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Asamblea Anual de La lglesia Madre

8 de junio de 1987

Del número de noviembre de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En diciembre de 1897, Mary Baker Eddy escribió a sus seguidores en Concord, New Hampsire: “Desde el interior del Africa hasta los confines más remotos de la tierra, los enfermos y los que anhelan el cielo o los corazones hambrientos me están pidiendo ayuda, y yo los estoy ayudando” (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 147).

Este año, en la Asamblea Anual de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia, de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, se invitó a los miembros a que se unieran en esta obra para llegar a la humanidad mediante el ministerio sanador de la Ciencia Cristiana. Se da a continuación un informe abreviado de la asamblea. En los próximos meses compartiremos más detalles sobre la asamblea.

Se inició la asamblea con el Himno 253 del Himnario de la Ciencia Cristiana. La presidenta saliente, Jean K. Weida, leyó de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy. La congregación se unió después en oración silenciosa, seguida del Padre Nuestro. La Sra. Weida anunció a estos dignatarios de La Iglesia Madre: Secretaria: Virginia Sydness Harris, de Birmingham, Michigan; Tesorero: Donald C. Bowersock, de Boston, Massachusetts; Presidente: Charles W. Ferris, de Minneápolis, Minnesota.

Comentarios del Presidente entrante

Al escuchar lo que leyó Jean Weida, el mensaje que recibí fue que debemos abarcar a la humanidad con a verdad sanadora. Escucharemos sobre los medios específicos en que la Iglesia está llegando a la humanidad, más ampliamente, mediante la radio y la televisión. También mediante radiodifusión en onda corta, que, literalmente, “cruza continentes y océanos, hasta llegar a los extremos más remotos del globo”Ciencia y Salud, pág. 559. llevando nuestro mensaje sanador como lo escuchamos de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Por supuesto, hay muchas otras cosas que la Iglesia está haciendo también. Pero, para mí, todas indican un compromiso más profundo que está adelantando dentro de nuestro movimiento: un compromiso sanador, no sólo para un mayor número de personas, (el cual por sí mismo es inspirador) sino un compromiso para obtener una comprensión todavía más clara acerca de Dios y de lo que es el hombre. Hay también un esfuerzo sincero por obtener una mayor comprensión acerca de las necesidades de toda la humanidad.

Tenemos que satisfacer esas necesidades. A medida que nos acercamos al final de este segundo milenio, estamos ante una urgencia que puede ser la más grande que el mundo ha encarado hasta ahora.

Una serie reciente del The Christian Science Monitor hace hincapié en esta urgencia. Se titula: “Agenda para el siglo veintiuno”. Habla sobre seis aspectos que varios pensadores prominentes identifican como los más cruciales. Muy brevemente, prominentes éstos son: la aniquilación nuclear, la población, el ambiente, el distanciamiento entre los hemisferios norte y sur, la educación y la moralidad.

¿Qué respuestas puede dar la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) a las necesidades más apremiantes de la humanidad? Primordialmente provee la comprensión de lo que Dios y el hombre verdaderamente son. Esta comprensión ilumina de tal manera a la consciencia humana, que las respuestas aparecen en una forma que es tangible y apropiada para la necesidad inmediata.

¿Dónde aparecen estas respuestas? Siempre aparecen en la consciencia individual. ¿En qué otra parte pueden hallarse las soluciones del mundo excepto en la manera de pensar de las personas?

Al hablar del Cristo como fue ejemplificado por Jesús, el Evangelio según San Juan nos dice: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. Juan 1:9.

En realidad, toda persona tiene esta luz, y creo que cada vez vemos más que la comunicación ya no puede considerarse que es una calle de una sola vía. Las respuestas a los problemas del mundo no pueden consistir simplemente en lo que una persona dice a otra, sino más bien en un intercambio, en compartir la luz que está en toda consciencia humana.

Y ¿qué es lo que siempre hace la luz? Elimina la oscuridad. Elimina la duda y el temor. Y cuando estos obstáculos son eliminados, tenemos movimiento. Y esto es lo que sí tenemos: un movimiento con impulso, un impulso que puede llevarnos al tercer milenio con esperanza, confianza y soluciones genuinas para las necesidades de la humanidad. Esta es la manera de acercarnos a la humanidad que la Ciencia Cristiana está ofreciendo al mundo hoy en día.

