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El paso apropiado para un mejor progreso

Del número de noviembre de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En vista del paso acelerado de la manera de vivir moderna, es esencial que adoptemos nuestro propio paso, que no sea ni apresurado ni lento. De esa manera, haremos un mejor progreso en todas nuestras actividades.

La rapidez física no es el problema, pero sí lo es la prisa indebida. Una ilustración moderna de tal prisa, se ve en la actitud inoportuna de adelantarse a los acontecimientos. ¿Acaso no revela esto la creencia de que la oportunidad depende de medidas cronológicas y que, de alguna manera, necesitamos una ventaja inicial? Tal tendencia es corregida rápidamente al comprender que la oportunidad realmente pertenece a la Mente — es decir, a Dios — y de ninguna manera al cerebro o a la cualidad física. Podemos aprender a detenernos y considerar “las maravillas de Dios”, Job 37:14. como leemos en el libro de Job.

Otro punto que conviene tomar en cuenta, es que la identidad de cada uno de nosotros, como el hombre de Dios, es la imagen y semejanza de la Mente infinita y siempre presente. Debido a que el hombre refleja a Dios, podemos reclamar nuestro dominio sobre las medidas de tiempo, incluso aquellas supuestamente determinadas por un bello planeta que gira en el espacio. Tampoco tenemos que afanarnos por marchar al paso del apresurado egoísmo de la descarriada manera de pensar humana que, con tanta frecuencia, está preocupada por adelantarse al reloj. El sincero buscador de la Verdad, de Dios, rechaza la creencia de que tiene demasiado o muy poco tiempo, y ya está empezando a ver que es normal estar libre de las limitaciones y presiones del tiempo. En el grado en que percibimos que las limitaciones del tiempo no tienen poder porque no tienen realidad en la infinitud de Dios, reducimos al mínimo los efectos destructivos del tiempo en nuestra experiencia.

Incluso en medio de una crisis podemos calmar la sensación de pánico. Podemos recordar que la dirección inspiradora y la protección están a nuestra disposición. En realidad, todo está bajo el gobierno de la Mente perfecta y única.

El Maestro, Cristo Jesús, no estaba restringido por el tiempo. Los Evangelios jamás indican que estuviera de prisa o limitado de tiempo. Se comunicaba serenamente con Dios, la fuente divina de todas las ideas correctas. Y pacientemente exhortaba a sus discípulos a seguir su ejemplo. En cierta ocasión dijo Jesús a sus seguidores: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco”. Y el relato de la Biblia prosigue para explicar por qué era necesario ese descanso: “Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer”. Marcos 6:31.

Pero casi inmediatamente después de esto, unos cinco mil se habían reunido para escuchar sus enseñanzas. Ver Marcos 6:35–44. A decir por el relato, era evidente que no había prisa ni preocupación en el mandato de Jesús de alimentar a todos. Y vemos una serena confianza en la bendición del Maestro de los cinco panes y dos peces, que, por cierto, alimentaron a todos ellos. El planeamiento mortal no hubiera podido dar ese ejemplo de la presencia del bien.

No obstante, ahora parece que la gente está atemorizada, no debido a muy poco planeamiento, sino debido a mucho planeamiento hecho con ansiedad. Esto sin mencionar la creciente tecnología global y su concomitante e intensa rivalidad. ¿No habrá venido algo de esto por dejar que los temores humanos dicten un ritmo de vida que no está basado en la comprensión espiritual? Tal vez necesitemos estar más conscientes de una inteligencia superior para comprender cuál es el mejor paso para nosotros. Ante estas presiones del mundo, necesitamos un descanso espiritual en un “lugar desierto”, un lugar donde podamos descansar bajo la seguridad del completo gobierno que tiene Dios sobre Su universo, libre de preocupación indebida por presiones locales y mundiales.

En lugar de permitir que el mundo defina el paso y propósito de nuestra vida, podemos dejar que Dios lo haga. El paso del Amor divino puede parecer que difiere entre un individuo y otro, y entre una tarea y otra, pero siempre es el paso apropiado. Si nos embarga una sensación de presión o necesitamos fijarnos, mediante la oración, una meta más espiritual o seguir más de cerca el tierno paso del Amor, este paso no tiene que ser necesariamente lento, sino singularmente apropiado para nosotros.

No tenemos por qué aceptar alguna sugestión de que el seguir el paso que Dios nos indique dará motivo para que nos retrasemos en cumplir las exigencias que se nos hagan. Al contrario, cuanto más nos esforcemos por escuchar las ideas divinas, tanto mejor serán nuestros esfuerzos humanos, y estarán más en armonía con los mejores objetivos en nuestra comunidad y en nuestro mundo. Por cierto, la calidad de nuestros esfuerzos mejorará en la proporción en que dejemos que la inspiración divina transforme nuestra obra, ya sea una transacción comercial, un esfuerzo atlético, o alguna empresa creativa. Estaremos, de hecho, adelante del paso promedio en nuestro campo de acción, porque llevaremos el paso con los mejores propósitos y móviles. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “En la transmisión figurada del pensamiento divino al humano, la diligencia, la prontitud y la perseverancia son comparadas con ‘los millares de animales en los collados’. Traen el bagaje de la firme resolución y llevan el paso con los más altos propósitos”.Ciencia y Salud, pág. 514.

Una diligente y perseverante estudiante de Ciencia Cristiana era también una ocupada ama de casa. Quería usar su tiempo de la mejor manera. Pero parecía tener mucho que hacer, y, para colmo, se le ofreció el puesto de bibliotecaria en la Sala de Lectura de la filial de su Iglesia de Cristo, Científico. Aceptó, aunque con cierto recelo.

Una amiga amablemente le recordó que no estaba bajo ninguna de las llamadas restricciones del tiempo. Como idea de Dios, el hombre, ella reflejaba a la Mente siempre presente, Dios, y no estaba sujeta a la tiranía de la cronología. De manera que no había nada que temer; siempre y cuando obedeciera a Dios, el Amor divino le marcaría el paso y la oportunidad apropiados en todas sus actividades para asegurarle progreso espiritual. Con esta nueva convicción, se sintió segura de que su aparente necesidad de tiempo, en el cual cumplir todas sus tareas, se iría solucionando cada vez más.

Empezó a darse cuenta, más claramente, de que podía dar todos los pasos apropiados sin sentirse acosada por falta de tiempo. Estaba en conformidad con el plan que Dios tenía para ella. Y al empezar este trabajo de la iglesia, vio que estaba usando su tiempo más sabiamente. Los proyectos necesarios fueron terminados fácilmente, y las tareas normales fueron cumplidas sin fatiga ni ansiedad.

Por los mismos medios basados en la oración, nosotros también podemos expresar la sabiduría que nos trae la actividad pacífica y sin prisa. No somos personalmente responsables de vencer las frustraciones y los temores, pero nuestro adelanto sin prisas, que descansa en nuestra comprensión del Principio divino que es Dios, será una bendición para todos. Y junto con nuestra progresiva comprensión, vendrá un gozo divinamente abundante con la apropiada actividad.

Tal actividad, dondequiera que la estemos desarrollando, tendrá una influencia cada vez más amplia. En nuestra propia manera individual, estaremos llevando “el paso con los más altos propósitos”. Saldremos de experiencias difíciles o restrictivas con un sentido más elevado del dominio no apresurado, sino invencible, del Principio sobre el tiempo.

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