Debido a que cada uno de nosotros es individual, no hay una persona que sea igual a otra, así como tampoco dos hojas son exactamente iguales aunque sean del mismo árbol. Esta individualidad parece obvia, pero, a veces, es difícil comprender exactamente cuál se supone que sea nuestra contribución en especial.
En momentos en que estaba meditando sobre si yo realmente valía o no, y también quién era yo, una amiga me indicó la respuesta de la Sra. Eddy a una pregunta similar: “Que cada miembro de esta iglesia pueda elevarse por encima de la reiterada pregunta, ¿qué soy yo? a la respuesta científica: yo soy capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y esto es mi roca de salvación y la razón de mi existencia”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 165.
Poco después de haber leído este pasaje, fui a dar un paseo y me detuve para mirar a mi alrededor. Vi un roble enorme, unos cuantos pinos altos y unos abedules. Cada uno era parte diferente del escenario total.
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