La congregación cantó el Himno N.° 82.

Informe del Tesorero

Me complace informar que al final de este año fiscal, el valor contable de los fondos a mono de La Iglesia Madre era de US$228.200.000, un diez por ciento más que el año anterior. El valor comercial de todos los fondos al final del año fiscal, era US$283.000.000, un diez por ciento más que el año anterior.

Este año finalizamos la construcción de una instalación de onda corta en Maine, Estados Unidos de América, la cual transmite programas a Europa, incluso a la Unión Soviética, el Oriente Medio y Africa. También compramos una estación de onda corta en Saipán, en las Islas Marianas, la cual llega a Japón, Corea, China, el sudeste de Asia, Australia y Nueva Zelanda. Y, finalmente, hemos iniciado la construcción de un emplazamiento de onda corta situado al sur de los Estados Unidos que, por último, llegará a América Central, América del Sur y Canadá, como también a los Estados Unidos. Tales inversiones hicieron un total de US$11.000.000. Las inversiones en instalaciones y equipo para apoyar las actividades de televisión y radio fueron US$4.600.000. Por último, compramos y comenzamos la operación de una estación comercial de televisión en Boston, y esa inversión fue de un total de US$8.100.000. El total de todas esas inversiones fue de US$23.700.000.

Por otra parte, nuestros desembolsos normales para la operación de todas las actividades de La Iglesia Madre, incluyendo los fondos para cubrir el déficit del The Christian Science Monitor, fueron US$70.400.000, superando la suma de US$49.300.000 del año pasado. Además, los desembolsos para el mantenimiento, el aumento normal y reemplazo del equipo de nuestras instalaciones, fueron US$5.300.000, superando la suma de US$4.900.000 del año anterior. El total de los gastos de este año incluyendo todas las inversiones, fue de US$99.400.000. El total de los desembolsos del año pasado fue US$54.000.000.

Estamos muy agradecidos porque a medida que planeábamos e implementábamos todos esos programas para llegar al corazón hambriento, tuvimos a nuestra disposición los recursos necesarios, incluso el personal apropiado e idóneo, el equipo e instalaciones necesarios, y la entradas necesarias para apoyar cada actividad.

Informes del Movimiento para la Asamblea Anual

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Un informe en video, narrado por David Driver, empezó con Chandrakant, un niño de once años de edad, de Bombay, India, hablando en su lengua nativa, el Marathi. La madre de Chandrakant falleció hace algunos años, dijo el Sr. Driver, y al niño lo están educando su padre y su tío, quienes son sirvientes en la casa de dos hermanas que son doctoras. Dichas hermanas se interesan cada vez más en la Ciencia Cristiana, y concurren a Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Bombay.

Hace varios años, Chandrakant estaba muy enfermo de lo que se diagnosticó como una grave enfermedad del hígado. Su familia recurrió a la alopatía, la homeopatía y a toda clase de remedios materiales que se les ocurrieron. Finalmente, se consideró que la enfermedad era incurable, y su caso se abandonó. Ante esa situación, una de las hermanas recomendó que se le diera tratamiento mediante la Ciencia Cristiana. Ella llevó a Chandrakant y a su tío para que hablaran con el único miembro de la iglesia de Bombay, la Sra. Tambe, cuya lengua nativa es también el Marathi.

Le dijeron que Chandrakant tenía cirrosis, una enfermedad del hígado, y que los médicos habían abandonado su caso. Le preguntaron si podía orar por él según la Ciencia Cristiana. La Sra. Tambe no está registrada, por ahora, en el The Christian Science Journal, pero, por supuesto, estaba feliz de poder ayudarlos.

Leelan Tambe: De manera que empecé el tratamiento. Entonces, empecé explicándoles lo que Dios es, y lo que es la relación del hombre con Dios. El hombre no puede tener nada que Dios no tenga, porque el hombre es el reflejo de Dios.

