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Profundas raíces espirituales sostienen la curación

Del número de septiembre de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estaba sentada frente a mi ventana, contemplando nuestros árboles de arce de más de cien años y pensando en la increíble estructura de raíces que sostienen a esos enormes árboles. El crecimiento de la raíz del árbol es, por lo menos, equivalente al crecimiento del árbol. Esto trajo un despertar espiritual en mi pensamiento. Me había sentido desalentada en mis esfuerzos por obtener curación. Parecía que no lograba ningún adelanto en resolver muchos de los problemas por los que estaba trabajando. Me pregunté por qué las primeras curaciones en la Ciencia Cristiana son frecuentemente dramáticas y rápidas, mientras que después, las curaciones parecen, a veces, mucho más difíciles.

Entonces, miré una pequeña planta que había crecido de una semilla de los arces gigantescos. Sólo tenía una pequeña raíz, pero era suficiente para mantener y cuidar de todas sus necesidades. ¡Tal como un nuevo estudiante de Ciencia Cristiana! Vi que las raíces pueden ser símbolos del crecimiento espiritual. Al principio, una verdad practicada es suficiente para lograr la curación.

A medida que crecemos en nuestro entendimiento espiritual, más y más "raíces" están fortaleciéndonos y sosteniéndonos, y así podemos enfrentar posteriores desafíos. Pero no podemos contar sólo con las raíces del ayer — el entendimiento pasado de la verdad — para enfrentar los desafíos que se presentan hoy. Eso sería como si un árbol tratara de echar más ramas sin añadir más raíces.

También recordé un dicho que había leído y que acompañaba la fotografía de un bello árbol: "La única señal de vida es el crecimiento". Vi que para lograr mejor curación yo necesitaba crecer más espiritualmente. Esta vislumbre me despertó a una nueva percepción de Dios y mi relación con El. Me di cuenta de que también los practicistas más experimentados de la Ciencia Cristiana necesitan hacer exactamente lo mismo que se requería de mí: crecer espiritualmente.

Me sentí preparada para escuchar nuevamente las ideas que Dios constantemente está impartiendo a todos Sus hijos. Oré para poder escuchar mejor y cumplir mejor con la palabra de Dios. Pronto, tuve algunas ideas maravillosas. El siguiente pasaje de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy señaló lo que requería mi especial atención, que era la degradante atracción a creer en el poder del mal: "Las formas blandas del magnetismo animal están desapareciendo y sus aspectos agresivos están apareciendo. Los telares del crimen, escondidos en los recintos oscuros del pensamiento mortal, están tejiendo a toda hora redes más complicadas y sutiles. Tan secretos son los métodos actuales del magnetismo animal que entrampan a esta época sumiéndola en la indolencia y producen sobre el asunto precisamente la apatía que el criminal desea".Ciencia y Salud, pág. 102. Ya estaba preparada para sacudirme del aturdimiento espiritual y de pensamientos faltos de inspiración. Vi que lo que yo necesitaba era dejar de tratar de curarme o tratar de hacer desaparecer mis problemas, y dejé de temer al mal o quejarme de "¿por qué me pasa esto a mí?"

De ahí en adelante, todas las mañanas despertaba con el propósito y la expectación de lograr progreso espiritual. El tiempo de estudio y oración era un gozo. El siguiente pasaje de la Sra. Eddy, en su libro Escritos Misceláneos, me alentó en mis esfuerzos: "El mal no es algo que deba temerse y del cual huir, o que se vuelva más real cuando se lo combate. El mal, si se deja en paz, se hace más real, más agresivo, y aumenta sus pretensiones; pero cuando se combate con la Ciencia puede ser, y será, dominado por la Ciencia".Esc. Misc., pág. 284. Estaba aprendiendo a "tratar" menos y "ser" más, ser más agradecida, más afectuosa, más paciente. Después de esto se efectuaron algunas curaciones maravillosas.

Aunque el magnetismo animal, o mente mortal, continúa susurrando, y a veces gritando: "Bueno, ¿y qué me dices de esto?" o "y, ¿qué de lo otro?" ahora recuerdo con más frecuencia que lo que realmente necesito es más raíces y más profundas. Estas raíces que van profundizando me capacitan para crecer espiritualmente. El estar de esta manera "arraigados y cimentados en amor", Efes. 3:17. dejando que el Cristo more en nuestros corazones, asegura nuestro triunfo y trae progreso activo y sanador en nuestra vida.

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