Quizás usted esté comenzando a estudiar Ciencia Cristiana y sienta que le gustaría pedir ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana para sanar un problema personal o una enfermedad, pero está indeciso. Como realmente no entiende el proceso, no sabe qué decir al practicista.
Un practicista es un Científico Cristiano experimentado que, siguiendo el ejemplo de Cristo Jesús, dedica su vida por completo a ayudar a otros mediante la oración. Usted debe esperar que el practicista sea humilde, de ánimo espiritual, desinteresado y compasivo. Sin embargo, también encontrará que los practicistas son personas como otras: que se alimentan tres veces por día, que ríen y lloran, y que por propia experiencia conocen cómo se siente uno cuando está asustado o sufre.
Yo me crié en la Ciencia Cristiana, y recibí ayuda de practicistas muchas veces, pero mi madre, u otra persona, siempre era la que llamaba al practicista por mí. Ahora estaba recién casada, lejos de mi hogar, y me encontraba enferma. Pero parecía que simplemente no podía decidirme a llamar por teléfono. ¿Qué le diría? No sabía si debía decirle los síntomas físicos que tenía, o no.
Por fin tuve una idea; tomé el teléfono y disqué. Cuando la practicista contestó, bruscamente le dije: “Mi nombre es Patricia; no me siento bien y me gustaría que me ayudara. Pero hasta ahora nunca llamé a un practicista yo misma, así que voy a dejar que usted me haga las preguntas necesarias”. Se rió, e inmediatamente me hizo sentir cómoda. Con la ayuda y la oración del practicista sané.
Tiempo después, un amigo que entendía aún menos lo que era trabajar con un practicista, llamó a uno y le dijo quién era, agregando: “Va a tener que ayudarme a salir de esto, porque ni siquiera sé qué es un practicista de la Ciencia Cristiana o exactamente qué hace. Pero deseo aprender si usted puede ayudarme”. También en este caso el practicista hizo las preguntas apropiadas, dio las explicaciones necesarias, y todo se aclaró. Y, nuevamente, la oración trajo curación.
Su primera pregunta probablemente sea qué hacer para comunicarse con un practicista. Puede encontrar una lista completa de practicistas al final de cualquier ejemplar del The Christian Science Journal. Aquellos practicistas que hablan un idioma que no sea el inglés están listados en la edición correspondiente de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. No es necesario ser Científico Cristiano para pedir ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana.
Si no conoce al practicista, quizás sea una buena idea concertar una entrevista para que se conozcan. Muchos practicistas trabajan en un edificio de oficinas, y puede que tengan una recepcionista o secretaria, una sala de espera, etc., y a usted se le dirá cuál es el procedimiento a seguir. Otros practicistas tienen oficinas en sus hogares, y con mucho gusto le darán una entrevista para que los visite en sus hogares. Los practicistas también visitan a domicilio cuando el caso lo requiere. Sin embargo, puesto que la oración no conoce límites, no es necesario que usted esté personalmente con el practicista para sanarse. Los casos también pueden atenderse por teléfono o carta.
Cuando va a un practicista quizás desee hacerle preguntas sobre Ciencia Cristiana, y eso es ciertamente apropiado. Pero si busca una curación específica, el practicista le hablará sobre el problema a la luz de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y, luego, orará por usted. Esta oración humilde, ferviente, y el conocer la verdad de una manera científicamente cristiana se llama tratamiento en la Ciencia Cristiana. No hay imposición física de manos, excepto, quizás, un amistoso apretón de manos al llegar y la retirarse.
Quizás se pregunte sobre los honorarios. La actividad de los practicistas de la Ciencia Cristiana no se puede comparar, por ejemplo, con la de un ministro que recibe un salario de una iglesia. La práctica que efectúan no está confinada a una sola congregación, ni siquiera a una zona. Los practicistas son trabajadores independientes, y para aparecer listados en el Journal y el Heraldo no deben tener otro trabajo pago, a menos que éste implique el estar “desempeñando oficialmente alguna labor de la Ciencia Cristiana”,Man., Art. XXV, Secc. 9. como la Sra. Eddy lo indica en el Manual de La Iglesia Madre. De manera que es natural que un practicista cobre por sus servicios. La Sra. Eddy especifica que “los practicistas de la Ciencia Cristiana deberían fijar sus honorarios por el tratamiento equiparándolos a los de los médicos reputados de sus respectivas localidades”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 237.
Es apropiado preguntar cuáles serán exactamente los honorarios antes de que el practicista le preste sus servicios. Se va a dar cuenta de que si trabaja con un practicista por un período de tiempo, los honorarios se pueden rebajar. Aunque es natural que los practicistas estén tratando de mantenerse a sí mismos, y quizás de mantener una familia y una oficina, ellos desean primordialmente estar al servicio de la humanidad de una manera cristiana.
Puede que se pregunte si su problema será apropiado para presentarlo a un practicista. Pero como lo probó el propio ministerio sanador de Jesús, no existe ningún tipo de problema — físico, mental, emocional, un pecado que uno esté tratando de vencer, una dificultad que tenga que ver con relaciones personales, con el empleo o con necesidades económicas — que no pueda ser resuelto por medio de la oración que trae a luz la identidad espiritual del hombre y su verdadera relación con Dios, el Amor divino.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “La curación física en la Ciencia Cristiana resulta ahora, como en tiempos de Jesús, de la operación del Principio divino, ante la cual el pecado y la enfermedad pierden su realidad en la consciencia humana y desaparecen tan natural y tan inevitablemente como las tinieblas ceden a la luz y el pecado a la reforma. Ahora, como entonces, estas obras poderosas no son sobrenaturales, sino supremamente naturales. Son la señal de Emanuel, o ‘Dios con nosotros’ — una influencia divina que está siempre presente en la consciencia humana y se repite, viniendo ahora como fue prometida antaño:
A pregonar libertad a los cautivos [de los sentidos],
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos”.Ciencia y Salud, pág. xi.
De manera que si usted ha estado investigando las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y siente que el Amor divino lo insta a trabajar con un practicista de la Ciencia Cristiana, no tema dar el primer paso. Se sentirá sostenido y bendecido al volverse a Dios de todo corazón.
