La Biblia nos dice que cuando Moisés recibió la instrucción divina respecto a cómo preparar y adornar el tabernáculo (la primera estructura para la adoración que tuvieron los hijos errantes de Israel), se le dio una norma vital: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte”. Ex. 25:40. Hoy esta regla simple puede proporcionar una clave para el gobierno exitoso de la iglesia. La Sra. Eddy, autora del Manual de La Iglesia Madre, declara: “La ley humana sólo está bien cuando se ajusta a la divina”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 283. Y en el mismo Manual ella estipula: “En la Ciencia Cristiana cada iglesia filial será netamente democrática en su forma de gobierno, y ninguna persona ni otra iglesia deberá intervenir en sus asuntos”.Man., Art. XXIII, Sec. 10.
La forma democrática de gobierno, que es la base para conducir de manera correcta los asuntos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, ayuda a la manifestación del reino de Dios en la tierra. Cuando está acentuada por la visión espiritual, es una ayuda única que lleva al pensamiento humano fuera de los limitados y limitadores conceptos de causa y gobierno hacia una percepción liberadora de la prerrogativa y capacidad que tiene Dios para gobernar a la humanidad.
Pero si pensamos en el gobierno democrático de la iglesia únicamente como el gobierno de acuerdo con la mayoría, perdemos de vista el modelo espiritual ideal: el hombre inmortal creado por Dios y la estructura sostenida por Dios, la Iglesia, totalmente gobernada por el Principio divino a través de la ley espiritual. También olvidamos que la perfección del hombre y la Iglesia se puede demostrar aquí y ahora. El creer en el sentido mortal y material de muchas mentes y tener fe en la influencia del número de votantes, puede que resulte en la filosofía de que “el poder hace el derecho”, o nos puede tentar a recurrir a las tácticas políticas de un tipo u otro simplemente para obtener la mayoría. Pero la meta primera y última de la democracia en un contexto cristianamente científico es la de alcanzar la humildad que cede a la única Mente que eleva el gobierno de la iglesia a una actividad moral y espiritual.
En la Ciencia, el hombre es la creación de Dios, gobernado por El, y el Principio divino es universalmente supremo. En el reino divino no existe oposición, ni poder separado o secundario, y nada fuera de control. La armonía es la ley, y el bien perpetuo es el resultado de toda acción. La única influencia o impulso que actúa sobre el hombre es la voluntad divina, o ley, que mantiene al hombre como reflejo de Dios. La Mente se manifiesta en sabiduría. El Espíritu es reflejado en la acción correcta; el Alma, en un sentido puro e infalible del bien. Por lo tanto, el hombre está en gozosa obediencia al gobierno divino. El hombre nunca necesita corrección o instrucción, porque es la verdadera idea que emana de Dios. Y esta es la verdadera identidad de cada uno de nosotros.
La Ciencia Cristiana proporciona a todos nosotros igual acceso a esta verdad absoluta del ser e igual oportunidad para dejarla morar en nuestros corazones y que se manifieste a sí misma en nuestras vidas. Idealmente, cada uno tiene la habilidad dada por Dios de escuchar y seguir la dirección de la Deidad, y ninguno puede asumir el trabajo de otro de demostrar la sabiduría divina.
El mejor gobierno de una iglesia filial es aquel que fomenta el autogobierno individual, alentando a cada miembro a volverse directamente al Principio y Verdad divinos en busca de guía y gobierno, ajustándose así al modelo espiritual en todo lo que sea posible. El pensamiento necesita ser elevado por encima del sentido humano limitado de actividad, para ver al hombre como idea espiritual, viviendo y actuando en el reino divino como el reflejo de Dios. La Verdad entonces comienza a eliminar de la consciencia humana los elementos mortales del pensamiento que producen acciones imprudentes e inarmónicas. Las vidas de los miembros de la iglesia comienzan a mostrar más claramente la realidad espiritual en términos de decisiones más acertadas y relaciones más felices. Y a medida que cada individuo se esfuerce en demostrar el gobierno de Dios, la acción colectiva de los miembros se volverá más prudente y, también, más gozosa.
Aunque los reglamentos que delinean una acción aceptable son necesarios, conviene que la oración y el desarrollo espiritual figuren lo más posible como factores gobernantes. A través de la oración de cada miembro, y el empeño honesto de actuar y votar según su más alto sentido de lo correcto, se aplica el gobierno de Dios directamente a los asuntos de la Iglesia.
Claramente, este proceso de gobierno espiritualmente impelido alcanza su mayor potencial a través de la participación en conjunto de los miembros. Esa participación va más allá del voto sobre asuntos en discusión. Comprende todo el proceso de buscar respuestas; de tener la voluntad de someter cada plan a la consideración del pensamiento elevado; de aprender a escuchar la inspiración del Amor divino; de aplicar las verdades espirituales pertinentes a los asuntos que se tienen a manos.
