Todos nosotros tomamos tantas decisiones durante el día que generalmente ni nos damos cuenta de que estamos eligiendo entre esto o aquello, o yendo aquí o allá, ¿no es así? Bueno, me gustaría contarles algo acerca de una decisión que Isabel tomó por su cuenta, sin decirle nada a nadie. Y ella sabía que estaba tomando una decisión importante.
Isabel tenía once años y estaba bastante acostumbrada a decidir cosas por sí misma, pues a menudo ayudaba a cuidar a su hermana menor y a sus dos hermanos. Ese día al cual me refiero, ella tenía un fuerte dolor de cabeza y no se sentía con deseos de jugar con sus hermanos. Su papá le dijo que si ella lo deseaba, podía tomar una aspirina de las que había en el botiquín del baño.
Pero, esta vez, Isabel no estaba segura si realmente quería tomar una aspirina. Lo que ocurría era que su mamá la había llevado a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde que era muy pequeña. A Isabel le encantaba lo que estaba aprendiendo acerca de Dios. Ella comenzaba a comprender por sí misma que Dios verdaderamente nos cuida mejor que nadie.
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