Un amigo‚ alguien a quien usted conoce‚ está esperando un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana‚ un medio para que lo ayude a encontrar aquella verdad a la que Cristo Jesús se refirió cuando dijo: “Conoceréis la verdad‚ y la verdad os hará libres”. Juan 8:32. Usted y yo hemos encontrado esta verdad en la Biblia y en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy‚ y podemos compartirla con nuestro prójimo por medio de la literatura de la Ciencia Cristiana.
El Científico Cristiano aprende a aplicar la verdad que libera a la humanidad de toda opresión: el temor‚ la enfermedad‚ la pobreza y toda limitación; y sabe que es la manera más eficaz para solucionar problemas. El estudio de Ciencia Cristiana lo lleva a comprender que todos poseemos el derecho divino a la buena salud‚ al amor‚ la felicidad y la abundancia.
En algún momento de su vida, cuando quizás usted estaba afrontando una enfermedad que no podía sanar‚ o un déficit financiero‚ o‚ quizás‚ buscando sentido a su existencia‚ usted conoció la Ciencia Cristiana. Esta abrió la puerta de su consciencia a un nuevo mundo‚ un mundo en el que la felicidad‚ la salud y la abundancia del bien son la ley de Dios para el hombre y son factibles de ser realizadas. Nuestro amor debe impulsarnos a compartir esta bendición con nuestro prójimo. “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros‚ así también haced vosotros con ellos”‚ Mateo 7:12. declaró Cristo Jesús.
Tanto usted como yo hemos aprendido mediante el estudio de la Ciencia Cristiana‚ que las demostraciones de Jesús al vencer todas las leyes materiales — el pecado‚ la enfermedad‚ y aun la muerte — indican la existencia de leyes espirituales‚ siempre presentes para ser demostradas. De acuerdo con nuestra comprensión de Dios — de Su ley de vida‚ salud y santidad — y de nuestra relación espiritual con nuestro Hacedor‚ sabemos que la ley de armonía de Dios no está envuelta en misterios‚ sino que hoy la puede demostrar todo el que se atenga a sus reglas. Como estudiantes de Ciencia Cristiana, lo hemos comprobado en nuestra propia experiencia y podemos guiar a otros a que encuentren su propia experiencia liberadora. Podemos hacer esto sembrando las semillas de Verdad.
Una vez‚ durante mi clase de italiano‚ cada uno de los miembros del grupo comenzó a decir lo que tal o cual adivino le había pronosticado acerca de su futuro. Las opiniones acerca de si se debía aceptar la veracidad de la lectura de manos eran variadas. Como el tema en discusión trataba la creencia falsa de que el hombre es material y está sujeto a tendencias mortales delineadas en la palma de su mano‚ y como había aprendido‚ mediante el estudio de Ciencia y Salud‚ que el hombre es realmente espiritual y está gobernado por la ley de Dios‚ me mantuve callada. Entonces‚ el profesor me preguntó directamente qué opinaba yo sobre el asunto. Sentí que era una oportunidad que Dios me daba para hablar sobre Ciencia Cristiana‚ y que la semilla no caería “en pedregales” Mateo 13:5.‚ sino en corazones receptivos. Les dije que Dios es la Mente única y que el hombre‚ creado a Su imagen‚ no está sujeto a ningún destino mortal; que Dios es el único gobernador del hombre y de toda Su creación. También dije que‚ por medio de la oración‚ podíamos comprobar la bondad de Dios y podíamos vencer toda discordancia. Por esas razones‚ yo no creía en la adivinación.
Alguien me preguntó si yo había practicado control mental. Respondí que el control mental es otra creencia falsa de que la mente humana puede sanar enviando rayos imaginarios. Les dije que yo era estudiante de Ciencia Cristiana; que el estudio de su libro de texto‚ Ciencia y Salud‚ me había llevado a encontrar la verdad; que había comprobado en mi vida que el cristianismo es una verdad práctica‚ que sana. Agregué que todo aquel que comprende a Dios‚ y la relación que el hombre tiene con El‚ puede comenzar a sanar de la forma en que Cristo Jesús nos lo había mostrado.
