De todas las pinturas que ilustran la Anunciación, la que más me gusta es el fresco de Fra Angélico, que se exhibe en el Convento de San Marcos en Florencia. En la sencillez de su obra, el artista capta la maravilla del mensaje angelical que recibió María de que ella daría a luz a Jesús. En la expresión tranquila y sincera de María, el artista evoca la receptividad de la Virgen al mensaje angelical: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios".
La pureza e inocencia de la Virgen María la hicieron receptiva para aceptar tan improbable noticia con completa confianza en Dios. En el Evangelio de San Lucas leemos que dijo: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra". Ver Lucas 1:30–32, 35, 38. A través de esta respuesta vemos el conocimiento que tenía María de sí misma en su completa sumisión a la voluntad de Dios.
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a la humanidad del pecado y de las limitaciones de la mortalidad, y a mostrar a hombres y mujeres la realidad de al herencia divina que poseen como hijos e hijas de Dios. Jesús vino a proclamar que Dios es el Padre de todos.
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