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Levántate y anda, ahora, no mañana

Del número de junio de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aquí en mi país, las Filipinas, tenemos la costumbre de decir “mañana”, que significa “dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”. A menudo oigo tanto a maestros como alumnos decir: Bukas na lang, o sea, “lo haremos mañana”. Yo misma lo he dicho, especialmente tratándose de alguna tarea escolar o doméstica, ¡y hasta para leer la Lección Bíblica semanal! En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.

Yo tengo que preparar el desayuno en mi casa, y siempre tenía el propósito de leer la Lección-Sermón antes de prepararlo. Mas parecía que eso nunca daba resultado. Cuando sonaba el pequeño despertador que tenía debajo de mi almohada, pensaba en levantarme y ponerme a leer; pero, al parecer siempre había algo que me lo impedía. Después, me decía a mí misma: “Todavía tengo el martes, entonces puedo leer la lección”. Cuando llegaba el martes sentía más pereza aún para levantarme y leer. Mas cuando era la hora de preparar el desayuno, ¡me levantaba de inmediato! Después pasaba el miércoles, jueves, viernes y sábado sin que nada hubiese cambiado. No había leído ni siquiera una sección de la Lección-Sermón, así que no podía participar inteligentemente en los comentarios sobre la Lección-Sermón en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

Empecé por preguntarme: “¿Por qué no puedo ‘levantarme’ en la mañana cuando es hora de leer la lección?” La palabra futuro me vino al pensamiento y me pregunté: “¿Qué pasará conmigo mañana, pasado mañana, el mes que viene y en los años venideros, si continúo con la costumbre de decir mañana?” Mi respuesta fue: “No habrá un mañana brillante para mí. No habrá desarrollo o progreso en el futuro”.

El mañana siempre llega para que trabajemos y oremos por nuestro desarrollo espiritual. Pero ese mañana no debiera ser una excusa para ser indolentes hoy. Como dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”.Ciencia y Salud, pág. vii. Cuando percibí esto, determiné que diariamente a las cuatro de la mañana, iba a leer la Lección-Sermón. Desde ese momento, siempre he tenido tiempo suficiente para hacer otras cosas.

Si no hubiese tenido un conocimiento de la Ciencia Cristiana no hubiese podido ver cómo la costumbre de decir “mañana” retrasaba mi progreso espiritual. Debido a que quería vencer ese hábito, tenía que saber que era hija de Dios, obediente a Su “silbo apacible y delicado”, y levantarme y trabajar. Vi que la excusa de decir “siempre hay un mañana” era para dejar de hacer algo que podía hacerse ahora.

Comprendí claramente que, como imagen y semejanza de Dios, el hombre expresa Su ahora. Por lo tanto, yo no necesitaba esperar hasta el día siguiente para expresar a Dios más plenamente. El mañana se construye sobre el hoy. Y la Biblia nos dice: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. 2 Cor. 6:2. Por lo tanto, yo tenía que “levantarme” de inmediato. Cristo Jesús no dijo a quienes habían estado sufriendo durante muchos años: “Levántate y anda, mañana”. Progresando ahora, estaré en condiciones de enfrentar y eliminar las creencias del mañana.

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