la prioridad más fundamental que precede a todo lo demás en nuestras vidas. Y esta prioridad fundamental es también el elemento esencial en nuestro crecimiento espiritual. La más importante de todas las “prioridades” está sucintamente enunciada en el mandamiento inicial que Dios reveló a Moisés: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éx. 20:3.
Cuando nos comprometemos a honrar y a obedecer a Dios antes que a ninguna otra cosa, y nos dedicamos a glorificar Le en todo lo que hacemos, nuestras vidas adquieren una dimensión adicional: la dimensión del amor desinteresado y del poder espiritual. Nuestra experiencia se ve progresivamente iluminada por la acción redentora del Cristo de Dios. Nos sentimos renovados. Sentimos más paz. El Cristo, la Verdad, nos arma de poder para llevar a cabo más obras buenas, satisfactorias y de beneficio para los demás al mismo tiempo que llevamos a cabo la obra de nuestra propia salvación.
La prioridad de poner a Dios primero en nuestros afectos y en nuestras vidas se establece mediante la oración devota. Nuestros días deberían comenzar con la oración. Podemos afirmar la omnipotencia de Dios, Su poder para gobernarnos y dirigirnos. Podemos reconocer que el hombre es inseparable de Dios, pues es Su hijo bienamado, el reflejo del Amor divino, la idea perfecta de la Mente infinita. Y podemos detenernos a menudo durante el día para buscar humildemente la guía de nuestro Padre al adoptar decisiones y cumplir con nuestras responsabilidades. Todas nuestras actividades serán en consecuencia bendecidas y servirán un propósito más elevado. En verdad, nuestras vidas mismas pueden convertirse en una forma de incesante oración que atestigua del poder de Dios para transformar la experiencia humana.
Otra manera de mantener nuestras prioridades es mediante el estudio consagrado de la Biblia, con la intención y el empeño de poner en práctica lo que aprendemos de sus inspiradas enseñanzas. El libro de texto de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, es una ayuda indispensable para que el estudiante comprenda el significado y la significación espirituales de las Escrituras. El libro de texto mismo es el resultado de la revelación divina de la Ciencia del Cristo, la Ciencia de la curación y salvación espirituales, a la Sra. Eddy.
Las Lecciones Bíblicas semanales, que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, son una invalorable ayuda de gran valor para este estudio. Los pasajes sobre temas específicos que figuran en el Cuaderno Trimestral son tomados de la Biblia y de Ciencia y Salud para el estudio diario durante una semana determinada. Muchas personas han descubierto que el deseo abnegado de vivir de acuerdo con las prioridades, incluso un amor natural por la Palabra de Dios y dedicar un tiempo con regularidad para su estudio, es la base para la curación cristiana y pura. En cierta ocasión, Cristo Jesús dijo a sus seguidores: “... si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz”. Mateo 6:22.
Mi esposa me recordó recientemente una experiencia que una querida amiga había compartido una vez con nosotros. Esta amiga nos había hablado de un difícil período de su vida cuando estaba criando a tres niños pequeños y su hijo había estado seriamente enfermo por un corto tiempo. Como era estudiante de Ciencia Cristiana, nuestra amiga había orado devotamente. El niño se recobró, y se le autorizó a volver a la escuela; pero a causa de la enfermedad, una pierna le había quedado más corta que la otra.
Nuestra amiga nos dijo que luego del período de enfermedad, la carga de trabajo en su casa parecía estar agotando su inspiración. No tenía tiempo para estudiar diariamente la Lección Bíblica como hubiera querido hacerlo. Una mañana, sin embargo, con un montón de platos en la cocina y la casa en desorden reclamando su atención, tomó la firme decisión de dar prioridad a Dios. Tomó su Biblia, su ejemplar de Ciencia y Salud y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Salió de la casa, cerró la puerta de la cocina y se sentó en la escalera de la casa. Cuando comenzó a leer la Lección Bíblica, decidió continuar su estudio hasta lograr la inspiración espiritual que necesitaba.
Nuestra amiga leyó toda la Lección Bíblica siete veces, meditando cada afirmación. El tema de esa semana era “La Sustancia”. Finalmente, le invadió un sentimiento de paz y regocijo y un sentimiento de la absoluta solicitud de Dios por Sus hijos. No tuvo otros dioses ante el Amor divino.
Esa tarde cuando fue a la escuela a buscar a su hijo, éste vino corriendo hacia el automóvil. Aunque todavía parecía que caminaba cojeando, mi amiga sintió en su corazón que el niño era perfecto, y le habló del poder curativo de Dios. Su confianza absoluta en la solicitud del Amor divino resultó bien fundada, pues ese mismo día la pierna de su hijo quedó completamente restablecida. La cojera desapareció, y el joven logró luego una marca local en atletismo que no fue superada en diez años.
Mi amiga experimentó libertad y un renovado dominio como resultado de haber decidido dedicar su pensamiento primero a las cosas del Espíritu. Huelga decir que también terminó el trabajo de la casa.
Al referirse al mandamiento fundamental que Dios reveló a Moisés y comentar su importante significado para la humanidad, Ciencia y Salud declara: “El Principio divino del Primer Mandamiento es la base de la Ciencia del ser, por la cual el hombre demuestra salud, santidad y vida eterna. Un solo Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila a la idolatría pagana y a la cristiana — todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido”.Ciencia y Salud, pág. 340.
El valor de respetar las prioridades se extiende, en última instancia, más allá de la esfera de nuestra propia carrera y actividades inmediatas. Cuando el hombre ama a Dios supremamente y está atento a Su ley en toda fase de su vida, la influencia unificadora y redentora del poder divino se pone de manifiesto proporcionalmente en los asuntos más importantes de los hombres y las naciones.
En el Apocalipsis de San Juan, del Nuevo Testamento, se amonesta a los cristianos de Efeso porque habían dejado su “primer amor”, y se les insta a arrepentirse y a hacer las “primeras obras”. Apoc. 2:4, 5. El imperativo de honrar a Dios por sobre todas las cosas y hacer Su voluntad con firme devoción, aún nos insta hoy a obedecer las prioridades. La curación llega cuando así obramos. Sentimos el gozo de vivir que acalla nuestras frustraciones y decepciones. Nos sentimos satisfechos por el ordenamiento de nuestras vidas al recorrer el camino del seguro progreso espiritual.