Aquí en mi país, las Filipinas, tenemos la costumbre de decir “mañana”, que significa “dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”. A menudo oigo tanto a maestros como alumnos decir: Bukas na lang, o sea, “lo haremos mañana”. Yo misma lo he dicho, especialmente tratándose de alguna tarea escolar o doméstica, ¡y hasta para leer la Lección Bíblica semanal! En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
Yo tengo que preparar el desayuno en mi casa, y siempre tenía el propósito de leer la Lección-Sermón antes de prepararlo. Mas parecía que eso nunca daba resultado. Cuando sonaba el pequeño despertador que tenía debajo de mi almohada, pensaba en levantarme y ponerme a leer; pero, al parecer siempre había algo que me lo impedía. Después, me decía a mí misma: “Todavía tengo el martes, entonces puedo leer la lección”. Cuando llegaba el martes sentía más pereza aún para levantarme y leer. Mas cuando era la hora de preparar el desayuno, ¡me levantaba de inmediato! Después pasaba el miércoles, jueves, viernes y sábado sin que nada hubiese cambiado. No había leído ni siquiera una sección de la Lección-Sermón, así que no podía participar inteligentemente en los comentarios sobre la Lección-Sermón en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Empecé por preguntarme: “¿Por qué no puedo ‘levantarme’ en la mañana cuando es hora de leer la lección?” La palabra futuro me vino al pensamiento y me pregunté: “¿Qué pasará conmigo mañana, pasado mañana, el mes que viene y en los años venideros, si continúo con la costumbre de decir mañana?” Mi respuesta fue: “No habrá un mañana brillante para mí. No habrá desarrollo o progreso en el futuro”.
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