Para muchos de nosotros, la Iglesia representa uno de los aspectos más importantes de nuestra vida. Pero a veces quizás nos pregunten: “¿Por qué es importante ser miembro de la iglesia?” “¿Por qué necesito ser miembro de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, si estudio la Lección Bíblica En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. todos los días? Sin duda no tengo por qué sentir la obligación de ir a un edificio para escuchar la lectura de la Lección Bíblica cuando ya la he estudiado durante la semana". Quizás nos hayan hecho éstas y otras preguntas similares, o nos las hayamos hecho nosotros mismos cuando, poco después de comenzar a estudiar la Ciencia Cristiana, consideramos la posibilidad de hacernos miembros de una iglesia filial. A veces hasta quienes han sido Científicos toda su vida se ven enfrentados con esas preguntas.
En realidad, todos necesitamos hacernos miembros de una iglesia filial. Puesto que la Iglesia es "la estructura de la Verdad y el Amor" Ver la definición de Iglesia en Ciencia y Salud, pág. 583., como escribe la Sra. Eddy, la Iglesia estructura nuestras vidas, despierta nuestro pensamiento y eleva la raza. Este efecto de estructurar, despertar y elevar no se logra estudiando ocasionalmente y asistiendo a la iglesia en forma esporádica. Se logra tanto estudiando activamente como por el amor con que nos dedicamos a nuestra iglesia, expresado en nuestro apoyo y asistencia consecuentes.
Desde que me hice miembro de una iglesia filial, mi vida ha adquirido una estructura y un propósito que nunca había conocido. Cada servicio religioso dominical, cada reunión vespertina de testimonios de los miércoles, cada comité de iglesia o reunión de comisión directiva, ha iluminado mi sendero y ha fortalecido mi pensamiento de alguna manera, dándome un sentido más amplio de la cercanía, totalidad y bondad de Dios. Hace unos años nuestra familia experimentó una curación que ha sido una guía para mí, porque muestra claramente qué importante es apoyar y asistir con regularidad a nuestra iglesia filial.
En aquel tiempo, nuestro hijo era bastante más joven. Nunca fue en realidad un mal chico, pero durante ese período parecía que cada vez que le pedía que hiciera algo, desde colgar su abrigo a simples tareas de la casa, tenía que haber una discusión. Su primera respuesta a cualquiera que le recordara su deber era siempre: "Lo haré en un minuto". Bueno, el minuto se convertía en una hora y a menudo en un día. Cuando por último se le forzaba a realizar su tarea siempre había una gran discusión. Comencé a tener la sensación de estar sosteniendo una batalla de voluntades, situación que no deseaba, y también empecé a sentir que mi hijo estaba ganando.
Mi marido y yo tratamos de todo, desde hacer listas como recordatorios hasta penitencias por tareas no realizadas, y recompensas por tareas hechas bien y rápidamente. Pero nada daba resultado, porque lo que se necesitaba era una verdadera curación espiritual, no simplemente un "vendaje" material para tratar de calmar la situación. Por último, elevamos nuestro pensamiento a Dios en oración, lo cual, por supuesto, era lo que debíamos haber hecho desde el principio.
Lo que realmente abrió la puerta para esta curación, fue la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Yo había estado hablando con el maestro de la Escuela Dominical de mi hijo con relación a otra cosa, y él mencionó que había estado orando acerca de los niños de la Escuela Dominical. Dijo que el hecho de que fueran niños no significaba que no pudieran pensar con inteligencia, que no pudieran expresar las cualidades de la Mente, Dios. Este pensamiento hizo que me diera cuenta de que en mis oraciones debía reclamar esa capacidad para mi hijo, porque, como dice la Sra. Eddy en el Prefacio de Ciencia y Salud, "Ha llegado la hora de los pensadores".Ciencia y Salud, pág. vii. Comprendí que mi hijo podía pensar tan claramente como yo. Que a pesar de que, hablando humanamente, fuera un niño, en realidad era totalmente espiritual, y poseía todas las cualidades de Dios, incluso inteligencia y entendimiento.
