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La naturaleza real del hombre

Del número de marzo de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al notar aburrimiento en los rostros de dos visitantes de la clase para jóvenes mayores de la Escuela Dominical de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), el maestro comenzó la clase preguntando: “¿Qué creen ustedes que haríamos si Cristo Jesús viniera caminando por la calle en sentido contrario al nuestro, vestido a la moda actual, en lugar de llevar una túnica de acuerdo con la moda de aquel tiempo, una larga cabellera y barba?” Luego, él mismo respondió a su pregunta, más o menos con estas palabras: “Si miráramos hacia abajo, jamás lo veríamos. Pero si levantáramos la vista y lo viéramos, tal vez nos quedaríamos inmediatamente maravillados, como a muchos les ocurrió en su época. Estoy seguro de que yo pensaría: ¿Quién es? ¿Qué hay en él? ¿Hacia dónde va, y, por qué?, pues estaría yo viendo la expresión más perfecta del hombre real que el mundo jamás haya conocido — tan lleno de gracia, luz, inteligencia, poder espiritual y amor, que, de ninguna manera, nadie lo podría ignorar — sin que Jesús dijera una sola palabra. Si vale la pena aprender acerca de esto, quédense en la clase. Ustedes decidan”. Y se quedaron.

Todo Científico Cristiano anhela dar a sus parientes, amigos y vecinos la explicación cabal de lo que significa la verdadera naturaleza del hombre en el mundo actual, desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana. Pero sabemos que no sería de ninguna ayuda tratar de convertir a la gente. Tres cosas son necesarias: el momento oportuno; las palabras correctas e inspiradoras, que no son fáciles de encontrar; y, sobre todo, alguien que esté dispuesto a escuchar. Aun para dar un trozo de pan se requiere que haya alguien que lo acepte. Lo mismo ocurre con las ideas. En la época de Jesús, había gente cuya mente estaba tan herméticamente cerrada que no quería escuchar ni al mismo Maestro. Podríamos invitarnos unos a otros para ver nuestros jardines, pero a menos que aceptemos la invitación y permanezcamos de visita por unos momentos, no nos podríamos llevar a casa las ideas, raíces y tallos que podríamos usar para embellecer más nuestros jardines.

Pero, volvamos al tema de la naturaleza real del hombre. ¿Qué es esta naturaleza? ¿Es humana? ¿Es un cerebro? ¿Es fuerza muscular? ¿Surgió de un conglomerado casual de sustancias químicas que se desarrollaron partiendo del mono hacia el hombre? Si es así, ¿qué fue lo que hizo que esta naturaleza del hombre trajera curaciones instantáneas a miles de personas y encendiera tal luz que la ortodoxia materialista, temiendo su fin, tratara de extinguirla por medio de la crucifixión? Si es sólo la primera, la naturaleza humana — el ser mortal, formado de elementos físicos — entonces estamos todos condenados a volver al polvo, del cual parece que procedemos.

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