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Soy la madre de Fausta, y con mucha alegría confirmo lo que ella...

Del número de marzo de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Soy la madre de Fausta, y con mucha alegría confirmo lo que ella ha declarado concerniente a mi curación. Fui al fin liberada del dolor instantánea y completamente. No tuve necesidad de tratamiento médico, y la operación no fue necesaria.

Aquella noche basé mi oración en el siguiente pasaje de la Biblia “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31): En aquel momento me fueron muy claras estas palabras, que después supe fueron las últimas que escribió la Sra. Eddy: “Dios es mi vida”. Abrigué estos pensamientos toda la noche y, a la mañana siguiente, pude salir del hospital. Esta curación ocurrió hace unos tres años, y nunca he vuelto a sufrir de este problema. Doy gracias a la Ciencia Cristiana por la transformación e inmenso bien que ella ha traído a mi vida.



Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
en él confió mi corazón,
y fui ayudado,
por lo que se gozó mi corazón,
y con mi cántico le alabaré.

Salmo 28:7

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