Mis padres se interesaron en la Ciencia Cristiana cuando yo tenía ocho años de edad y, desde entonces, no he confiado en ningún otro sistema de curación.
Recuerdo que de niña yo decía que nunca subiría a un avión. Pero muchos años más tarde mis padres vivían en Bermuda y quise ir a pasar mis vacaciones con ellos. El viaje por barco habría restado cuatro días de mis vacaciones, por lo tanto, decidí hacer de tripas corazón y viajar en avión. El vuelo fue muy tranquilo, pero debido a mi temor llegué muy enferma a mi destino. Comprendí que el hacer de tripas corazón no era la manera cristianamente científica de resolver el problema.
Comencé a orar acerca de la situación. El Himno 53 del Himnario de la Ciencia Cristiana me fue de gran ayuda en futuros vuelos. La primera estrofa dice:
Brazos del eterno Amor
guardan a Su creación.
Dios te da Su protección
y Su apoyo bienhechor.
Pero había mucho más oración metafísica que hacer.
En aquella época conocí a un Científico Cristiano muy firme en la Ciencia, y a la vez muy compasivo, y nos casamos. A través de los años su trabajo nos llevó a vivir en muchos estados del país y en cinco países extranjeros. Cuando era posible, mi esposo hacía arreglos para que viajáramos en tren o en barco. Cuando era necesario hacerlo por avión, yo pedía ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara mediante la oración. Esto hacía los viajes un tanto más fáciles, pero la curación no era completa.
Hubo un año en que mi esposo y yo tuvimos que salir en un largo y prolongado viaje. Tuvimos que viajar la mayor parte en avión. Trabajé acerca del problema con el siguiente versículo de la Biblia: ''¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos?'' (Jeremías 23:23). En cierto momento durante este viaje, mientras esperábamos el avión para continuar la segunda etapa del viaje, me puse a bordar un complicado tapiz que, finalmente, me tomó cuatroscientas diez horas terminar. Mi esposo me dijo que alguien con tal perseverancia podía vencer cualquier cosa mediante una dedicada oración. Yo sabía que todo tratamiento en la Ciencia Cristiana da resultado, y comprendí que todas las oraciones de cualquier persona, en cualquier parte del mundo, para vencer el temor de viajar en avión, estaban produciendo frutos en ese mismo momento. No puedo describir la maravillosa sensación de bienestar que experimenté en ese momento.
En más o menos una hora subimos al avión, y me hallé de pronto manteniendo una agradable conversación con un joven sentado a mi lado. Esta fue la primera vez que pude mantener una conversación normal durante un viaje en avión. Estaba libre, y la curación ha sido completa.
Recuerdo que cuando era joven me levantaba temprano para leer la Lección Bíblica con mi papá. Yo había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que estas lecciones nos preparan para el día. Cuando tenía más o menos diez años de edad comencé a tener pesadillas. Razoné que si la lectura de la lección en la mañana me preparaba para las horas del día, el leer parte de la lección antes de irme a acostar me prepararía para las horas de la noche. Así lo hice y tuve una pronta curación.
La Ciencia Cristiana nos ha sido de inmenso valor para criar a nuestros tres hijos. No sé qué habríamos hecho sin esta Ciencia. Estoy inmensamente agradecida a Dios.
Lihue, Kauai, Hawaii, E.U.A.