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Es vital que se practique la democracia en las iglesias filiales

Del número de septiembre de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Biblia nos dice que cuando Moisés recibió la instrucción divina respecto a cómo preparar y adornar el tabernáculo (la primera estructura para la adoración que tuvieron los hijos errantes de Israel), se le dio una norma vital: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte”. Ex. 25:40. Hoy esta regla simple puede proporcionar una clave para el gobierno exitoso de la iglesia. La Sra. Eddy, autora del Manual de La Iglesia Madre, declara: “La ley humana sólo está bien cuando se ajusta a la divina”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 283. Y en el mismo Manual ella estipula: “En la Ciencia Cristiana cada iglesia filial será netamente democrática en su forma de gobierno, y ninguna persona ni otra iglesia deberá intervenir en sus asuntos”.Man., Art. XXIII, Sec. 10.

La forma democrática de gobierno, que es la base para conducir de manera correcta los asuntos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, ayuda a la manifestación del reino de Dios en la tierra. Cuando está acentuada por la visión espiritual, es una ayuda única que lleva al pensamiento humano fuera de los limitados y limitadores conceptos de causa y gobierno hacia una percepción liberadora de la prerrogativa y capacidad que tiene Dios para gobernar a la humanidad.

Pero si pensamos en el gobierno democrático de la iglesia únicamente como el gobierno de acuerdo con la mayoría, perdemos de vista el modelo espiritual ideal: el hombre inmortal creado por Dios y la estructura sostenida por Dios, la Iglesia, totalmente gobernada por el Principio divino a través de la ley espiritual. También olvidamos que la perfección del hombre y la Iglesia se puede demostrar aquí y ahora. El creer en el sentido mortal y material de muchas mentes y tener fe en la influencia del número de votantes, puede que resulte en la filosofía de que “el poder hace el derecho”, o nos puede tentar a recurrir a las tácticas políticas de un tipo u otro simplemente para obtener la mayoría. Pero la meta primera y última de la democracia en un contexto cristianamente científico es la de alcanzar la humildad que cede a la única Mente que eleva el gobierno de la iglesia a una actividad moral y espiritual.

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