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“¿Cuál es su inclinación política?”

Del número de junio de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Boston Post


[Boston Post, ]

POLITICA

La Sra. Mary Baker Eddy siempre ha creído que quienes tienen derecho a votar deben hacerlo, y también cree que en tales materias nadie debe tratar de dictar las acciones de los demás.

En respuesta a un buen número de peticiones para que exprese sus puntos de vista políticos, ha hecho la siguiente declaración:

Se me ha preguntado: “¿Cuál es su inclinación política?” En realidad, no tengo ninguna, fuera de la de cooperar en apoyo de un gobierno justo; de amar a Dios supremamente y a mi prójimo como a mí misma. Citado en la obra de la Sra. Eddy, The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 276.

Esta declaración es pertinente hoy en día. Cooperar en apoyo de un gobierno justo mediante la oración, es de suma importancia. A través de todos los escritos de la Sra. Eddy, vemos que en muchas ocasiones ella expresó sus puntos de vista (como resultado de la oración) sobre asuntos importantes de su época: la paz y la guerra, armamentos, la Constitución de los Estados Unidos, la política del hemisferio, la economía, los derechos humanos, los derechos de la mujer y otros temas.

Los Científicos Cristianos no dudan que los puntos de vista de la Sra. Eddy fueron inspirados por Dios. Cada persona puede sentir inspiración divina. Y todos pueden apoyar, por medio de la oración, aquello que parezca que es mejor bajo las circunstancias; aquello que mejor refleje la acción del Principio divino, Dios. Una mente espiritualizada, obtenida mediante la práctica fiel de la Ciencia Cristiana, puede dar una clara percepción con la cual discernir el bien y superar el mal en situaciones nacionales.

Ciertamente el sincero deseo de todos los cristianos, incluso los Científicos Cristianos, es practicar tan devotamente los preceptos morales y espirituales, que la influencia de Dios, la Mente divina, sea invocada y utilizada en los asuntos humanos. Esta influencia espiritual sanadora, cuando se la aplica mediante la oración a las necesidades humanas, penetra en nuestros ideales, en nuestras prioridades y decisiones; nos dirige hacia un concepto más elevado del bien que bendice a todos.

El Salmista oró para comprender mejor el gobierno de Dios en estas palabras: “Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros... para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación”. Salmo 67:1, 2.

La oración sincera revela el gobierno de Dios; Su tierno amor y cuidado. Expone la influencia destructiva que la mentalidad materialista o los falsos valores tratarían de infligir a la raza humana. Todo lo que quisiera impedir la genuina libertad individual, el bienestar y la productividad, o interferir con ellas, debe ser reconocido como error, como un falso sentido de la realidad. El mal debe ser desafiado, combatido y su falta de poder demostrada sobre la base de la omnipotencia y unidad de la Mente divina.

Mediante la oración espiritualmente iluminada, uno puede percibir dónde reina lo correcto en la esfera política. El Científico Cristiano ora para comprender que la acción inteligente de la Mente divina está presente para guiarlo. Esta acción de la Mente, nos revela lo que necesitemos saber y destruye la duda y la confusión. Desarrolla un sentido más sabio de gobierno y dirección. Cuanto más nos identifiquemos, e identifiquemos a los demás, con el gobierno de Dios — y nos sometamos a este gobierno — tanto más aptos estaremos para reconocer las importantes prioridades que merecen apoyo mediante la oración.

Un enfoque más eficaz para resolver las dificultades humanas toma en consideración la naturaleza espiritual del hombre, su compleción, la facultad creadora que refleja, y su preciosa dote de todas las cualidades espirituales de Dios. Cualidades tales como integridad, sabiduría y amor nos fortalecen moral, física y espiritualmente. El deseo de adherirnos a valores espirituales — y el adherirnos a ellos — es ricamente recompensado con una sabia dirección, y con fortaleza moral para seguir esa dirección.

