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ALGO ACERCA DE LA CURACION CRISTIANA

La fuerza que fundamenta la salud

Del número de diciembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Por qué existe la esperanza de que la salud va a mejorar?

Claro que algunas personas no esperan particularmente que su salud mejore o que una enfermedad desaparezca.

No obstante, la mayoría de las personas esperan "sentirse mejor". Para ellas la buena salud es algo normal, algo que es posible recuperar. Pero si esta esperanza de salud se basa en procesos biológicos, puede ser bastante frágil. Algunas enfermedades se consideran crónicas. Otras periódicas. La edad y las circunstancias parecieran ser factores que disminuyen la esperanza de mejorar.

La curación cristiana, como se la comprende en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), ofrece una base más firme a la intuición natural de la gente de que es justo gozar de buena salud. Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana la gente comienza a obtener vislumbres del hecho de que la buena salud es natural porque es el resultado de la voluntad de Dios.

Vemos que Cristo Jesús expresó este punto de vista cuando, refiriéndose al hombre que iba a sanar de ceguera, dijo: "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Juan 9:3. Estas "obras de Dios" a las que Jesús estaba dedicado, se manifestaron una y otra vez en sanidad de pensamiento y cuerpo. El efecto fue curación física y regeneración moral.

La Ciencia Cristiana razona sobre este punto y aporta una comprensión de cuál es la voluntad de Dios. Si creemos que la voluntad de Dios es que el hombre esté bien y que sane, ¿no es lógico entonces admitir que, después de todo, tiene que ser la voluntad de Dios que el hombre nunca se enferme o peque? Y si ésta es la voluntad de Dios, ¿no podemos acaso ver que El también tiene la completa autoridad para cumplir Su propósito? Su creación espiritual entera, que incluye al hombre creado a imagen del Espíritu, tiene que expresar Su voluntad.

Explicando cómo llegó a las conclusiones básicas de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy se refiere a este impulso de la Mente divina que fundamenta la curación. Nos dice: "Hace muchos años la autora hizo un descubrimiento espiritual, cuya evidencia científica se ha acumulado y demuestra que la Mente divina produce en el hombre salud, armonía e inmortalidad". Luego añade: "Nada es más desalentador que creer que existe un poder opuesto a Dios, o el bien, y que Dios provee de fuerza a ese poder antagónico para ser usada contra El mismo, contra la Vida, la salud y la armonía".Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 380.

Del mismo modo, nada es más alentador que el reconocer que la salud que deseamos tener se origina en Dios Mismo, y que, realmente, no hay ningún poder aparte de la omnipotencia divina.

Por supuesto que cuando oramos no estamos tratando de crear algo que Dios no haya ya hecho. Oramos para saber qué es lo que Dios ya ha hecho. Es inmensamente alentador ver que lo que El ha hecho es para expresar lo bueno y lo íntegro en toda Su creación, inclusive el hombre. Podríamos decir que la creación de Dios "funciona" como debe funcionar. La creación de Dios es espiritual, perfectamente saludable, y esta salud jamás ha disminuido ni agotado. La salud que la Mente divina, o el Amor, produce, jamás ha sido quebrantada, interrumpida, negada o debilitada en forma alguna. Esa salud, o integridad, es la cualidad de cada cosa que Dios hace y llena cada rincón de Su creación. A medida que obtenemos este sentido más verdadero de la salud y que nuestra vida mora enteramente en el Espíritu, encontramos curación. La oración que con profundidad y persistencia reconoce los hechos espiritualmente científicos de la creación de Dios, tiene un efecto sanador.

Si buscamos sanar mediante la oración, es obvio que necesitamos estar más conscientes de la presencia y realidad de la salud en vez de al enfermedad. A medida que comenzamos a comprender al naturaleza activa y tangible de la salud que Dios está expresando constantemente en el hombre, y a medida que nos desprendemos de la creencia de que la salud es algo que está presente o ausente a causa del cuerpo, damos grandes pasos en nuestro progreso.

A menudo parece que el temor tratara de interferir con nuestra confianza en estas intuiciones espirituales. Pero el Cristo está presente para ayudarnos a percibir el sentido espiritual y sentir su realidad. Encontramos que nos estamos separando del temor. Aprendemos algunas lecciones acerca del temor, por ejemplo, que no ha sido en realidad nuestro temor, sino el temor que se origina por el concepto equivocado de que tenemos que depender de la materia.

El temor y la voluntad humana parecen ser parientes muy cercanos. Realmente, es un sentido voluntarioso de vivir separados de Dios, un sentido de vida en la materia, lo que aumenta el temor. Obtenemos una valiosa indicación de cómo cada curación necesariamente involucra sanar de este pecado, en lo que nos dice la Sra. Eddy en su artículo " 'Hágase tu voluntad' ": "Esta acción ininterrumpida de la ley del Amor divino, da descanso a los cansados y agobiados. Mas ¿quién está dispuesto a hacer Su voluntad o dejar que ésta se haga? Los mortales obedecen su propia voluntad, y desobedecen así el mandato divino".Escritos Misceláneos, pág. 208.

El orden divino ya es todo lo que debiera ser. Es completamente bueno, y está aquí y ahora, y ya estamos incluidos en él. La salud que buscamos resulta de expresar algo de esta cualidad del ser verdadero, algo de Dios y del hombre de Su creación. Tal manera de vivir nos ayuda a comprender más que antes la verdadera fuerza, el impulso divino, que fundamenta la curación.

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