Un segundo concepto que se volvió claro fue que Dios era su Padre-Madre. Como dijo Cristo Jesús: "No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos". Mateo 23:9. Puesto que él siempre estaba bajo el cuidado y la dirección de Dios, no necesitaba que yo estuviera detrás de él todo el tiempo, diciéndole lo que debía hacer. Podía confiar en que su Padre-Madre Dios estaba siempre dirigiéndolo en la senda correcta y haciéndolo mejor de lo que yo jamás podría esperar.
Comprendí que, desde un punto de vista espiritual, él era siempre obediente, no sólo porque él quería serlo, sino porque era la idea de Dios, inseparable de su divino Padre-Madre. Para él era tan natural y espontáneo ser obediente como era para el sol brillar.
Lo más interesante para mí fue que a medida que me dispuse a dejarlo bajo la guía y el cuidado de Dios, él se volvió más dispuesto a ayudar. Hacía muchas cosas sin que se las recordara; y si se las recordaba nunca discutía, sino que simplemente iba y las hacía. También hizo, con mucho interés y gozo, una cantidad de cosas extras que nunca le había pedido que hiciera. Desde entonces mucha gente, incluso sus maestros, ha hecho comentarios indicando qué buena persona es y lo agradable que es tratarlo. Lo que más agradezco es saber que Dios es verdaderamente la fuente de todo el bien que nuestro hijo está expresando.
Esta curación ocurrió hace varios años, y desde entonces la semilla que fue plantada realmente ha brotado y dado fruto de muchas maneras. Ha bendecido a toda nuestra familia, y aún continúa haciéndolo. Pienso sinceramente, sin embargo, que la puerta la abrió la Escuela Dominical y aquel maestro que compartió conmigo sus pensamientos. Eso trajo la primera luz, que fue sostenida y apoyada por la asistencia regular a la iglesia y a la Escuela Dominical.
Podemos pensar que simplemente vamos a un edificio a escuchar la Lección-Sermón o a asistir a una reunión de comité, pero estamos haciendo mucho más que eso. Si verdaderamente nos esforzamos por ver a nuestra iglesia, no como un edificio, sino como representando "la estructura de la Verdad y el Amor", esa estructura fluirá en cada avenida de nuestra vida; desde el hogar y la familia, hasta el trabajo, los negocios, la escuela, la comunidad. Y servirá, a través de nuestros esfuerzos por demostrar la idea divina de Iglesia, para despertar, elevar y bendecir a cada uno y a todo lo que toque.
Hablando de trabajadores leales para la Causa de la Ciencia Cristiana, Julia Michael Johnston dice en Mary Baker Eddy: Her Mission and Triumph (Mary Baker Eddy: Su misión y triunfo): "Los primeros Científicos Cristianos, aunque entendiendo sólo una parte infinitesimal del plan que la inteligencia divina estaba desarrollando en su Guía, estaban convencidos de la inspirada conducción de la Sra. Eddy en todo lo concerniente a la Ciencia Cristiana. Sentían gran celo por hacer todo lo que se les pidiera, por ser obedientes a las reglas de conducta de la Iglesia, por continuar avanzando en su percepción espiritual, por sanar continuamente. Sin este espíritu entre los trabajadores la estructura de la Iglesia hubiera sido una cáscara vacía.
"Siempre que los pensamientos de los Científicos Cristianos sean alimentados de la misma fuente de donde provino la revelación a la Fundadora de esta religión, ellos verán las razones de esta organización simple, pero magnífica, que funciona para proteger y apoyar la difusión de la Ciencia Cristiana. Sólo de esta manera puede aparecer 'la Iglesia Universal y Triunfante' ". Johnston (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1974), pág. 121.
No consideremos las actividades de la iglesia como un deber agobiante o simplemente como una responsabilidad necesaria que todos debemos cumplir. Tratemos de demostrar el mismo celo, la misma obediencia, la misma inspiración sanadora que expresaron los primeros Científicos Cristianos. Después de todo, "la estructura de la Verdad y el Amor" que la Sra. Eddy vio tan claramente, nunca ha cambiado ni cambiará jamás. Nuestra tarea es la de dar testimonio de esa estructura, con gozo y buena disposición, en todo lo que hacemos en nuestra vida diaria. En la medida en que nuestros pensamientos y actividades despierten, se eleven y espiritualicen, resultarán en grandes bendiciones no sólo para nosotros, sino para el mundo.