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Los animales de Dios

Del número de junio de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Zorros y osos polares, focas que necesitan que se las proteja, y monos que aprenden a “hablar”; la lista continúa.

¿Ha notado usted cuántas noticias e información acerca de toda clase de animales llega al público hoy en día? La gente siempre ha amado a sus animales predilectos. Pero algo nuevo está ocurriendo. Nos estamos interesando con afecto en los animales, y de una manera y en una proporción que son nuevas. Es una señal alentadora de los tiempos.

Noticias televisadas durante las horas en que es mayor el número de televidentes informan sobre los esfuerzos que se hacen para salvar a alguna ballena extraviada en el río “equivocado” o sobre los intentos para evitar que una manada de ballenas encalle en las playas.

Recientemente, hemos leído que al lobo norteamericano se le ha restituido su reputación. Ahora se sabe que es de carácter equitativo y que su devoción a la familia es notable.

¿Debiera sorprendernos, en realidad, que a medida que la consciencia de la humanidad madure espiritualmente veremos un creciente aprecio por toda clase de animales y por el ambiente? A medida que las personas aceptan en mayor medida las cualidades propias del Cristo, y crecen en espiritualidad, se perciben mutuamente de manera diferente. En lugar de ver a alguien con quien batallar, se regocijan en las costumbres y celebraciones que realzan la vida de sus vecinos. De manera similar, estamos comenzando a comprender más y más que los animales no son algo para maltratar o dominar, sino algo en lo cual regocijarse y que debemos comprender.

Las enseñanzas de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) guían nuestro pensamiento más ampliamente en esta dirección. Nos enseñan, por ejemplo, que así como no comprendemos la naturaleza verdadera del hombre de Dios hasta que no dejamos que el Cristo, o idea espiritual, ilumine nuestro punto de vista acerca del hombre, así tampoco conocemos el resto de la creación como Dios realmente la hizo hasta que no la concibamos espiritualmente. A medida que el Cristo, la Verdad, eleva y transforma nuestro pensamiento, también podemos esperar a llegar a comprender más acerca de las ideas de Dios como El las ha hecho.

En la Biblia, el libro del Génesis nos habla acerca de las grandes ballenas, peces del mar, aves, bestias, ganado, y todo animal que se arrastra. Y todas esas criaturas son vistas como parte de la buena creación de Dios. Noé salva del diluvio a representantes de esas especies. Y a lo largo de la Biblia, como, por ejemplo, en el libro de Job, algunas criaturas como el inmenso behemot (“He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta” Job 40:23.), son consideradas con admiración por su fuerza, y otras son apreciadas por su agilidad o belleza.

Pero si tratamos de conceptuar a Dios como el creador de un reino animal, el cual, por muy variado y bello que sea, expresa el generalmente aceptado significado de la palabra animalidad, tropezamos con una gran dificultad. ¿Habría hecho Dios animales que parecen principalmente destinados a comerse los unos a los otros: especies menores que tienen que morir para que otras más grandes puedan vivir? ¿Habría determinado un creador afectuoso y sabio el corto lapso de vida de amados perros domésticos, por ejemplo? ¿Habría El ideado las formas voraces que parecen vivir solamente para atacar a otras formas de vida?

Si creyéramos esto, tendríamos que cambiar nuestro concepto de que Dios es un creador afectuoso. En vez de eso, hace mucho más sentido cambiar nuestro concepto en cuanto a la creación. Lo que no está de acuerdo con Dios, el único creador, podemos asumir que no es la palabra final, ni real ni sustancial. Necesitamos la humildad para estar dispuestos a buscar la creación espiritual que estaría de acuerdo con el Espíritu, o Dios.

Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, hace hincapié en esto: “Dios es la Vida, o inteligencia, que forma y preserva la individualidad e identidad tanto de los animales como de los hombres”.Ciencia y Salud, pág. 550. Específicamente, entonces, el no creer en el cuadro del desenfreno carnívoro, de la violencia, del comportamiento instintivo (es decir, animalidad) descritos por los sentidos, y aferrarnos, en vez, a los hechos divinos de la creación espiritual, puede empezar a darnos una perspectiva diferente y sanadora. Y esta perspectiva hace que discernamos más profundamente la verdadera creación de Dios —la naturaleza verdadera de las ideas divinas de la Mente— en nuestra experiencia diaria.

Se han efectuado curaciones maravillosas de animales de granja y de animales domésticos orando sobre esta base. Por ejemplo, cuando yo era niño, recuerdo haber presenciado la curación que tuvo nuestra perra de un disco dislocado, diagnosticado así por un veterinario, y, en otra ocasión, de un chichón en la cabeza que había tenido por mucho tiempo. Una vez cuando ella se extravió, fui impulsado espiritualmente, cuando yo estaba orando, a salirme del camino e internarme hasta el centro de un gran sembradío de maíz, donde pude dirigirme directamente a ella, levantarla y llevarla a casa. La oración, según la Ciencia Cristiana, ha sanado a gatos de la familia de garrapatas en los oídos, moquillo, una pata atrofiada y enfermedades de los riñones, sin ninguna ayuda médica.

Pero podemos esperar ver más que las curaciones de enfermedades físicas de animales. A medida que la fermentación espiritual de la consciencia humana continúe, vislumbraremos algo del ser verdadero de los animales, más de su inteligencia, individualidad, compatibilidad y propósito. Cada una de las criaturas de Dios es, después de todo, esencial para la riqueza y perfección de la creación de Dios. La humanidad tiene importantes lecciones que aprender de los animales; lecciones que todos necesitamos en gran manera, acerca del amor, de la fidelidad, bondad, gracia, independencia, belleza y nobleza, que son aspectos del ser verdadero que Dios expresa a través de Su creación.

La Sra. Eddy hace esta fascinante observación en el capítulo intitulado “Génesis” en Ciencia y Salud: “Dios da la idea menor de Sí mismo como un eslabón para la mayor y, en cambio, la más alta siempre protege a la más baja.. . El Amor da a la idea espiritual más pequeña poder, inmortalidad y bondad, que brillan a través de todo, como la flor brilla a través del capullo”.Ibid., pág. 518.

A medida que obtengamos un concepto mejor y más fuerte de la maravilla y perfección de la creación del Espíritu, ¡qué lecciones irá aprendiendo la humanidad acerca de estos eslabones con el “mayor”! ¡Qué cambios continuarán viniendo al concepto que tiene la humanidad de la creación del creador!

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