A menudo, cuando brilla el sol, no sentimos la necesidad de acercarnos a Dios. Luego, cuando se avecinan las tormentas, no sabemos cómo recurrir a El en busca de Su ayuda. Mas una continua unión con Dios nos da las respuestas que necesitamos cuando vienen esas tormentas.
La historia bíblica de Noé nos da un ejemplo de esta preparación espiritual. Cuando el mal parecía estar tan desenfrenado como para desencadenar una inundación sobre la gente, la santidad de Noé, su fortaleza y comprensión espirituales, le capacitaron para soportar la inundación. Ver Gé., caps. 6–8. Con fe inquebrantable siguió la dirección espiritual de construir un barco.
Al igual que Noé, todos tenemos acceso a esta dirección espiritual, puesto que Dios, la Mente, gobierna nuestras actividades; pero lo que se necesita es comprender a Dios y, de esta manera, valernos de Su bien que siempre esta fluyendo hacia nosotros. A menudo, no prestamos atención a la dirección e intuición espirituales debido a nuestra ignorancia acerca de Dios. Puede que aun ridiculicemos a quienes lo hacen.
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