Era el momento de la oración silenciosa en la Escuela Dominical. Los niños estaban muy quietos. Todos tenían los ojos cerrados. Todos menos Sally. Sally estaba mirando lo que pasaba a su alrededor. Vio a Jaime tapándose los ojos con la mano y mirando a hurtadillas. Sally empezó a sonreír. Los dos empezaron a reírse.
Entonces llegó el momento de decir el Padre Nuestro en voz alta. Luego, la maestra preguntó a los niños si sabían orar en silencio. Sally dijo que no. Los demás no estaban seguros.
La maestra les preguntó si de vez en cuando les gustaba tener unos momentos de tranquilidad para pensar sobre sus cosas.
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