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La receptividad al Cristo

Del número de diciembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


De todas las pinturas que ilustran la Anunciación, la que más me gusta es el fresco de Fra Angélico, que se exhibe en el Convento de San Marcos en Florencia. En la sencillez de su obra, el artista capta la maravilla del mensaje angelical que recibió María de que ella daría a luz a Jesús. En la expresión tranquila y sincera de María, el artista evoca la receptividad de la Virgen al mensaje angelical: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios".

La pureza e inocencia de la Virgen María la hicieron receptiva para aceptar tan improbable noticia con completa confianza en Dios. En el Evangelio de San Lucas leemos que dijo: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra". Ver Lucas 1:30–32, 35, 38. A través de esta respuesta vemos el conocimiento que tenía María de sí misma en su completa sumisión a la voluntad de Dios.

Cristo Jesús vino al mundo para salvar a la humanidad del pecado y de las limitaciones de la mortalidad, y a mostrar a hombres y mujeres la realidad de al herencia divina que poseen como hijos e hijas de Dios. Jesús vino a proclamar que Dios es el Padre de todos.

La Sra. Eddy habla en Ciencia y Salud de la receptividad de María a esta idea espiritual: "La iluminación del sentido espiritual de María silenció la ley material y su sistema de generación, y dio a luz a su hijo por la revelación de la Verdad, demostrando que Dios es el Padre de los hombres. El Espíritu Santo, o Espíritu divino, cubrió con su sombra el sentido puro de la Virgen-madre, dándole el pleno reconocimiento de que el ser es Espíritu".Ciencia y Salud, pág. 29.

La aparición de Jesús en la carne y su misión en la tierra lo colocaron en una posición sin igual para trazar para la humanidad el camino fuera de la mortalidad, hacia la completa comprensión de lo que es la vida eterna. El reconocimiento de Cristo Jesús de su filiación con Dios le dio dominio sobre la mortalidad. Hoy día el Cristo eterno, la Verdad, que Jesús tan perfectamente ejemplificó, nos capacita para ejercer nuestro dominio sobre el testimonio engañoso de la mente mortal, que declara que el hombre es un mortal carnal sujeto al pecado y a la enfermedad, a debilidades y peligros, Así como el Cristo protegió al niño Jesús contra peligrosos decretos emitidos por Herodes, también ahora el Cristo, cuando se comprende como una presencia viviente en nuestras vidas, nos puede liberar a cada uno de nosotros, incluso a los niños del mundo, de los odiosos elementos de destrucción.

Cuando disponemos nuestros corazones para recibir a la idea Cristo, como los pastores y los Reyes Magos lo hicieron en el tiempo del nacimiento de Jesús, el Cristo mora en nosotros y gobierna nuestras vidas. Esta Verdad viviente no se manifiesta donde el pensamiento está preocupado con el materialismo, sino que se revela a la consciencia que se comunica con Dios en humildad y pureza. Después de todo, tiene que haber habido cientos de pastores cuidando de sus rebaños en los valles de Judea en la noche del nacimiento, pero sólo unos pocos escucharon el mensaje y fueron al pesebre.

Los Científicos Cristianos, al prepararse para celebrar la conmemoración del nacimiento del Salvador, perciben la necesidad de captar el profundo significado espiritual de la Navidad. Nuestros corazones también pueden regocijarse con humildad en el mensaje: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti". Ciencia y Salud se refiere al Espíritu Santo como "la Ciencia divina; el desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor eternos".Ibid., pág. 588.

Nosotros también podemos sentir la actividad del Espíritu Santo renovando nuestra vida, desarrollando en nosotros una capacidad mayor para el bien a medida que avanzamos hacia esferas más amplias en el servicio de Dios y de la humanidad. Cuando adquirimos una opinión renovada acerca de la vida en el Espíritu, y dejamos que la revelación de la Verdad ilumine nuestro entendimiento, sentimos que el Cristo, la Verdad, ha nacido de nuevo en nuestra propia vida y corazón en forma de curación cristiana.

La vida de Cristo Jesús nos guía; nos muestra el desarrollo que aporta el Espíritu Santo. Las enseñanzas del Maestro eran prácticas. Jesús ilustró lo que dijo mediante su propia vida y curaciones. La suya no fue una teoría filosófica. La gente sintió el poder del Cristo que él expresaba y los pensamientos de la gente fueron cambiados y sus vidas reformadas. En la presencia del Salvador, la enfermedad, la ceguera, el pecado y aun la muerte, dieron lugar a la salud la visión, la santidad y la vida. En muchos aspectos ésta es la razón por la cual celebramos la Navidad. La curación cristiana es un regalo de Navidad para toda la humanidad.

El Fundador del cristianismo prometió a sus seguidores que cuando él ya no estuviera con ellos, el Padre les daría otro instructor. Dijo: "El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho". Juan 14:26.

Los discípulos ciertamente sintieron el poder del Espíritu Santo. De hecho, la Iglesia cristiana primitiva debió su origen en gran parte a la capacidad de los apóstoles para sanar; algo que había aumentado mucho debido a la actividad del Espíritu Santo. Se nos dice que estos cristianos se hablaban los unos a los otros según el Espíritu Santo los movía a hacerlo. Aparentemente, el Espíritu Santo fue una fuerza vital en sus vidas. Los llenaba de confianza y alegría a medida que el poder de Dios actuaba en ellos.

Al igual que los Reyes Magos, los vigilantes pastores y los discípulos de Jesús, que abrieron sus corazones para recibir el mensaje del Cristo, los cristianos de hoy están dando testimonio de la Verdad. El Consolador, la Ciencia divina, está activo en la iglesia. El Espíritu Santo nos une, nos ayuda y fortalece; vigoriza y nos llama a actuar. Encontramos nuestra unión en el Cristo.

Mary Baker Eddy nos alienta a sanar, y nos muestra que la curación se lleva a cabo únicamente mediante el poder de Dios. La Sra. Eddy escribe: "Mantened perpetuamente este pensamiento: que es la idea espiritual, el Espíritu Santo y Cristo, lo que os capacita para demostrar con certeza científica la regla de la curación, basada en su Principio divino, el Amor, que está por debajo, por encima y alrededor de todo el ser verdadero".Ciencia y Salud, pág. 496.

El compartir la curación cristianamente científica con nuestras familias, en nuestras iglesias y con nuestros vecinos, es la mejor forma de celebrar el espíritu del Cristo esta Navidad y a través del año venidero.

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