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Una Iglesia sanadora

Del número de septiembre de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Cristo Jesús fundó su iglesia en la roca del Cristo, inmediatamente proclamó su naturaleza inviolable con estas palabras: “Y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Mateo 16:18. Y así ha sido. Ha habido muchas ocasiones en la historia cristiana en que el antiCristo manifestándose en odio, intolerancia y persecución ha tratado de extinguir la luz del concepto de Iglesia en el corazón humano. Pero la verdadera adoración no puede ser extinguida.

La idea espiritual de Iglesia está cimentada en la eternidad, no en el tiempo. La Sra. Eddy nos muestra esto en las primeras palabras de su definición de Iglesia: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él”.

Y luego la definición continúa: “La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y eleva a la raza humana, despierta al entendimiento dormido de las creencias materiales para que comprenda las ideas espirituales y demuestre la Ciencia divina, y así echa fuera a los demonios, o al error, y sana a los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 583.

Como miembros de la Iglesia que la Sra. Eddy fundó, los Científicos Cristianos tienen una oportunidad especial, hoy en día, de traer a luz la idea espiritual de Iglesia. Esto lo llevan a cabo mediante sus oraciones y las varias actividades de la iglesia en las que toman parte. Pablo dijo a los primeros cristianos: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”. 1 Cor. 12:27. Su declaración nos muestra que cada miembro tiene un papel especial que desempeñar para llevar a cabo el propósito sanador de la Iglesia.

Al entrar en nuestra iglesia podemos sentir la alegría de ser un miembro individual del cuerpo de Cristo. Podemos también saber que la iglesia está a salvo porque es la “estructura de la Verdad y el Amor”. Cuando desempeñamos nuestros cargos en la iglesia, nos damos cuenta de que el gobierno del Principio coordina todas las actividades correctas, motivadas por el propósito divino de traer curación y bendición.

Las Lecciones Bíblicas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, estudiadas individualmente durante la semana, alimentan el pensamiento espiritualmente. La inspiración que adquirimos nos capacita para percibir verdades sanadoras con las cuales hacer frente a las necesidades diarias de nuestra familia, y para expresar inteligencia y amor en nuestro contacto diario con nuestros vecinos y también en nuestro trabajo. Nos regocijamos en las curaciones que se efectúan mediante nuestro estudio y oración.

Los domingos formamos parte de una congregación de la iglesia que se reúne con el propósito colectivo de adorar a Dios. Oramos, cantamos y escuchamos juntos, y la Palabra de Dios expresada en el culto va a bendecir a la humanidad. En uno de sus mensajes a La Iglesia Madre, la Sra. Eddy nos dice: “La Palabra de Dios es un poderoso predicador, y no es demasiado espiritual como para no ser práctica, ni demasiado trascendental como para no ser oída y comprendida”.Mensaje a La Iglesia Madre para 1901, pág. 11.

Podemos saber que como Dios se comunica directa y universalmente con todos Sus hijos — con todos nosotros en nuestro verdadero ser — cada uno puede ser receptivo a Sus mensajes, anhelarlos, atesorarlos y comprenderlos. Es natural que todos seamos receptivos a la Verdad y respondamos a los tiernos estímulos de los persuasivos mensajes del Amor divino.

Podemos también afirmar que nada puede interrumpir o tergiversar el mensaje de Dios. No hay una mente maligna que se interponga entre Dios y Sus hijos con sugestiones opuestas de falsa teología, falta de inspiración espiritual, apatía y atracciones sensuales. Estas mentiras tienen que ser negadas, enfrentadas y destruidas específicamente en nuestras oraciones por la iglesia.

