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Después de años de búsqueda tratando de hallar una religión práctica,...

Del número de junio de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Después de años de búsqueda tratando de hallar una religión práctica, encontré una manera totalmente nueva de pensar y de vivir. ¡Encontré la Ciencia Cristiana! Estoy muy agradecida por la guía de Dios, por Su hermosa respuesta a mis oraciones.

Mucho antes de haber conocido esta Ciencia, estuve internada en un hospital con un severo problema renal que, durante un tiempo, había amenazado mi vida y la de mi hijo que estaba por nacer. Siempre se me había enseñado que se suponía que debíamos aceptar todo aquello que Dios enviaba a nuestras vidas, pero, que también, debíamos orar a Dios para que nos liberara de nuestros problemas, si esa era Su voluntad. Este enfoque me había dejado totalmente confundida sobre el tema del amor y de la protección de Dios.

Unos meses después de haber conocido la Ciencia Cristiana, desperté una mañana sintiendo todos los alarmantes y agudos síntomas del problema del riñón. Mi esposo decidió llevarme al hospital. Pero antes, debía ir rápidamente al supermercado para que los niños se pudieran preparar solos su desayuno. Cuando mi esposo salió, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana ya que, por ese entonces, yo había aprendido que no debía aceptar mansamente la enfermedad, sino que podía depender de Dios para la curación.

Aparentemente, la practicista vio que lo que yo más necesitaba era sanarme del temor. Me indicó que los momentos previos de enfermedad nunca habían tocado mi verdadero ser como idea de Dios. Hacía alrededor de un año que yo estaba estudiando Ciencia, pero mi pensamiento en ese momento fue: “¡Usted no diría eso si hubiese estado en mi lugar en el hospital! ¡Estuve a punto de morir!” Sin embargo, percibí la dedicación de la practicista; acepté su afirmación como verdadera, permitiéndole que hiciera su trabajo de oración para mí.

El temor desapareció casi inmediatamente cuando yo acepté el hecho de que, en realidad, la dolencia nunca había sido parte de mí anteriormente y, en ese momento, no tenía nada que ver conmigo. Cuando mi esposo regresó del supermercado, yo estaba durmiendo apaciblemente y los síntomas externos habían desaparecido. Me despertó, pero le dije que una practicista estaba orando por mí, y que todo estaba bien. A regañadientes se fue para su trabajo. Cuando regresó al mediodía, encontró un almuerzo caliente que yo había preparado; el resto de la debilidad que aún sentía, desapareció durante esa misma tarde, y mi curación fue completa. El problema no ha vuelto a aparecer.

La primera curación que hubo en mi familia ocurrió cuando nuestro hijo mayor se rompió un diente, perdiendo casi la tercera parte del mismo. Por medio del trabajo de oración de un practicista, el diente se le restauró totalmente en sólo unos días.

En otra ocasión, los colmillos de nuestra hija menor comenzaron a aparecer al lado de sus dientes de leche, en vez de empujarlos. Hacía unos meses que la había inscrito en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, y ella misma se puso a orar acerca de esa situación. En un par de semanas, los dientes se reinsertaron dentro de las encías, los dientes de leche se cayeron y los nuevos dientes comenzaron a salir en forma correcta.

Otras curaciones incluyen aquellas de resfríos, alergias de la piel, infecciones que solían atormentarme cada verano, temor a conducir, una quemadura de grasa muy seria, y una tendencia a tener uñas encarnadas. También experimenté la completa restauración de la punta de un dedo cuando fue cortada.

Cada día encuentro más cosas para aprender, más para hacer, y todo ello me ayuda a crecer espiritualmente. ¡Qué maravilloso es tener una religión que puedo usar en cada situación, sea cual fuere! Me siento tan bendecida por sentir que tengo un Dios que es Amor. Estoy muy agradecida por haber encontrado la Ciencia que se puede probar en forma total. ¿Se podría pedir algo más?


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