Hace algún tiempo, me encontraba sin empleo. No sólo me faltaba empleo, sino también un claro sentido de dirección de mi vida; tenía, además, la presión del pago de un préstamo bancario. Hice algunos intentos desesperados por cambiar las circunstancias, pero ninguno de ellos tuvo éxito.
Decidí, entonces, trabajar más en lo que sabía que podía cambiarse, es decir, mi forma de pensar acerca de la situación. En otras palabras, fui directamente al fondo del asunto. Este pasaje de la Biblia me ha sido de gran ayuda para discernir el propósito verdadero del hombre: “Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” (Isaías 43:6, 7).
Mediante la oración y mi estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, obtuve un punto de vista más espiritual acerca de mí y de la situación. Empecé a ver que, siendo el hombre creado por Dios, vivo para glorificarlo; que estoy en todo tiempo empleado en la expresión de tales cualidades, divinamente derivadas, como lo son el gozo, la inteligencia y el ingenio. Me complacía saber que estaba empleado, de esa manera, para servir a mi Padre.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!