“Según la horticultura, es un evento que ocurre una vez en la vida”. Así fue como un botánico describió el florecimiento de una rara Puya raimondi en los jardines botánicos de la Universidad de California, E.U.A.The Boston Globe, 14 de septiembre de 1986, pág. 110.
Hace treinta años, una semilla de esta rara planta boliviana fue traída a los Jardines Botánicos. No se esperaba que esta planta, que tarda verdaderamente muchos años en florecer, floreciera hasta después de un siglo. Pero el año pasado, para regocijo de sus jardineros, la flor del tallo central comenzó a brotar y creció casi dos pisos de altura, unos setenta y cinco años antes de lo previsto.
No podía dejar de preguntarme cuál había sido la reacción de los botánicos cuando, treinta años antes, habían recibido tan singular semilla. ¿Qué les había impedido simplemente desecharla? Después de todo, no esperaban verla florecer jamás. Pero, naturalmente, existe una clase de cuidado amoroso que no abandonaría las cosas que ocurren una vez en la vida, ya sea en el mundo de la botánica o en otros ámbitos.
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