David Driver: El tío de Chandrakant pudo comprender algo de esta explicación, y la Sra. Tambe marcó algunos pasajes de la Biblia para que los leyera con Chandrakant. Hubo una mejora inmediata, y a medida que continuaron trabajando de esta manera, pronto se efectuó la curación completa. Todo dolor y desgano desaparecieron. Y el cuerpo del niño volvió a su forma normal.

Leelan Tambe: Cuando se efectuó la curación total, el niño estaba muy alegre, muy activo y muy diferente, en todo.

David Driver: Chandrakant es ahora alumno de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en la iglesia de Bombay en una clase especial que hablan marathi. Su maestra, Roda Tamboli, ha tomado un curso en Marathi en relación con su profesión de maestra de escuela, y aun cuando todavía no habla el idioma bien, estuvo dispuesta a tomar este cargo a pesar de que casi no hay literatura de la Ciencia Cristiana traducida a ese idioma.

Roda Tamboli: Acepté el trabajo porque sabía que Dios me guiaría para hacer lo que estaba bien. Yo no sabía que Chandrakant era un niño enfermo. Lo acepté como hijo de Dios. Estaba deseoso de conocer la verdad.

David Driver: Ciertamente esa actitud ayudó a dar impulso al progreso de Chandrakant. Al verlo ahora, se ve muy bien. Está lleno del entusiasmo de la vida.

Sociedad de la Ciencia Cristiana, Lisboa, Portugal
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Los cuatro estudiantes de Ciencia Cristiana que empezaron el primer grupo en Portugal supieron de la Ciencia Cristiana mediante el libro de texto: Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y las publicaciones periódicas religiosas. Cuando celebraron el primer culto dominical en Lisboa, dos de ellos ya eran miembros de La Iglesia Madre, y los otros dos solicitaron su afiliación al año siguiente. Ese primer culto incluyó solamente la lectura de la Lección Bíblica Del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.. Pero ¡qué paso tan importante fue ése!

Durante los tres años siguientes, los cultos dominicales se celebraron en los hogares de los miembros del grupo. Estaban deseosos de compartir la Ciencia Cristiana, y, como resultado, hubo mucha actividad y pequeñas reuniones con amigos.

Mientras tanto, el grupo reconoció la necesidad de tener un lugar público para celebrar los cultos, y hallaron una oficina que estaba disponible los domingos. Después que el grupo se mudó a esa localidad, nuevos visitantes empezaron a concurrir a los cultos. Esta segunda ola de miembros fortaleció al grupo y renovó su deseo de acercarse más a La Iglesia Madre, es decir, ser una filial de la Iglesia de Cristo, Científico.

A medida que se fueron efectuando curaciones y aumentó la gratitud, el grupo decidió empezar a celebrar las reuniones testimoniales de los miércoles. Debido a que la oficina ya no estaba disponible, el grupo buscó otro lugar y encontró un garaje en la parte posterior de un edificio de apartamentos bien ubicado. Allí el grupo llegó a ser la primera Sociedad de la Ciencia Cristiana en Portugal reconocida por La Iglesia Madre y registrada en el The Christian Science Journal: Sociedad de Lisboa. En el transcurso de un año, un miembro se registró como practicista de Ciencia Cristiana, y un tercer miembro recibió instrucción en clase Primaria de Ciencia Cristiana.

En los cuatro años siguientes, la sociedad trabajó para estar alerta y crecer espiritualmente a fin de estar capacitada para satisfacer el hambre del mundo en procura de la Verdad. Los miembros vieron que sólo a medida que vivieran las enseñanzas de la Sra. Eddy, poniendo en práctica lo que estudiaban, atraerían y nutrirían a los corazones hambrientos. Oraron por ser uno: una familia, una fe, y por tener la Mente que también estaba en Cristo Jesús. Aumentó el número de miembros, y la iglesia de un solo cuarto muchas veces resultaba pequeña. Pero fueron los niños los que obligaron a la sociedad a buscar un nuevo local. No había lugar para una Escuela Dominical, y los niños, que si bien eran enseñados por sus respectivas familias, estaban enfrentando problemas en la escuela y con sus amigos.

