La fragancia de la Pascua de Resurrección es la fragancia del perdón. ¡Con qué ternura y valor Cristo Jesús perdonó aun aquellos que lo persiguieron y a quienes trató de elevar del vacío de la mortalidad! El ejemplificó abundantemente lo que la Sra. Eddy dice en Escritos Misceláneos: “Ser un gran hombre o una gran mujer, tener un nombre cuyo aroma llene al mundo con su fragancia, significa soportar con paciencia los embates de la envidia o la malicia — aun cuando se procura elevar naturalezas estériles hasta capacitarlas para que puedan llevar una vida más noble”.Esc. Mis., pág. 228. La vida trascendental de Jesús fue el ejemplo sublime del verdadero amor del Cristo.
Paciencia y perdón. ¡Qué importantes son estas dos cualidades otorgadas por Dios para salvar a la humanidad del pecado! Estas cualidades del amor infinito no solamente elevan nuestras propias vidas hacia nuestra resurrección y ascensión individuales, sino que también hacen que los demás puedan sentir que hay esperanza, que nadie puede ser privado del amor redentor del Cristo.
Cuando Jesús se enfrentó a la amargura de la crucifixión y, no obstante, oró por sus captores, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, Lucas 23:34. estaba ilustrando el poder que tiene el Cristo para salvar a la humanidad de la creencia del pecado. La capacidad para perdonar es algo más que un rasgo personal deseable. Más bien, es una característica del Cristo, la Verdad salvadora, que revela al hombre como la imagen de Dios, el Espíritu, y, por lo tanto, como inocente de todo pecado y mortalidad. Jesús no podría haber demostrado su propia libertad de las pretensiones de la carne si hubiese considerado al hombre como un mortal carnal y pecador. El pudo expresar ese perdón que formaba parte integral de su ascensión, sólo sobre la base sagrada de la naturaleza y pureza del hombre que provienen de Dios, y que él sabía que constituían su propio ser y la verdadera identidad de los demás .
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