Confiar en las fuerzas espirituales del verdadero ser, nos capacita para demostrar algo de la gran verdad de que Dios lo gobierna todo. Tal confianza nos impele a oponernos vigorosamente a cualquier usurpación de nuestros derechos dados por Dios sobre el verdadero autogobierno individual y adoración religiosa.

Por supuesto, los seres humanos tienen diferentes valores y antecedentes. Uno necesita orar lo suficiente como para apoyar lo que más se acerque al Principio divino. Sin embargo, la verdad acerca del gobierno de Dios, cuando es demostrada, aporta un sano ajuste y soluciones imparciales. Nuestra demostración necesita ser valerosa y persistente, para que esta influencia espiritual penetre cada vez más en nuestras vidas, en nuestros hogares, en las leyes del país y en nuestra economía.

La obediencia a la ley de Dios, acrecienta el respeto por la ley civil, nos redime del pecado, sana la enfermedad y enriquece la experiencia humana. Nuestra armonía, productividad y oportunidades para el bien se manifiestan exactamente en la medida de nuestra espiritualidad. El poder sanador de la Ciencia Cristiana, es una tremenda influencia para el bien individual y colectivo en la política.

El Científico Cristiano alerta reconoce devotamente que sólo Dios, el bien, protege la libertad que El otorga. Esta libertad no es nunca amenazada. Si nuestra libertad pareciera ser amenazada por una persona, una nación, una organización o por una poderosa legislación o un sistema fiscal poco sabio, el poder espiritual de la verdad — el gobierno de Dios, comprendido — desenmascara las sutiles formas del mal. La Verdad, demostrada, desafía la mentira de que hay una mente separada de Dios la cual degrada a la humanidad. Mediante el sentido espiritual, podemos discernir la presencia y el poder del bien espiritual. La percepción espiritual revela el camino de la sabiduría que está fuera del alcance de peligros amenazantes. Cristo Jesús dijo a sus discípulos: “Yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. Mateo 10:16.

Los Científicos Cristianos son alentados a orar por la prosperidad y la seguridad del país y de la iglesia. La Sra. Eddy dio este ejemplo a La Iglesia Madre en 1898: “Orad por la prosperidad de nuestra nación, y por la victoria bajo las armas; que la justicia, la misericordia y la paz continúen caracterizando su gobierno, y que ellas rijan a todas las naciones. Orad para que la presencia divina continúe guiando y bendiciendo a nuestro primer magistrado, a aquellos asociados con su cargo ejecutivo, y a nuestro sistema jurídico; que otorgue sabiduría a nuestro congreso nacional, y sostenga a nuestra nación con la diestra de Su justicia”. Christian Science versus Pantheism, pág. 14.

Un miembro del personal de la Sra. Eddy que la conoció por muchos años, recuerda sus convicciones políticas. Esta persona escribió lo siguiente: “En asuntos de índole pública, la Sra. Eddy consideraba el asunto moral como supremo, el bienestar de la humanidad como lo primordial, y en tales cosas nunca fue neutral. Mediante la comunión con la Mente única, buscaba un claro concepto de lo correcto y de lo incorrecto en cada asunto vital”.

También hace el siguiente comentario: “Su consejo y exhortación hizo de sus estudiantes ciudadanos y patriotas mejores, así como también mejores hombres y mujeres”. Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), pág. 193.

A medida que se aporta una clara visión espiritual a los asuntos políticos, obtenemos suficiente percepción espiritual para discernir lo que necesita nuestro apoyo o nuestra desaprobación. A medida que oramos para comprender mejor el gobierno del Amor divino — esto es, el Principio — sobre los asuntos humanos, reconocemos y apoyamos los asuntos políticos que más reflejan este Principio. Dejamos de ser influidos erróneamente por emociones humanas u opiniones humanas engañosas.

La comprensión espiritual nos alerta a reconocer y rechazar los errores del pensamiento y los valores dudosos que son dañinos para la raza humana. El estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana cultivan la penetrante percepción que nos permite discernir las necesidades de las naciones, así como las de las personas individualmente.

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