Cuando la sociedad empezó a buscar un lugar, el comprarlo para que fuera de su propiedad, les parecía increíble. El grupo no tenía recursos y, aparentemente, parecía que no iban a tenerlos. Se pidió a los miembros que oraran y expresaran una dedicación más profunda al trabajo de iglesia y a cualquier tarea que les fuera designada. Todos eran necesarios. Reforzamos nuestro compromiso para asistir a todos los cultos dominicales, reuniones de testimonios, o reuniones de negocios. El talento de cada uno era necesario.

Se reunió la cantidad necesaria para comprar un local para la sociedad, y, finalmente, se encontró el lugar apropiado: un apartamento que tenía capacidad suficiente para un auditorio, una Escuela Dominical, una Sala de Lectura y otras oficinas. Se necesitaron varios meses para que el comité hiciera los trámites para comprarlo. Durante ese tiempo, los miembros oraron para aumentar su confianza en la infalible dirección del Principio divino. Sabíamos que no encontraríamos la nueva localidad hasta que nos fortaleciéramos para recibir a los visitantes y mantenernos firmes.

Sabemos que esto no es todo lo que debemos hacer; es el comienzo del nuevo paso de progreso. Nuestra sociedad siente gran gozo, esperanza y un verdadero sentido de familia al prepararnos para mudarnos a nuestro nuevo hogar de iglesia.

Conocí la Ciencia Cristiana mediante un muchacho libanés que fue sanado de leucemia. Yo había estado buscando curación por muchos años. Había consultado médicos, algunos de ellos los mejores del mundo, pero continuaba cada día más débil. Este muchacho me dio un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana (edición en francés) y me explicó la Ciencia Cristiana. Esa noche tuve una curación increíble. Pude dormir, algo que no había hecho por nueve años. Me dije: “Si durante nueve años ni un solo médico, ni un ser humano ha podido ayudarme, pero el descubrimiento de la Sra. Eddy lo ha hecho en pocas horas, quiere decir que debe de haber algo en esto y que debo aprenderlo mejor y compartirlo con el mundo, como este muchacho lo hizo conmigo”. Esto es lo que me trajo a la Ciencia Cristiana y me impulsó a seguir adelante.

Hace algunos años, estaba limpiando un pescado y me lastimé un dedo con una espina. Una parte de la espina se me incrustó en el dedo. Esto me produjo mucho dolor, y la condición duró largo tiempo. Pero, un día, toda mi familia comenzó a insistir en que debía ir a ver a un médico. Vivía yo en una atmósfera muy imbuida de conceptos médicos. Algunos de mis familiares son farmacéuticos y médicos. La mano se me infectó, y toda la familia dijo que había contraido gangrena. Dijeron a mi esposo que él sería responsable de mi muerte, y lo presionaron para que me llevara al hospital. Durante todo este tiempo mi esposo y yo continuamos orando. Con nuestra creciente comprensión de Dios habíamos podido vencer muchos, muchos problemas. Y yo no quería ir al hospital.

Entonces hubo una cama vacante en el hospital, y mi esposo me dijo que la ambulancia vendría a buscarme a la mañana siguiente. Estas palabras de la Sra. Eddy me vinieron muy claramente al pensamiento: “Recordad que no podéis hallaros en ninguna condición, por más severa que sea, donde el Amor no haya estado antes que tú y donde su tierna lección no te espere”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, págs. 149–150. Fue como si alguien me hubiera estado hablando. Pensé: “¡Es verdad! No puedo encontrarme en ninguna condición donde el Amor divino no esté presente”. Y con este pensamiento, me dormí.

A las cuatro de la nañana la parte infectada comenzó a supurar. Ya no tenía ningún dolor. Desperté llena de reverencia y gratitud. Mi esposo me ayudó a lavarme y estaba muy contento de poder llamar al hospital y decirles que no iría.

Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana, por la bondad de la Sra. Eddy, y por la labor que ella dejó a disposición de cada uno de nosotros.

Informe de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana

En aquel día especial de diciembre de 1984, en esa reunión internacional en que nos reunimos, todos sabíamos que no fue un satélite lo que hizo posible condensar tiempo y espacio para orar juntos. Esa unión ya estaba en nuestros corazones. Esa unidad fue evidencia de la misión de la Iglesia en nuestras vidas.

