Pensar que la lectura de un libro pueda resultar en una curación física y hacer que el pecado parezca absurdo, es algo que va más allá de la credulidad humana. La primera vez que busqué curación leyendo Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, no sabía realmente qué esperar. Pero, en poco tiempo, sané de una grave enfermedad. Poco después, tuve una rápida curación de una lesión que recibí en una cancha de fútbol.
Traté de comprender cómo habían ocurrido estas curaciones basadas en la lectura de un libro. Al principio especulé que era cuestión de mantener mentalmente en el pensamiento una imagen de lo que podría ser un organismo normal y saludable. No obstante, sabía que en los casos en que había sanado ni siquiera había pensado en tales cosas. Entonces, durante un breve período de tiempo traté de volver a ciertos conceptos teológicos previamente admitidos para encontrar una explicación. Trataba de concebir que Dios me conocía tal como un ser humano conoce a otro. Y, después, que Dios — como una influencia entre muchas — operaría un cambio en mí.
Pero pronto vi la insuficiencia de tal concepto, porque conducía a una percepción limitada de Dios, que permitía que algunos sufrieran, pecaran o se enfermaran y otros no. Fue entonces cuando consideré las curaciones efectuadas por Cristo Jesús, y lo que él dijo respecto a tales curaciones. Jesús tenía una completa confianza en que Dios estaba siempre presente y que era invariable e inmediato en Sus respuestas, como cuando dijo justamente antes de resucitar a Lázaro: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes”. Juan 11:41, 42. Comencé a percibir que había una relación entre la curación y el deseo individual de aceptar una idea más elevada acerca de Dios.
Podemos empezar a comprender mejor por qué esta relación es tan poderosa cuando pensamos en términos de que hay una sola causa: Dios. Ciencia y Salud dice: “Sólo hay una causa primordial. Por lo tanto, no puede haber efecto de ninguna otra causa, y no puede haber realidad en nada que no proceda de esa causa grande y única. El pecado, la enfermedad, el malestar y la muerte no pertenecen a la Ciencia del ser. Son los errores que presuponen la ausencia de la Verdad, la Vida o el Amor”.Ciencia y Salud, pág. 207.
Es la presencia misma de Dios — la Verdad y la Vida divinas — y del hombre como la expresión de la Verdad y la Vida, lo que efectúa la curación en la Ciencia Cristiana, a medida que comprendemos estas realidades espirituales y las admitimos en nuestro pensamiento. El libro Ciencia y Salud dilucida a Dios y al hombre en tal forma que podemos aprender cómo mantener nuestro propio pensamiento y vida en consonancia con el ideal espiritual.
En la curación mediante la Ciencia Cristiana, una esencial y profunda incredulidad en el mal empieza a romper el aferramiento del pecado o la enfermedad, una incredulidad tan profundamente arraigada que, literalmente, nos capacita para no seguir conformando nuestro pensamiento o acción según las imágenes del mal, la enfermedad o el odio. No es extraño ver en la Ciencia Cristiana a hombres y mujeres llegar a cierto punto en sus vidas en que ven que no pueden seguir tolerando los celos, el temor, la ignorancia o el pecado, los cuales antes parecían tener justificación. Literalmente, llegan a comprender que Dios es Amor, con tal claridad, que no pueden conscientemente condescender con lo opuesto del Amor. Y de manera similar, se supera la enfermedad, es decir, mediante una profunda comprensión espiritual de que Dios es Vida infinita, sin un ápice de enfermedad o discordancia. Esta comprensión científica de Dios, en todo detalle, es lo que nos trae un entendimiento más claro de que el hombre es la imagen de Dios.
Por supuesto, no adquirimos inmediatamente esta profunda comprensión espiritual. El pecado y la enfermedad están constituidos de la creencia básica material de que el hombre está separado del Amor divino. Pero podemos empezar ahora mismo a refutar todo lo que niegue nuestro directo e inmediato acceso a Dios. Ciencia y Salud, con un realismo característico, describe el desafío básico: “La refutación del testimonio de los sentidos materiales no es tarea difícil, ya que se ha admitido la falsedad de dicho testimonio. La refutación se dificulta no porque sea verídico el testimonio del pecado o de la enfermedad, sino sólo por lo tenaz de la creencia de que es veraz, debido a la fuerza de la educación y al peso abrumador de las opiniones del lado equivocado — todas ellas enseñando que el cuerpo sufre, como si la materia pudiera tener sensación”.Ibid., pág. 396.
Lo que el libro ofrece es la explicación de una inquebrantable relación entre Dios y el hombre, y de la ley divina que rompe la tenacidad de la falsa creencia. Esto nos ayuda a liberarnos del mal mediante la comprensión espiritual de que Dios es el bien infinito, y que el hombre — nuestro verdadero ser espiritual — es Su expresión, o imagen y semejanza. Lo que el libro hace por sus lectores está resumido en la experiencia de una persona que sufrió de un mal durante doce años, a pesar de un largo tratamiento médico: “Sané al leer... Fue un caso claro de transformación del cuerpo por medio de renovación del entendimiento. En la actualidad me encuentro perfectamente bien”.Ibid., pág. 628.
Por cierto que hoy en día existe una sorprendente tecnología y abundan complicados métodos materiales para tratar las enfermedades y las dificultades humanas. Bajo tales circunstancias, en una creciente época materialista, ciertamente se requiere una considerable disposición y una actitud imparcial para investigar el porqué de la afirmación de que la lectura de un libro sobre metafísica cristiana pueda curar. Y a quienes son lectores del libro desde hace tiempo, se les presenta el honesto desafío que surge cuando el lector se ha familiarizado tanto con las palabras de Ciencia y Salud que las ideas que las palabras expresan pueden pasar por alto. Pero no hay un tratamiento material, ni tecnología o método que esté tan cerca o tan disponible como lo está nuestro conocimiento individual de Dios y de Su ley sanadora. Ni tampoco hay algo más rápido a lo cual recurrir en caso de necesidad que a la oración espiritualmente científica, como es explicada en la Ciencia Cristiana.
El recurrir a Dios de inmediato no ha cambiado desde que Cristo Jesús mostró a los que sufrían la forma espiritual de escapar del pecado y de la enfermedad. Y a pesar de que la curación de la enfermedad y la reforma del pecado pueden recibir amplia atención cuando se habla de la Ciencia Cristiana, es realmente la proximidad y la realidad de Dios lo que está en lo íntimo del corazón. Si nuestro más fuerte deseo es el de comprender a Dios y sentir la proximidad del Amor divino, entonces, es a ese deseo más profundo al que habla Ciencia y Salud.