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Los hijos de un único Dios, ¡un Dios bueno!

Del número de septiembre de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde Poole, Dorset, en Inglaterra, hasta Lake Stevens, Washington, y Scott Depot, Virginia Occidental en los Estados Unidos — lo que es más, desde diversas partes del mundo — hay niños que están dispuestos a ser considerados como seguidores de Cristo Jesús. Estos jóvenes están aprendiendo que el poder de Dios sana. Y aún más, lo están comprobando por sí mismos.

El artículo para niños que antecede a este editorial, incluye varias experiencias que los niños mismos han tenido. No sólo fue escrito para niños; fue escrito por niños. Ellos aman a Dios, y sus directas y genuinas expresiones de gratitud traen luz a un mundo que frecuentemente parece ser un lugar en donde se ha perdido la inocencia y las esperanzas no encuentran respuesta.

Es alentador leer estos relatos de curaciones “de todos los días”, especialmente cuando, en la sociedad de hoy hay quienes niegan que la oración puede ser realmente eficaz o algo en lo que se puede confiar para el cuidado de los niños. Y hay quienes quisieran intentar negar a los niños el derecho de recurrir a medios espirituales para sanar.

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