¡Estaba esperando un bebé! La practicista de la Ciencia Cristiana que había llamado estaba tan encantada como mi marido y yo con la noticia. Pero a medida que ella y yo orábamos comencé a darme cuenta de que a pesar de que algo fascinante y maravilloso se estaba desarrollando dentro de mí, el verlo espiritualmente era comprender que no existe absolutamente nada físico o material en la creación de Dios.
En un sentido, el desarrollo de lo que parecía ser un niño físico, podría verse como el desarrollo en mi consciencia de una comprensión más clara de la verdadera idea del hombre. A través de la oración yo podía alimentar y nutrir esta idea, y esperar que se revelara con mayor claridad. Mi verdadera tarea para los siguientes nueve meses (y el futuro) era lograr la espiritualización de mi concepto de hombre y nacimiento, y aceptar al bebé como verdaderamente el hijo amado de Dios.
Algo que dice la Sra. Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, me hizo sentir que ésta no era una experiencia personal y aislada, sino una parte integral de la lucha de toda la humanidad para lograr el dominio espiritual y la liberación de la materialidad. Ella escribe: "La Ciencia divina asesta su golpe principal a las supuestas bases materiales de la vida e inteligencia".Ciencia y Salud, pág. 535.
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