Nuestra oración aquel día no fue para gratificarnos a nosotros mismos. Fue un compromiso a aceptar la clase de oración que nuestra Guía, Mary Baker Eddy, define en No y Si: “La oración verdadera no es pedir a Dios que nos dé amor; es aprender a amar y a incluir a todo el género humano en un solo afecto”.No y Sí, pág. 39.

Ese deseo genuino de poner nuestras oraciones en acción ha encontrado muchos medios de expresarse desde aquel día. Hemos llegado al corazón de la humanidad por medios tales como el concurso “Paz en el año 2010” y el libro correspondiente que se publicó con las colaboraciones que recibimos; los folletos titulados Waging Peace (Promover la Paz); las conferencias enfocando el tema de la paz; la reunión de las Organizaciones de la Ciencia Cristiana en las universidades para estudiantes de todo el mundo; una reunión de dos días ofrecida a los empleados aquí en la sede para reconsiderar nuestra misión y compartir nuestro trabajo con nuestras familias; una conferencia vía satélite, celebrada por primera vez para futuros cronistas de noticieros de unas 188 universidades abarcando cinco continentes, la cual fue seguida este año por un simposium para muchos de estos futuros cronistas de noticiarios y sus profesores. Y, por supuesto, más recientemente el acercamiento a la humanidad (¡y qué acercamiento ha sido éste!) llegando a innumerables personas, primeramente mediante la radio, luego por televisión, y ahora por radiodifusión de onda corta.

La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, al ver estas varias actividades que están tomando forma tangible y aportando continuas bendiciones, se ha dado cuenta de que el compromiso que todos hemos tomado no ha sido, de ninguna manera, una pequeña retórica pasiva con resultados temporarios. Ha sido, y continúa siendo, una oleada activa que nos está llevando hacia adelante, impulsándonos a obedecer el mandato de nuestro Maestro, Cristo Jesús, de ir por todo el mundo a predicar el evangelio y sanar a los enfermos. Sentimos un renovado deseo de comprender más cabalmente la importancia de obedecer el mandato de la Sra. Eddy impartido a todos los Científicos Cristianos en el Artículo VIII, Sección 16, del Manual de La Iglesia Madre: “Será deber de los miembros de La Iglesia Madre y de sus filiales promover paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres”. Y luego, la misma sección termina: “Y deberán esforzarse por promover el bienestar de toda la humanidad demostrando las reglas del Amor divino”.

Es en esta demostración — la práctica sanadora mediante las reglas del Amor divino — donde encontramos la colaboración más eficaz.

Al darnos cuenta de que la humanidad se encuentra en la encrucijada — o como la Biblia lo dice en el libro de Joel — “muchos pueblos en el valle de la decisión”, Joel 3:14. la urgencia espiritual del momento requiere mucho de cada miembro, de cada filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y del movimiento en general.

Nuestra Guía previó el dilema de la humanidad y habló de ello en su libro No y Sí: “La cuestión ahora es: ¿Vamos a tener un cristianismo práctico, espiritual, con su poder curativo, o una ciencia médica material y una religión superficial?” No y Sí, pág. 46.

La encrucijada pareciera estar pidiendo que se elija entre una ciencia dominante basada en la materia con su tecnología que promete potenciales jamás imaginados — incluyendo, literalmente, cada aspecto de la vida humana — o un camino espiritual que para muchos parece estar fuera de uso, o, en el mejor de los casos, enigmático. No obstante, sólo las respuestas espirituales pueden satisfacer el anhelo humano con el mensaje de una curación cristiana, práctica. Y, ¿es, realmente, una decisión sobre “esto o lo otro”? ¿Puede realmente ser Ciencia una ciencia que se basa en la materia? ¿Ofrece tal ciencia realmente una solución duradera? Nuestro libro de texto, Ciencia y Salud, provee el poste indicador en la encrucijada: “Se ha dicho, y con razón, que el cristianismo tiene que ser Ciencia y que la Ciencia tiene que ser cristianismo, de lo contrario uno de los dos es falso e inútil; pero ninguno de los dos carece de importancia o de verdad y son iguales en demostración”.Ciencia y Salud, pág. 135. Sabemos que nuestra Guía se refirió a las dos palabras, Ciencia y Cristiana como las “dos palabras más grandes en el vocabulario del pensamiento”.No y Sí, pág. 10. La revelación de la Ciencia del Cristo es la eterna respuesta para todas las especulaciones y preocupaciones filosóficas que confrontan a la humanidad en la encrucijada.

