El hombre, la idea más elevada de la creación, debe funcionar de acuerdo con el propósito para el cual Dios, su Principio divino, lo creó. Ha sido creado por un amoroso Padre-Madre Dios para desempeñar una función específica: expresar la naturaleza de Dios. Esa es la razón de su existencia. La causa divina gobierna su efecto de una manera absoluta. Y el hombre, en su ser verdadero, es el hijo, el efecto, la emanación de la gran Causa Primera que es Dios.
El hombre espiritual, el representante amado de su Principio divino, Dios, nunca puede ser separado de ese Principio, y jamás puede dejar de dar evidencia de su unidad con el Principio, el origen divino de su ser, o fracasar en su intento.
La Sra. Eddy nos enseña: “Aprendemos en las Escrituras, como en la Ciencia divina, que Dios lo hizo todo; que El es el Padre y Madre universal del hombre; que Dios es Amor divino: por tanto, el Amor divino es el Principio divino de la idea divina llamada hombre; en otras palabras, el Principio espiritual del hombre espiritual. Ahora bien, no perdamos de vista esta Ciencia del hombre, mas percibámosla claramente; entonces veremos que el hombre no puede ser separado de su Principio perfecto, Dios, por cuanto una idea no puede ser arrancada de su base fundamental”.Escritos Misceláneos, pág. 186.
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