La Biblia registra que en cierta ocasión en que Jesús fue al templo en Jerusalén, encontró un gentío cambiando dinero y comprando y vendiendo palomas, allí mismo dentro del templo, para sacrificar como ofrenda. Ver Mateo 21:12–16. (¡Podemos imaginarnos la confusión que estaban causando!) Jesús los echó a todos fuera del templo. Los reprendió con la autoridad de las Escrituras: “Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”. Es interesante notar que cuando Jesús limpió el templo de estas prácticas mundanas, “ciegos y cojos” vinieron a él, y los sanó. También niños vinieron y lo adoraron.

Aquí tenemos autoridad cristiana para la curación en la iglesia como expresión natural de la verdadera adoración, y la importancia de la receptividad y alegría cual niños ante la presencia del Cristo, la Verdad.

¿Qué es lo que hoy en día trataría de hacer a un lado la atracción espiritual del Cristo? ¿No serán acaso las preocupaciones materiales que de tal modo ocupan el pensamiento que el espíritu de adoración es apagado? Estoy segura de que todos podemos recordar ocasiones en que hemos ido a la iglesia tan preocupados por nosotros mismos, por problemas de familia o por alguna crisis mundial que apenas si hemos escuchando una que otra palabra del culto, pero, de pronto, un versículo o algún pasaje familiar nos ha llegado al corazón trayéndonos bienestar y renovada confianza. El mensaje sanador del Cristo ha llegado a sernos tan vital, que salimos de la iglesia aliviados y liberados. Las oraciones y la atención devota de la congregación nos ayudan a todos. Así también el Consolador atrae a los buscadores de la Verdad y los hace sentirse en el santuario del Amor al entrar en la iglesia y hallar curación.

Nuestra Guía, la Sra. Eddy, comenta sobre el significado espiritual de limpiar el templo: “Como en la época de Jesús, también ahora es necesario echar fuera del templo con azotes a la tiranía y el orgullo y dar la bienvenida a la humildad y a la Ciencia divina. Todavía se necesitan las fuertes cuerdas de la demostración científica, tal como Jesús las retorció y blandió, para depurar los templos de su vano tráfico en el culto mundano y hacerlos moradas dignas del Altísimo”.Ciencia y Salud, pág. 142.

A medida que paciente y devotamente limpiamos la consciencia, día a día, de lo mundano, la intolerancia y el pecado y, en cambio, abrigamos cualidades que participan de la naturaleza del Cristo, tales como pureza, amor, santidad y comprensión espiritual, demostramos el Consolador, la Ciencia divina, más completamente en nuestra vida, y encontramos la alegría de participar activamente en el ministerio sanador de la iglesia.

Las “puertas del Hades” jamás pueden interferir con la actividad de la iglesia cuando los miembros están alerta a los ladrones que tratan de privar a la iglesia de Cristo de su misión vital sanadora y redentora. Podemos echar fuera las falsedades de preocupaciones mundanas, sensualidad y engrandecimiento propio, y dejar entrar al Cristo. Entonces veremos que hombres, mujeres y niños que ya tienen la luz de la Verdad en sus corazones reconocerán al Consolador prometido, la Ciencia divina, y serán sanados.


Una de las características especiales de la curación metafísica, en contraste con la curación estrictamente física, es que nos une a todo el mundo. La curación es rigurosamente individual, pero sus repercusiones son universales; y la persona que se cura lo sabe. Lo que le ha ocurrido reduce, en una parte tan pequeña como un grano de mostaza, la propaganda del tentador de que todos estamos sujetos a la enfermedad, y ¿por qué habría alguien de escaparse? Puesto que nadie vive en un vacío, toda curación contribuye al ambiente en que otros pueden beneficiarse de la influencia espiritual. ..

Escuché a un hombre decir en una sala llena de clérigos que cuando descubrió que podía ser curado, tuvo que contenerse para no parar a desconocidos en la calle y gritar: “¡Miren: es verdad, es para todos, ustedes son libres!” Al día siguiente de una curación espiritual, nadie tiene que decirte que ames a tu prójimo; es un impulso irresistible.


The Adventure of Spiritual Healing
Copyright © Michael Drury, 1978
Walker & Co., Nueva York

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