En reconocimiento de la profecía de la Sra. Eddy concerniente a los últimos años de este siglo, Ver Pulpit and Press 22:9–15. se ha formado el año pasado un Institute for the Study of Christian Healing (Instituto para el Estudio de la Curación Cristiana). Esta actividad, cuyo comienzo es apropiadamente modesto, observará la creciente evidencia de curaciones espirituales que se están llevando a cabo en otras denominaciones cristianas.

Un importante paso que estamos dando, es el de esforzarnos continuamente por mejorar las comunicaciones con el movimiento, recurriendo primordialmente a aquellos medios provistos por nuestra Guía: sus publicaciones. No sólo vemos estos medios como los más eficientes para mantenerlos a ustedes informados, sino que también nos complace ver que ustedes encuentran en ellos la manera de comunicarse abiertamente con sus vecinos.

Además estamos agradecidos porque están dispuestos a compartir, lo cual ha sido tan evidente en el movimiento. Especialmente conmovedoras son las cartas que hemos recibido este año de los miembros que acaban de afiliarse a La Iglesia Madre, así como también de miembros antiguos que han compartido con nosotros relatos de curaciones de toda clase. Igualmente conmovedora es la abundancia de correspondencia que recibimos de aquellas personas que, mediante el servicio internacional de onda corta, están conociendo estas “dos más grandes palabras en el vocabulario del pensamiento”: Ciencia Cristiana. La correspondencia procedente de esta fuente, que también incluye a personas que se han enterado de nuestro programa religioso mediante El Heraldo de la Ciencia Cristiana, indica lo que nos aguarda a todos a medida que nuestro libro de texto comience a llegar más ampliamente al mundo expectante. La acogida que todo esto ha recibido ya está comenzando a evidenciar su potencial. La pregunta del momento es: ¿Estamos listos para ellos?

Ahora bien, no caigamos en la tentación de pensar que los problemas del mundo son tan monumentales que nuestra capacidad para hacerles frente pareciera mínima, y que es mejor mantenernos alejados. Recordemos el relato bíblico sobre Jesús, cuando envió a sus setenta discípulos con expectación, y reconozcamos que nosotros también podemos ir — como ellos fueron — a cumplir nuestra misión, y regresar — como ellos regresaron — ¡con gozo! El éxito de nuestra misión depende de cada uno de nosotros. Todo lo que se necesita es estar igualmente dispuestos a ser contados como discípulos y estar listos para testificar del poder y de la presencia del Cristo. El ejemplo de Jesús nos muestra cómo liberarnos de cualquier duda o sentido de incapacidad y nos hace idóneos para decir como él dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17.

En realidad, carece de importancia el que seamos miembros de una pequeña sociedad de la Ciencia Cristiana en una apartada localidad, o de una iglesia filial grande en una zona metropolitana. La Iglesia Madre es una sola vid y cada pámpano es necesario. El tamaño del pámpano no tiene nada que ver con su importancia en relación con la vid. Cada miembro tiene un propósito, cada filial tiene un propósito, cada función de la Iglesia tiene un propósito.

¿Acaso no deberíamos todos preguntarnos lo que nuestra Guía se preguntó a sí misma en su mensaje para esta Iglesia en 1901: “¿Me ha encomendado Dios un mensaje para la humanidad?” Y, ¿no deberíamos responder: “Entonces mi elección no puede ser sino obedecer” Message to The Mother Church for 1901, pág. 31., como ella respondió?

Sí, la humanidad está en una encrucijada, y también lo estamos nosotros: con un mensaje de esperanza, un mensaje de curación, un mensaje de salvación. La encrucijada ya no es un camino de muchas rutas divergentes, conduciendo hacia fines desconocidos. Es realmente un camino de una sola vía cuya meta está visiblemente marcada y al alcance de todos. Estamos avanzando y ningún obstáculo puede interponerse en nuestro camino. ¡Somos un movimiento con ímpetu que va hacia adelante !

La reunión finalizó cantando la Doxología, Himno N.° 1.

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