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Mientras criaba a una familia de cinco hijos, las muchas curaciones...

Del número de noviembre de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mientras criaba a una familia de cinco hijos, las muchas curaciones que tuvimos hicieron que estas palabras del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, fueran muy reales para mí (pág. 494): “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.

Una curación que, a través de los años, ha sido una fuente de gran inspiración para nuestra familia, ocurrió cuando uno de mis hijos tenía catorce meses. Estábamos viviendo temporalmente en casa de mi suegra mientras se hacían extensas reparaciones en nuestra casa.

Una tarde, yo estaba al lado de la estufa mientras vertía jugo de uva hirviendo en frascos de vidrio para enlatar. La estufa estaba en línea directa con la puerta de entrada a la casa, que estaba abierta, y con una ventana trasera de la cocina, que también estaba abierta. Mientras vertía el líquido caliente, una fresca brisa sopló repentinamente a través de la casa, y el frasco que tenía en la mano literalmente explotó. Mi niñito acababa de entrar en la cocina y se había sentado en el suelo. El jugo caliente se derramó sobre él y también en mi brazo y mano.

Cerca de nosotros, en la cocina, estaban mi suegra y su hija, ambas estudiantes de Ciencia Cristiana. Inmediatamente levantaron al niñito y lo limpiaron, mientras lo calmaban y consolaban. Como Científicas Cristianas, sabíamos que Dios es Todo, que El es Amor y que en todo momento está cuidando de Sus hijos. También estábamos confiadas en que, puesto que Dios no ha creado el mal, éste no es ni real ni poderoso, y no puede causar dolor o sufrimiento. En menos de diez minutos, el niño dejó de llorar y estaba contento de nuevo. El Cristo, como lo demostró Jesús, estaba presente para sanar y consolar.

Esa noche, cuando acosté al niño, sólo tenía dos ampollas en la mano, y pronto desaparecieron. Las quemaduras en mi mano y brazo también habían desaparecido al final del día.

¡Qué inspiración es leer en la Biblia acerca de los relatos de las curaciones que Cristo Jesús realizó, y de su amoroso pero firme mandato de que sigamos su ejemplo! Estoy muy agradecida porque su leal seguidora, la Sra. Eddy, haya compartido su descubrimiento de la Ciencia del Cristo con el mundo, haciendo posible que cada cual comprenda y practique la verdad acerca de Dios y de Su creación, el hombre. Esta Ciencia ciertamente está bendiciendo a la humanidad.

Me ha sido muy provechoso ser miembro de una iglesia filial de la Iglesia de Cristo, Científico, así como de La Iglesia Madre. Ha sido una gran alegría haber servido como Segunda Lectora, maestra de la Escuela Dominical y miembro de la junta fideicomisaria de mi iglesia filial. Las actividades de la iglesia continúan dándome inspiración y bendiciones. Un gran paso de progreso fue la experiencia de tomar instrucción en clase de Ciencia Cristiana. Las reuniones anuales de la asociación aumentan nuestra inspiración y conocimiento.

Mis nietos forman ahora parte de la sexta generación de estudiantes de Ciencia Cristiana en nuestra familia. Me siento muy agradecida.


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