Hace cierto tiempo una señora me escribió para agradecerme porque algo que escribí le había traído aliento en momentos críticos. Había ocurrido una curación.
Ella comentó: “Puesto que ahora hemos 'compartido' una experiencia de curación, siento que somos amigos. Espero que no crea que esto es presuntuoso”.
Por supuesto que le escribí para decirle que coincidía plenamente con ella, y que me sentía agradecido porque mi artículo le había ayudado.
Posteriormente pensé más sobre ese concepto: que el escribir fomenta la amistad. Ciertamente, todo ese orar y escribir acerca de nuestras experiencias, todo ese revisar y seguir orando, ese volver a escribir y, finalmente, ver que el manuscrito toma forma y es publicado, no se hace sólo para uno mismo. Debe ser parte de lo que habla el autor de 1 Juan cuando dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios”.
No es de extrañarse, entonces, que haya curación.
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