Juana y Sara estaban perdidas. Se sentían un poco asustadas y, al mismo tiempo, tontas. Sabes, estaban en su propia ciudad, pero no sabían cómo volver a su casa.
El temor que sentían comenzó a crecer, hasta hacerse todavía más grande que su sensación de torpeza. Juana y Sara dejaron de caminar y se quedaron quietas. Fue entonces cuando la vieron: una estrella amarilla en la ventana de la casa de enfrente. ¡Qué agradecidas estaban! ¡Una Dama de la Estrella vivía en aquella casa!
En la ciudad donde vivían Juana y Sara, había voluntarios que colocaban una señal con una gran estrella amarilla en una ventana del frente de la casa. Esto indicaba que cualquiera podía ir a esa casa si necesitaba ayuda. Los niños llamaban a las voluntarias Damas de la Estrella.
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