Este proceso también aumenta el desarrollo de los miembros de la iglesia como individuos. Aprendemos a responder más fácilmente al gobierno de Dios. Aprendemos que todas nuestras actividades necesitan tener el respaldo de algo más que la motivación y lógica humanas, que la necesidad más grande es siempre más amor, más humildad, más oración.
Tal desarrollo de los miembros resulta en una iglesia que resiste firmemente las influencias de la ambición humana, la coerción y el dominio personal, y que, sin embargo, proporciona mucho campo a los miembros como individuos para ayudar a que el poder de la Verdad divina influya en el curso de los hechos mediante sus oraciones. A través de fuertes afirmaciones y una clara comprensión de la totalidad del poder de Dios y la incapacidad del magnetismo animal para interferir con el propósito divino, cada miembro puede ceder a la actividad de la Verdad y el Amor divinos. Esto puede tener un impacto inmensurable para el bien de los asuntos de la iglesia filial. La convicción de la presencia de la armonía divina e infinita que esa oración trae, nos eleva por encima tanto de la inacción apática como de la preocupación ansiosa y deja el campo a Dios. Como dice Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “Sed firmes en vuestra comprensión de que la Mente divina gobierna y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 393. Podemos también descubrir que el curso de los acontecimientos no necesita ser alterado tanto como habíamos pensado.
Al establecer el modelo espiritual en el pensamiento, los miembros de la iglesia filial también se liberan de la tendencia al favoritismo, el creer que las recomendaciones o acciones de ciertos individuos o grupos dentro de la iglesia tienen mayor sabiduría que la que tienen disponible los miembros en conjunto. Cuando a un comité o comisión directiva se le han delegado ciertas labores — ya sea en virtud de un estatuto existente o por el voto directo de los miembros — puede entonces actuar con confianza, sabiendo que la autoridad para hacerlo ha sido conferida por la decisión del cuerpo de la iglesia. Pero esto, por supuesto, no es anuencia para realizar acciones que van más allá de los límites del mandato ni para instruir o inducir a los miembros en sus acciones y decisiones. Los miembros se vuelven a Dios para ser guiados y encontrar en El sabiduría y dirección. De esta manera, la autoridad e iniciativa permanecen conferidas a los miembros; pensar de otra manera sería permitir que la proverbial cola moviera al perro.
Ahora bien, podríamos pensar que una cola muy enérgica podría en realidad mover a un perro muy letárgico, y esto acentúa la gran necesidad que tienen muchos miembros de iglesias de cuidarse de la apatía. La participación de todos los miembros en los asuntos de una iglesia filial — hombres y mujeres, jóvenes y viejos, antiguos y nuevos — es invalorable. A medida que los miembros individualmente se vuelven a Dios en busca de guía y sabiduría, a medida que comparten activamente el trabajo piadoso de resolver los asuntos importantes de la iglesia, encontrarán que sus decisiones y actividades reflejan más y más la armonía y unidad del orden divino.
A veces surge la pregunta: ¿Qué ocurre con los asuntos especialmente importantes? ¿Pueden ser confiados al proceso democrático? La respuesta es sí. Por más crucial que sea el asunto, la democracia apoyada por la oración puede llegar a la decisión correcta. Aun cuando se tome el camino que algunos consideren equivocado, los miembros pueden reconocer que la democracia en la iglesia es esencialmente un proceso de aprendizaje. La gente comete errores; ya sea individual o colectivamente, puede fracasar a veces en hacer lo que es prudente o aun necesario. Pero el camino está aún abierto; los medios para corregirlo justo a la mano. A medida que los miembros de la iglesia, mediante la oración, afirman y comprenden el todo-go-bierno de Dios y la aptitud infalible de Su idea, el hombre, y entonces pacientemente persisten a lo largo del camino divinamente indicado, estipulado en el Manual de la Iglesia, descubrirán los errores, y la familia de la iglesia será guiada a alternativas más inteligentes.
Es muy importante que los miembros con fe y oración ejerzan su autoridad colectiva sobre los asuntos de la iglesia filial, ya que esto tipifica, como lo hace, el autogobierno del hombre bajo la jurisdicción de Dios. Cristo Jesús enseñó a sus discípulos a orar: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Mateo 6:10. A medida que el espíritu de esta oración motive cada vez más a cada miembro de la iglesia, la sabiduría, la energía y el amor divinos caracterizarán más regularmente las actividades de la iglesia. Entonces, en el foro de la interacción democrática inspirada en la filial de la Iglesia de Cristo, Científico, se verá el poder espiritual y la unidad de acción que señalan el descenso del Espíritu Santo.