Para muchos, las noches son de descanso y serenidad. La noche es el momento en que las cualidades del Alma, Dios, pueden verse expresadas en la hermosura de las estrellas, en la armonía de la quietud de una ciudad, en la paz de la campiña que duerme. A veces parece más fácil orar durante la noche, cuando el pensamiento no está tan apremiado ni ansioso por las preocupaciones del día. Muchas veces durante esas horas se producen hermosas curaciones. Para otros, sin embargo, la noche presenta los mayores desafíos. Tal vez se intensifique el temor a los actos de violencia y, a veces, la inquietud y el dolor parecen agravarse.
Muchos han encontrado apoyo en la visión captada en la Biblia de la constante cercanía de Dios y de Su amor por todos Sus hijos. Una de esas gozosas afirmaciones declara: "De día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida". El autor del libro de Job se refiere a Dios como dando “cánticos en la noche”.
“Cánticos en la noche”. !Qué gran consuelo trae este pensamiento a quienes no pueden descansar de noche! El comentario bíblico de Dummelow interpreta este versículo de Job diciendo que Dios es Aquel “que te libera en la noche de aflicción, y hace que los hombres caten con alegría”. J. R. Dummelow, The One-Volume Bible Commentary (New York: Macmillan Publishing Co., 1978), pág. 315.
Nosotros también podemos cantar con alegría, por más difícil que parezca la noche, porque Dios está siempre presente para sanar, consolar y fortalecer. Su amor abarca a todos Sus hijos. En la quietud de la noche podemos sentirnos cerca de El, podemos encontrar fortaleza y comprensión para orar, así como la paz que trae curación.
La Biblia nos habla de personas que oraron a Dios y encontraron fortaleza y liberación en la noche. Por ejemplo, Pablo y Silas lo hicieron después que los azotaron y encarcelaron en Filipo por haber predicado las enseñanzas de Cristo Jesús. A medianoche, cuando estaban orando y cantando alabanzas a Dios, sus cadenas cayeron y fueron liberados.
El temor a la noche desaparece cuando empezamos a comprender la naturaleza de Dios y Su amor y protección inagotables para con el hombre. Dios es Luz. Es la fuente de comprensión y confianza, no de oscuridad, ansiedad, duda o temor.
La Biblia dice refiriéndose a Dios: “Las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz”. Aunque la oscuridad parece presentar una oportunidad ideal para “hechos oscuros”, podemos negarnos a aceptar esto. Estamos cuidados por Dios tanto de noche como de día. Bajo la gloriosa luz de Su omnipresencia, el hombre, creado a Su semejanza, está completamente a salvo. Dios es Todo. Por lo tanto, no hay circunstancia que conduzca a la actividad del mal; el mal no tiene inteligencia ni poder. Podemos probar paso a paso que la individualidad espiritual del hombre es nuestra naturaleza verdadera. En realidad, no hay elemento criminal en el hombre creado a imagen de Dios.
Pero no basta con declarar que estamos a salvo de los elementos que perturban a la sociedad. Necesitamos ver con más claridad que Dios nunca hizo al hombre para dañar o ser dañado. No es cuestión de sentirnos a salvo de quienes están “afuera”. No hay “afuera” porque Dios es Todo, y nada existe fuera de Su presencia. La comprensión de esta presencia divina nos da un sentido de luz que en verdad nunca nos abandona.
Si la ansiedad y las dudas perturban nuestras horas de la noche, podemos elevar nuestra oración a Dios y aprender que no tenemos por qué dudar en ningún momento del amor total y del poder absoluto de Dios. No hay nada que El no pueda hacer. Cristo Jesús debe de haber comprendido esto, porque sus noches de oración trajeron como resultado días de curación. Cuando abriguemos la expectativa del bien y confiemos por completo en Dios, desaparecerán las dudas que tengamos sobre Su poder y sobre nuestra propia aptitud para obedecerlo. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “El poder de la Ciencia Cristiana y del Amor divino es omnipotente. Es de veras adecuado para soltar la presa de la enfermedad, del pecado y de la muerte y destruirlos”.
!Cuánta seguridad y consuelo para el que está luchando con el insomnio hay en este canto de alegría de los Salmos: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado”! Al calmar nuestras dudas, alcanzamos la comprensión de la tierna presencia de Dios, que envuelve a Su hijo en una serenidad imperturbable y que está constantemente revelando sólo el bien.
Si el dolor perturba nuestras noches, el estar conscientes de la presencia de Dios puede darnos una seguridad que trae curación. Aunque el dolor sugiera que la enfermedad o cualquier otra creencia de la mente material o carnal es real, no tenemos que aceptar esa mentira. El dolor no tiene realidad ni puede manifestarse en la totalidad de Dios, que es del todo buena. ¿Cómo podrían el dolor, el malestar, la discordancia, resistir ante esa presencia omnipotente? Cuando sentimos el amor, la presencia y el poder de Dios, la sensación de dolor tiene que desaparecer.
A veces, en la noche, el temor quisiera impedirnos que hagamos lo que es correcto y normal. Por ejemplo, si debemos asistir a una reunión importante, el hecho de que se va a llevar a cabo en la noche no debería impedirnos concurrir y prestar nuestra colaboración. En la realidad de la totalidad de Dios no hay nada que temer. Cuando llegamos a comprender eso en nuestro corazón, el temor deja de limitar nuestra actividad normal.
Los ángeles de la presencia de Dios nunca nos abandonan, ya sea que estemos en la cama o caminando por una calle oscura. He comprobado que es de gran ayuda cantar himnos cuando camino en la ciudad de noche. Despierta el pensamiento a la omnipresencia de Dios. En realidad nunca caminamos solos. Los pensamientos angelicales de Dios están con nosotros, guiándonos, fortaleciéndonos, acompañándonos. Si necesitamos salir, aun en la noche más oscura, estamos a salvo en la presencia de Su amor. Podemos hacer frente al desafío más severo sin temor, ya sea físico o mental, provistos de la comprensión de la totalidad y omnipotencia de Dios.
En realidad, ¿acaso no es el amanecer un estado de consciencia, la iluminación que aparece cuando surgen nuevas ideas espirituales y se produce un nuevo progreso? Nuestro amanecer puede llegar en cualquier momento. No es necesario esperar toda una larga noche para vislumbrar el amanecer de la inspiración o percibir la luz de la Verdad. Podemos esperar con certeza por su manifestación y cumplimiento a medida que la oscuridad, la duda y los temores quedan atrás. Dios realmente nos libera en la noche de aflicción y hace que cantemos con alegría.