Mucha gente se enamora, se casa y tiene hijos. Pero ocasionalmente, en toda familia, surgen problemas matrimoniales. La Ciencia Cristiana ofrece ayuda para encarar esos problemas. Fortalece la felicidad en el matrimonio promoviendo, en mayor medida, la generosidad, el perdón y el mutuo afecto, elementos necesarios para establecer un matrimonio firme.
Algunas veces, la presión en las relaciones puede llegar casi a destruir los tiernos vínculos que han ido creciendo con el correr del tiempo. ¿Qué puede hacer un esposo o una esposa que anhela mantener y proteger la alegría y el sagrado propósito del matrimonio? ¿Es la Ciencia Cristiana una ayuda práctica en diarias situaciones como ésa?
Sí, la Ciencia Cristiana ayuda a que se cumplan esperanzas legítimas. “No he venido para abrogar, sino para cumplir”, Mateo 5:17. responde con Cristo Jesús. La Ciencia Cristiana, cuando se vive, hace que se manifieste el bien, lo provechoso y el amor en toda buena institución, incluso en la del matrimonio.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, hay todo un capítulo intitulado “El matrimonio” que puede ayudar a quienes procuran mantener el valor permanente del matrimonio en bien de la civilización. En ese capítulo hallamos, entre otras cosas, el consejo sabio y paciente que un verdadero padre nos daría. Hay firmes y vigorosas aseveraciones sociales y declaraciones de la Verdad eterna que pueden elevar nuestra percepción hacia vistas más divinas, las cuales abren el camino a la tierna dirección de Dios para ambos cónyuges.
La naturaleza de muchos problemas en las relaciones es que parece que nos hacen perder nuestra perspectiva. Nos volvemos como una persona hipnotizada, “controlada” por móviles y pensamientos que no son nuestros y que radican en el último desacuerdo, palabras específicas que se dicen y sentimientos heridos. O tal vez nuestra manera de pensar se aferre en repasar los defectos de nuestro cónyuge. Pero la Ciencia Cristiana — la Ciencia del Amor divino y su práctica aplicación a los asuntos humanos — se presenta ante esta confusión con compasión y orden. No empieza con la dificultad presente, sino con la fuente de toda curación: Dios, Espíritu.
Al recurrir en oración y de todo corazón a Dios, vemos que siempre se presenta una solución. Con frecuencia es necesario transigir. Pero, algunas veces, la oración revela que un cambio verdadero de nuestro carácter es un requisito para que se sienta nuevamente el amor, que debe ser natural en el matrimonio. Puede ser que este cambio profundo lleve tiempo, como generalmente ocurre en la reformación cristiana. En este caso necesitamos orar para dejar que la bondad y el amor de Dios llenen nuestros corazones; entonces Su verdad empezará a corregirnos. Este es un punto esencial en la práctica sanadora de la Ciencia Cristiana: la oración nos capacita para corregir en nosotros lo que no es semejante a lo divino. Así que al orar en bien de nuestro matrimonio, no estamos orando para cambiar al “otro”. La oración es eficaz sólo cuando brota de la humildad y de un corazón acongojado y contrito, de un deseo de manifestar más las cualidades propias del Cristo.
Cuando comprendemos que Dios es Espíritu y que el hombre es Su linaje espiritual, creado a Su imagen, entonces podemos abandonar la creencia de que el hombre es material con una herencia y características de personalidad establecidas. No tenemos por qué vivir con rasgos de carácter que nos han sido pasados a través de muchas generaciones. A medida que nos apoyamos en la verdad de nuestra identidad espiritual como hijos de Dios, nuestro carácter se transforma. La dureza de corazón es reemplazada con una mayor amabilidad y benevolencia en las acciones y palabras. El egoísmo es reemplazado con la atención y la templanza. Cuando comprendemos que Dios es Verdad y que la semejanza de la Verdad es realmente recta, íntegra y justa, nos damos cuenta de que el punto de vista del mundo que considera que el hombre es mortal y que está gobernado por la duplicidad o por móviles menos que justos, no puede ser verdadero. El esforzarse por demostrar los hechos espirituales respecto a nuestro ser, purifica nuestros móviles y nos capacita para ser más indulgentes, consecuentes y veraces.
Cuando comprendemos que el Amor es divino, Dios, y que el hombre refleja el Amor en bondad pura y continua, ya no podemos aferrarnos a la creencia de que el amor es un sentimiento finito que viene de nosotros. Vemos que viene de Dios. Entonces, empezamos a eliminar del hogar esos sentimientos que son todo menos bondadosos. Son borrados los sentimientos de justificación propia y de orgullo, que quisieran separar los mutuos intereses y terminar, poco a poco, con la ternura natural. Entonces habrá menos desavenencia o enojo durante los problemas maritales, porque estamos orando para ver lo que es verdadero: la presencia misma del Amor que está en todas partes. De esta manera descubrimos y sentimos en maneras continuamente nuevas que “el hogar es el lugar más querido en la tierra, y debiera ser el centro, mas no el límite, de los afectos”,Ciencia y Salud, pág. 58. como afirma Ciencia y Salud.
Cuando dejamos que las verdades de la Ciencia Cristiana crezcan y se desarrollen de manera natural dentro del matrimonio, no pueden eliminar la individualidad. Más bien, fortalecen y nutren al cristiano para que exprese más cualidades propias del Cristo, y así ser más individual y creativo. Contrario a lo mucho que hemos oído y leído hoy en día acerca del matrimonio — que es sofocante y que puede limitar las posibilidades individuales — siempre podemos hallar nueva belleza y liberalidad en el matrimonio debido a las continuas oportunidades para cuidar uno del otro sin egoísmo. Cuando vivimos realmente la Ciencia Cristiana en nuestro matrimonio, expresamos más al hombre ilimitado y en continuo progreso creado por Dios, y tenemos el bendito privilegio de compartir las alegrías de nuestro cónyuge.
La oración en bien de nuestro matrimonio es sumamente valiosa y digna de tomarse en cuenta. Es mucho más que la “manera de pensar positiva”. No consiste en cerrar los ojos a los problemas. La oración es comunión con Dios. La oración sincera y firme, en bien de nuestro matrimonio, permite que los hechos espirituales del ser — que Dios y el hombre están por siempre unidos y que el hombre es el amado linaje de Dios — bendigan una amistad permanente. Nos capacita para ver más claramente lo que en nuestra consciencia es desemejante a lo divino. Nos da la oportunidad de vivir concretamente con lo que estamos aprendiendo en el contexto del amor, la protección y la mutua confianza.
Quien desee verdadero progreso y amor en su matrimonio, puede leer el capítulo sobre el matrimonio en el libro de texto de la Ciencia Cristiana y luego empezar a ponerlo en práctica. Ciencia y Salud está disponible en toda Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana (se encuentran en el directorio de teléfonos). Todos podemos dejar que este capítulo sea nuestro consejero y leal amigo en quien podemos confiar. Hay un bien maravilloso a experimentarse en el matrimonio, y las enseñanzas de la Ciencia Cristiana pueden ayudarnos a encontrarlo y vivirlo.
Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros,
y su amor se ha perfeccionado en nosostros.
1 Juan 4:12