Era el momento de la oración silenciosa en la Escuela Dominical. Los niños estaban muy quietos. Todos tenían los ojos cerrados. Todos menos Sally. Sally estaba mirando lo que pasaba a su alrededor. Vio a Jaime tapándose los ojos con la mano y mirando a hurtadillas. Sally empezó a sonreír. Los dos empezaron a reírse.
Entonces llegó el momento de decir el Padre Nuestro en voz alta. Luego, la maestra preguntó a los niños si sabían orar en silencio. Sally dijo que no. Los demás no estaban seguros.
La maestra les preguntó si de vez en cuando les gustaba tener unos momentos de tranquilidad para pensar sobre sus cosas.
Sally dijo: — Sí, a mí me gusta, especialmente cuando he pasado un día muy divertido.
La maestra sonrió y dijo: — Eso es parecido a la oración silenciosa, con la diferencia de que en la oración silenciosa, ustedes piensan en todas las cosas buenas que Dios les ha dado y hablan con El. Podrían decir: “Gracias, Dios mío por un día tan lindo”.
Sally quería hacer más preguntas.
—¿Cómo podemos hablar con Dios? No Lo podemos ver.
— La Biblia nos dice que Dios es Espíritu y Amor, por lo tanto, El está con nosotros aunque no podamos verlo — dijo la maestra.
— Sabemos que El está presente cuando nos sentimos amados y protegidos. El nos hace sentir seguros, sin ningún temor.
Sally todavía no estaba segura sobre qué hablar con Dios durante la oración silenciosa.
La maestra la abrazó.
—¿De qué hablas con tu papá, cuando estás acurrucada sobre sus rodillas, sintiendo cuán fuerte te está abrazando?
— A veces no hablamos nada. El me canta y a mí me gusta escucharlo. Me siento muy feliz cuando estoy en sus brazos.
— Bueno, cuando ores, tal vez puedas pensar en Dios como tu verdadero Padre que está amándote y abrazándote. El hace esto enviándote Sus ángeles, Sus pensamientos. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice que los ángeles son “pensamientos de Dios que vienen al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, de la pureza y de la inmortalidad, que contrarresta todo mal, toda sensualidad y toda mortalidad” (pág. 581). Estos te hacen sentir feliz y te llenan de amor por todas las cosas. A veces, si cerramos los ojos cuando oramos, podemos prestar mejor atención a los pensamientos angelicales.
Al domingo siguiente durante la oración silenciosa, Sally se acordó de cerrar los ojos y se quedó muy quieta. La maestra preguntó a la clase: —¿Estuvieron atentos a los pensamientos angelicales? — Sí, contestaron todos —. Estos son algunos de los pensamientos con los que oraron:
— Estoy contento de que Tú me ames. Enséñame más cosas.
— Quisiera que Tus ángeles hablaran conmigo todo el tiempo.
— Me gusta escuchar Tu voz, y espero que Te podré oír.
— Te amo y volveré aquí el próximo domingo para hablar otra vez contigo.
Sally estaba contenta porque sabía cómo orar. Se sentía feliz al pensar que ella podía hablar con Dios en todo momento y que Sus pensamientos angelicales le dirían todo lo que ella necesitara saber.
¡Dios tiene tantos ángeles! Sally pensó que sería lindo pedir a Dios que le mandara ángeles todos los días.