Por muy desesperado que pueda usted sentirse en estos momentos, no tiene por qué quitarse la vida.
El suicidio no le dará un mundo nuevo o lo liberará de la sensación de sentirse desorientado.
Hacerse daño a sí mismo, no le traerá amor ni cambiará nada; no cambiará a su familia ni a usted mismo, ni aquello que lo haga sentirse desesperado. El hecho es que — lo crea o no — usted no tiene poder para destruir su vida. El poder no es una fuerza personal que opera en un cuerpo físico. En realidad, usted vive en Dios, no en su cuerpo. Dios es Vida, es toda la vida que usted tiene. Ni ahora ni nunca puede usted ser separado de la Vida o estar más cerca de Dios de lo que está en este momento.
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