Cuando habla el corazón, por sencillas que sean las palabras, su lenguaje es siempre aceptable para quienes tienen corazón.
Mary Baker Eddy
Escritos Misceláneos, pág. 262.
Carta de un miembro de la iglesia:
“Durante más de 50 años, he tomado parte en las actividades de la Ciencia Cristiana, como solista de la iglesia, compositor de solos y de música de órgano para la iglesia de la Ciencia Cristiana, también como organista, maestro de la Escuela Dominical, Segundo Lector y ujier. En mi vida profesional admitía, sin vacilar, mi asociación con la Ciencia Cristiana (por ejemplo, al indicar mi religión [en documentos oficiales]), aun cuando hacerlo era peligroso en el Tercer Reich, donde fui el único profesor de enseñanza secundaria que ejerció su cargo en Bavaria sin estar asociado con el partido nazi, sino simplemente con la Ciencia Cristiana. En el servicio militar fui asignado a Francia, durante su ocupación, a un ‘Círculo de Música de Cámara del Ejército’, el cual recorría todo el ejército. Había comprado en París un libro de texto [Ciencia y Salud] en una edición muy pequeña y la Biblia (en inglés) y todas las mañanas, muy temprano, estudiaba la lección debajo de la frazada con una linterna para no molestar a mis camaradas que dormían...
“Como dije antes, podría contarles muchos otros ejemplos de protección y curación mediante la Ciencia Cristiana, durante y después de la guerra y hasta el presente. En la actualidad, mi esposa y yo trabajamos activamente en un grupo de Científicos Cristianos...”
Un nuevo miembro de la iglesia escribe:
“Hace unos cuatro años que conozco la Ciencia Cristiana. Me fui compenetrando de ella lentamente; al principio, no me di cuenta de lo que había encontrado, y no sabía por qué estaba asistiendo a los cultos dominicales y a las reuniones de testimonios de los miércoles en la ciudad en la que había vivido anteriormente.
“A medida que pasaba el tiempo, trataba de ver si la Ciencia Cristiana podría llenar el vacío que sentía mi corazón. Traté de estudiar, y, al mismo tiempo, trataba de descubrir por qué tantas personas estaban agradecidas, qué era lo que podía efectuar curaciones de enfermedades físicas y morales.
“La Ciencia Cristiana me ha mostrado lo que yo estaba buscando...
“Aquí, en Cuernavaca, la ciudad donde vivo actualmente, asisto con gran alegría a los cultos dominicales que lleva a cabo el grupo de Científicos Cristianos, como también a las reuniones de testimonios el tercer miércoles de cada mes. Es realmente hermoso poder compartir las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Me siento muy agradecida por haber encontrado este grupo de Científicos Cristianos, y estoy muy contenta por haber solicitado afiliarme al grupo para formar parte del mismo y ayudar”.
De un miembro de Zaire
“Estoy muy agradecido por el amor de La Iglesia Madre, por su sagrado intento de que el progreso se manifieste a través de todos los hijos de Dios.
“Me siento especialmente agradecido por la ayuda — espiritual y económica — que recibí de nuestra amada Iglesia Madre, lo que me permitió tomar clase de instrucción Primaria con un maestro de Sudáfrica.
“Ir a Sudáfrica me ayudó a eliminar muchos conceptos erróneos que tenía sobre ese país. También ayudó a los miembros de nuestra iglesia a comprobar que un individuo de habla francesa puede aprender el inglés, por sí mismo, leyendo nuestras publicaciones periódicas, aunque al principio no lograba entender nada. Estoy agradecido de haber tomado instrucción en clase”.
Nota de
: De todas partes del mundo llegan a La Iglesia Madre una amplia variedad de comentarios sinceros. “Entre líneas” es una columna ocasional designada para compartir porciones de estas cartas y comentarios con los lectores del Heraldo en un espíritu de camaradería.