Una sincera búsqueda de auténticos valores morales y cristianos me llevaron a estudiar Ciencia Cristiana con una vecina que era una sincera estudiante de sus enseñanzas. Mi estudio de esta Ciencia nació de un profundo deseo de dejar atrás las limitaciones y la esclavitud de la materialidad. En poco tiempo sané de una irregularidad intestinal, de la que había sufrido durante muchos años, simplemente leyendo el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Comprendí que había hallado la verdad que había estado buscando. Uno de los resultados se manifestó en la regeneración de mi carácter. Estas líneas de la página 63 de nuestro libro de texto me alentaron y apoyaron: “En la Ciencia el hombre es linaje del Espíritu. Lo bello, lo bueno y lo puro constituyen su ascendencia”.
En los comienzos de mi estudio de Ciencia Cristiana también sané de una severa condición de hemorragia que me ocasionó un serio estado de debilidad y depresión. Aunque en esa época me hallaba hospitalizada, tuve una pequeña vislumbre de la maravillosa verdad de la Ciencia Cristiana, así que decidí rechazar toda ayuda médica y ponerme sin reservas bajo el cuidado de Dios. El hospital accedió a esto; el personal continuó atendiéndome, pero sin darme medicamento alguno. La curación fue gradual y se realizó gracias al poder de Dios.
Un fuerte dolor de oídos y la sordera que lo acompañó sanaron cuando comprendí mejor, mediante consagrado estudio, el siguiente pasaje del libro de texto: “Pregunta. — ¿Qué es Dios?
“Respuesta. — Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad, Amor, incorpóreos, divinos, supremos, infinitos” (pág. 465).
Estoy profundamente agradecida a Dios, el Padre-Madre. También estoy agradecida por mi esposo, un sincero estudiante de Ciencia Cristiana. Juntos estamos avanzando en la luz de la Verdad.
Mi madre ha tenido muchas pruebas del poder sanador de esta Ciencia. Algunos años atrás, antes de que ella comenzara a estudiar Ciencia Cristiana, mi madre iba a ser sometida a una operación quirúrgica para extirparle una hernia umbilical. Había estado dos días en el hospital y todo estaba listo para operarla (lo que iba a hacerse a la mañana siguiente), cuando fui a visitarla. La encontré muy nerviosa y con mucho temor. La alenté a poner toda su fe en Dios y a leer un ejemplar del Heraldo que le llevé. Lo leyó, y, de pronto, uno de los artículos le llamó la atención, la calmó y la despertó a ver la realidad de su ser. Dijo que en ese momento sintió que había sanado y que ya no tenía ningún dolor. Juntas informamos al médico de cabecera de este cambio. El médico consintió en darla de alta con la condición de que yo asumiría toda la responsabilidad, lo que acepté gozosamente. Al día siguiente, mi madre salió del hospital, sana.
Este pasaje de la Biblia fue de gran consuelo e inspiración en esa experiencia: “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal; y del hijo del hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová, tu Hacedor... ” (Isaías 51:12, 13).
Nuestro problema de encontrar un hogar fue resuelto con mucho éxito, gracias a la inspirada oración de una consagrada practicista de la Ciencia Cristiana, quien nos ayudó a comprender más claramente que el bien del plan infinito de Dios incluye a todas Sus ideas.
Por las maravillosas bendiciones; por la alegría de haber tomado instrucción en clase de Ciencia Cristiana con una devota maestra; por ser miembro de La Iglesia Madre; por Cristo Jesús, el Mostrador del camino; y por la Ciencia Cristiana, el gran regalo de amor de la Sra. Eddy para la humanidad, expreso mi profunda gratitud a nuestro querido Padre-Madre Dios.
Vallecrosia, Italia