¿Qué tiene que ver Dios con los pormenores de nuestra vida diaria, y, en especial, con nuestras relaciones humanas? Me hice esta pregunta, y más adelante pensé: “Sé que Dios me ama, pero, ¿por qué a veces me siento sola?” Cuando le comenté esto a una amiga, me dijo: “Demuéstralo”. Demuestra el amor de Dios hacia el hombre. Ella me quiso decir que yo necesitaba comprobar que El es Amor sintiendo y expresando Su amor.
Mi primera reacción fue: “¿Es más fácil decirlo que hacerlo!” No obstante, acepté el desafío sin dilación. Sabía que la verdad acerca de Dios y el hombre, como se enseña en la Ciencia Cristiana, podía demostrarse. Una y otra vez había sido testigo de los efectos sanadores de esta Ciencia práctica.
A través de mi experiencia anterior había aprendido que el intento de encontrar soluciones a mis problemas sin haber orado conduce a un callejón sin salida. Es como tratar de leer un mapa en la oscuridad; se termina yendo en una dirección equivocada o tropezando con algo. El único camino que verdaderamente satisface es el que nos mostró Cristo Jesús. Requiere oración: prestar atención con calma a la dirección de Dios, y seguirla. Pero, el comenzar a caminar, usando las palabras del poeta Robert Frost en “The Road Not Taken” (El camino no transitado), es lo que “marca la diferencia”.