Todos mis compañeros‚ incluso el profesor‚ quisieron saber dónde podían comprar el libro de texto. Yo tenía conmigo dos ejemplares de El Heraldo de la Ciencia Cristiana‚ y se los entregué. Mis compañeros tomaron nota de las iglesias filiales de Cristo‚ Científico‚ y de la Salas de Lectura de la Ciencia Cristiana‚ donde podían comprar el libro, y me pidieron si podía llevar a la clase siguiente más ejemplares del Heraldo. Esto me mostró que el mundo está sediento de la Verdad.
La humanidad sí desea encontrar un método que le permita vivir en paz y que establezca una felicidad permanente. Jesús sabía que la solución de los problemas de la humanidad estaba en el conocimiento de Dios‚ la Verdad‚ y en la obediencia a El. Jesús estaba en los negocios de su Padre. Ver Lucas 2:41-49. ¿Cuál es nuestro negocio? Una de las formas de estar en los negocios de nuestro Padre es hacer conocer la Ciencia Cristiana.
Si usted ama la Causa de la Ciencia Cristiana‚ probablemente querrá que los beneficios de esta religión alcancen a todos. De modo que cuando sienta el impulso de dar un Heraldo a una determinada persona‚ en un determinado lugar‚ no permita que sugestiones negativas ahoguen ese impulso. Quizás usted dude debido a los pensamientos sobre si es o no el lugar indicado‚ o debido al temor de que la persona a quien desea darle un Heraldo no vaya a estar interesada o vaya a interpretar mal su propósito. Pero‚ en realidad‚ no es siempre tan importante a quién es que le damos el Heraldo. Quizás la persona a quien se lo damos no lo quiera. Pero puede que él o ella se lo dé a alguien que lo quiera. Lo que podemos saber es que el Heraldo va a llegar a aquel que lo necesite y que lo esté esperando. También‚ podemos comprender que la Mente divina gobierna‚ y que no hay otro gobierno. Y usted puede probar el impulso de compartir sabiendo lo que usted es realidad: el hombre de Dios‚ haciendo sólo Su voluntad. Cada uno de estos puntos puede ayudarlo a discernir cuándo es apropiado compartir el Heraldo o el libro de texto de la Ciencia Cristiana‚ y vencer cualquier temor que pretenda entorpecer la acción de la Verdad.
El año pasado‚ sentí que debía dar un ejemplar de la edición en español del Heraldo a una amiga. Me lo devolvió una semana después‚ sin hacer ningún comentario. Pensé que quizás me había equivocado al entregárselo. ¡No fue así! Unos meses más tarde, me pidió si podía facilitarle un ejemplar de la edición en alemán del Heraldo‚ pues una amiga en Alemania estaba pasando por un mal momento. Dijo que estaba segura de que la lectura de artículos tan inspirados le haría mucho bien a su amiga.
Yo solía pensar que un hospital o un lugar donde se practicara la medicina‚ no era el lugar apropiado para la literatura de la Ciencia Cristiana‚ pues sus artículos se refieren a gente que recurren solamente a la oración para sanarse y han comprobado que la Mente divina es el mejor médico. Sin embargo‚ comprendí que nuestras publicaciones periódicas pueden ser de ayuda‚ no importa donde estén o qué forma adopte el bien. Aun el dar un sencillo consuelo o aliento‚ puede tranquilizar a muchos corazones. Lo importante es no sentirse limitado por la fachada de un hospital‚ una prisión o cualquier otra institución. No hay ningún lugar que no sea apropiado para el libro de texto de la Ciencia Cristiana o nuestra literatura‚ si nuestros esfuerzos para compartirlos están apoyados por la oración.
A veces, es más sabio ofrecer un Heraldo que explicar la Ciencia. Pero cada caso es diferente. El distribuir la literatura de la Ciencia Cristiana es un modo de cumplir con el mandato de Cristo Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15.
Ciencia y Salud dice: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud‚ pág. 494. Usted y yo‚ quienes‚ hasta cierto punto‚ hemos comprobado esta gran verdad en nuestras propias vidas‚ y quienes nos estamos beneficiando continuamente con el estudio de esta Ciencia‚ podemos trabajar unidos e individualmente para sembrar semillas de Verdad. Podemos llevar siempre un Heraldo con nosotros‚ y estar preparados para cuando el Amor divino nos diga: “¡Este es el lugar!”
