Me hallaba muy feliz, alegre, y con buena salud cuando encontré la Ciencia Cristiana. En ese tiempo vivía en la ciudad de Nueva York, tenía un buen trabajo y buenas amistades. Pero algo me faltaba, y no sabía qué era. Vivía por fe, como dice la Biblia (Hebreos 11:1): “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Cuando supe de la Ciencia Cristiana por medio de un compañero de trabajo, inmediatamente sentí que había encontrado lo que me había estado faltando. Comencé entonces a estudiar profundamente la Ciencia. No sabía que tenía tal “hambre y sed” de una comprensión espiritual acerca de Dios y del hombre. La Ciencia Cristiana fue verdaderamente lo más maravilloso que llegó a mi vida.
Desde el día en que encontré esta perla, sentí un deseo enorme de compartir la Ciencia — la clave para la felicidad genuina — con la gente de mi país. Así es que cuando volví a mi patria, trabajé con otra estudiante de Ciencia Cristiana (a quien conocí después de mi regreso) para organizar un grupo de Científicos Cristianos, el cual recientemente ha sido reconocido por La Iglesia Madre como Sociedad de la Ciencia Cristiana. Este compartir también nos ha guiado a establecer otro grupo de Científicos Cristianos en una ciudad al norte de Portugal. Ambos grupos continúan creciendo.
Estoy profundamente agradecida a Dios porque encontré la Ciencia. Sigo gozando de buena salud, continúo alegre y feliz, pero ahora sé por qué siempre estaré así. La Biblia dice (Hechos 17:28): “En él [Dios] vivimos, y nos movemos, y somos”. Y sé quién en realidad soy: la hija de Dios. La sensación de ser incompleta, de vivir sin dirección, ha desaparecido. Hoy sé que mi ser mismo descansa en Dios. Ciencia y Salud por la Sra. Eddy dice (pág. 264): “Cuando aprendamos el camino en la Ciencia Cristiana y reconozcamos al ser espiritual del hombre, veremos y comprenderemos la creación de Dios — todas las glorias de la tierra y del cielo y del hombre”.
Aunque gocemos de buena salud, vivamos rodeados de amistades, disfrutemos de abundancia, siempre existe dentro de nosotros la necesidad de saber lo que somos en relación a Dios, la necesidad de descubrir la verdadera consciencia, la cual es espiritual. El mayor bien, para mí, es saber que el hombre no es material, sino espiritual.
Mi gratitud a Dios por Cristo Jesús y por su seguidora, la Sra. Eddy, así como para todos los que colaboran con las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, las que me han ayudado mucho a comprender la Ciencia del ser, no tiene límites.
Lisboa, Portugal
