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[Original en francés]

A principios de 1977, mi esposa tenía severos problemas con su...

Del número de marzo de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A principios de 1977, mi esposa tenía severos problemas con su presión arterial, y se enfermaba con mucha frecuencia. Un médico, amigo de nosotros, la examinó y concluyó que ella no viviría mucho tiempo. Entonces me dijo que la llevara para la casa, y así lo hice. Para entonces, yo había perdido la fe en la medicina y en la brujería tribal; y realmente nunca había tenido ninguna fe en Dios. La muerte de mi esposa parecía inminente.

Más tarde, ese mismo día, encontré dos ejemplares de El Heraldo de la Ciencia Cristiana (edición francesa), en la mesa de noche de mi señora. Esas publicaciones fueron dejadas por una mujer que era la única Científica Cristiana en Camerún en esa época. El título de esas revistas atrajo mi atención. Me las llevé para la habitación contigüa para leerlas sólo por curiosidad, y también para mofarme de esta religión. Pero después de leer por dos horas todos los artículos en uno de los ejemplares del Heraldo, descubrí al Dios verdadero. El no era como el Dios acerca del que me habían hablado: un Dios que mata; que comete errores; que exige misericordia, pero que El mismo siempre obtiene venganza; que ha creado el infierno y el cielo; y que no es imparcial y ciertamente no es bueno. (¡Yo había creído que el quería matar a mi esposa!) En una palabra, mi Dios había sido un dios de paradojas y contradicciones.

Pero leyendo este Heraldo, descubrí al verdadero Dios: el creador único, la única causa, el único poseedor y proveedor de todo bien para el hombre, quien es Su imagen; el único y total originador espiritual, absoluto en amor, gracia y misericordia; perfecto, bueno, inmortal.

Enriquecido por mi “descubrimiento”, corrí hacia la habitación donde se encontraban mi esposa y nuestros hijos y dije: “¡Me estoy convirtiendo en un cristiano, es decir, en un Científico Cristiano; uno que sigue lo que se encuentra en estas publicaciones. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) es maravillosa!” Al yo decir esto, los ojos de mi esposa se abrieron. Sonrió y me dijo: “¡Eso es maravilloso; que Dios te oiga! Todos nuestros hijos se quedaron atónitos, tanto por mi cambio de corazón, como por lo que dijo su madre.

Pedí a mi hija mayor que escribiera al Agente del Editor en La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana en Boston, para que nos enviaran un ejemplar del libro que había sido mencionado en ambas revistas: Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Así lo hizo, y a los dos días de haber recibido el libro (y de comenzar a leerlo), mi esposa se levantó y volvió a su vida normal. En poco tiempo, estaba completamente sana de la presión arterial, así como de otras enfermedades que le habían afectado el estómago, el hígado, los riñones y el corazón.

En cuanto a mí, empecé a resolver muchos problemas por medio de la Ciencia Cristiana. Pero solamente voy a hablar aquí de mis curaciones de alcoholismo y del vicio del tabaco.

En una época, yo tomaba muchísimo; sólo champaña de la mejor calidad. Mis amigos me “ayudaban” en este estilo de vida haciendo todo lo posible por conseguirme bebidas y cigarros de La Habana. Cuando recibí los ejemplares del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y de Ciencia y Salud, empecé a estudiar las Lecciones Bíblicas semanales, y a orar en un esfuerzo por ser sanado del alcoholismo y del vicio del tabaco. Dos meses después, me disgustaban el tabaco y el mero olor del alcohol. Había sanado súbita y completamente de estas plagas.

En gratitud por esas primeras bendiciones, empecé a poner en práctica lo poco de la Verdad que comprendí. Mi esposa y yo solicitamos y entonces fuimos aceptados como miembros de La Iglesia Madre en 1978. En 1979, asistimos a la Asamblea Anual de La Iglesia Madre en Boston. Allí aprendimos lo que nosotros y otros estudiantes de la Ciencia Cristiana teníamos que hacer para establecer una Sociedad de la Ciencia Cristiana en Camerún. (Un grupo de Científicos Cristianos ya había sido formado y celebraban cultos religiosos regularmente.) El grupo pronto solicitó ser reconocido como filial de La Iglesia Madre, y ahora somos miembros activos de la Sociedad de la Ciencia Cristiana, Yaundé.

Me regocijo por las victorias que mi esposa y yo hemos ganado y por el progreso espiritual que hemos obtenido. Tomamos instrucción en clase de la Ciencia Cristiana y servimos en la primera comisión directiva en nuestra Sociedad. Como miembro de La Iglesia Madre, me he prometido a mí mismo servir a Dios y a la humanidad, amando a Dios y a mi prójimo, y sabiendo que no tengo otros dioses delante del Espíritu.

Doy gracias a todos los que me han ayudado y que continúan ayudándome, y a otros aquí y en remotos lugares de la tierra.


El testimonio de mi esposo, incluso el relato de su curación de ateísmo, mi curación física y nuestro progreso en la Ciencia Cristiana, es verdadero.

Había estado enferma desde los diez años, pero sané completamente por medio de esta Ciencia del Cristo. Pronto dejé mi antigua religión para dedicarme al estudio de la Ciencia Cristiana. Ahora sirvo en nuestra sociedad, y aprecio el ser miembro de La Iglesia Madre. También, la clase de instrucción fue verdaderamente una revelación para mí, y siempre me regocijaré en ello.

No tengo palabras para expresar mi agradecimiento a Dios por la Ciencia Cristiana.

Soy la hija que pidió el ejemplar de Ciencia y Salud para mi padre. Soy testigo de lo que mis padres dicen aquí. Yo misma soy estudiante de la Ciencia Cristiana, y también he tenido la satisfacción de ser miembo de La Iglesia Madre desde 1980. Doy gracias a Dios porque yo he recibido muchas bendiciones en la Ciencia Cristiana.

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