Probablemente ningún Científico Cristiano de ese tiempo fue mejor conocido por el público que Alfred Farlow cuando terminó su cargo como primer Gerente del Comité de Publicación de La Iglesia Madre. The Boston Post, al anunciar que él se jubilaba en 1914, dijo: “Su influencia en el mundo exterior ha sido aún más grande de lo que los Científicos Cristianos quizás comprendan. Dotado de un extraordinario tacto, incesante paciencia y firme lealtad a su causa, ganó el respeto de todos los que llegaron a conocerlo”.The Boston Post, 27 de marzo de 1914, pág. 16.
Desde temprana edad esas cualidades fueron evidentes en este hombre. Contaba un poco más de veinte años cuando la Ciencia Cristiana lo salvó de un estado crónico de mala salud, y Alfred Farlow comenzó su labor de toda la vida a la Causa de la Ciencia Cristiana. En 1887 y 1889, la Sra. Eddy le dio instrucción en clase Primaria y Normal de la Ciencia Cristiana. Como practicista y maestro, vivió en Topeka, Kansas, y después, en Kansas City, Missouri, donde formó una Sociedad de Científicos Cristianos, que aumentó en muy poco tiempo de diecisiete miembros a una congregación de seiscientos. George W. Farlow, reminiscencias, Archivos y Biblioteca de La Iglesia Madre. En ambas ciudades él tomó parte en el establecimiento de una Primera Iglesia de Cristo, Científico.
Durante este período, desarrolló su habilidad de explicar la metafísica al público. Una vez, escribió a la Sra. Eddy: “Dios me ha dado la habilidad de simplificar la Verdad a los principiantes.. .” Farlow, carta, 11 de junio de 1893, Archivos. Alentado por ella, comenzó a corregir información inexacta acerca de la Ciencia en la prensa local, diciendo que lo único que lo movía a hacerlo era “su determinación de que la justicia prevaleciera”.Boston Sunday Post, 29 de marzo de 1914, pág. 39.
En 1889, después de desempeñarse brevemente como conferenciante de la Ciencia Cristiana, comenzó un trabajo que la Sra. Eddy consideraba de máxima importancia. En los términos en que los Estatutos de su Iglesia ahora describen la labor del Comité de Publicación, él era responsable de corregir “de una manera cristiana las falsas informaciones que se difundan al público con referencia a la Ciencia Cristiana, y las injusticias de que sea objeto la Sra. Eddy o los miembros de esta Iglesia por parte de la prensa diaria, publicaciones periódicas o cualquier clase de literatura puesta en circulación”.Manual de La Iglesia Madre, Art. XXXIII, Sección 2.
Por más de trece años —incluso un año como Presidente de La Iglesia Madre— el Sr. Farlow trabajó con incansable devoción, prontitud y precisión, y lo más extraordinario es que no tomó vacaciones ni una sola vez. En 1905, dijo que había escrito más de cuatro mil artículos desde su nombramiento. Farlow, carta a la Sra. Eddy, 13 de mayo de 1905, Archivos. Trabajaba hasta pasada la medianoche, si era necesario, para tener una respuesta lista en el plazo fijado por un diario. En algunos casos, sus respuestas se extendían hasta las seis mil palabras.
Esta extraordinaria cantidad de trabajo estaba saturada de una profunda cualidad espiritual sanadora. En un caso, por ejemplo, un hombre que había visto una carta del Sr. Farlow en el Boston Herald se sintió movido a leer el libro de la Sra. Eddy, Ciencia y Salud, y pronto sanó de muchos años de alcoholismo y reumatismo. Ver Christian Science Sentinel, Tomo 6, 26 de marzo de 1904, pág. 473.
A través de los años, y a pesar de lo mucho que le exigían las obligaciones de su cargo, el Sr. Farlow permaneció como practicista activo de la Ciencia Cristiana, como fue evidente por el baúl lleno de cartas que llevó consigo al mudarse de Boston a Los Angeles. Las cartas estaban separadas por pares, es decir, las primeras y últimas cartas de sus pacientes. Estas representaban el pedido inicial de ayuda mediante la oración de cada paciente y su final expresión de gratitud por haber sanado.
Según la hermana del Sr. Farlow, a su llegada a California “él había esperado tomar sus primeras y bien merecidas vacaciones de su trabajo activo en la Ciencia Cristiana”. Pero, “para su sorpresa”, el mismo día que llegó a Los Angeles, recibió un pedido de ayuda mediante la oración en la Ciencia Cristiana. Margaret E. Farlow, reminiscencias, Archivos.
La obra de toda la vida de Alfred Farlow puede bien sintetizarse en su observación basada en su propia experiencia en la curación: “A lo que la gente se opone, no es a la Ciencia Cristiana, sino a algunos falsos conceptos sobre la Ciencia Cristiana. No he conocido jamás a un hombre que objete a la Ciencia Cristiana cuando ésta se le ha explicado correctamente ”. Citado en The Christian Science Journal, Tomo 20, Marzo 1903, pág. 734.