Cuando en retrospección miro mi vida, me regocijo en los grandes cambios que ha habido en mí desde que conocí la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) hace seis años. Con tal regocijo, también siento mucha gratitud al creador divino por su infinita misericordia, y por haberme guiado a estas enseñanzas. La siguiente promesa de Cristo Jesús se ha demostrado en mi vida. "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan).
Fui criado en un país donde fui testigo de injusticias, opresión y desigualdad. Como niño que crecía en una familia muy pobre, recuerdo haberle preguntado a mi padre, por qué no podíamos tener una vida con más libertad. El me expresó que solamente por medio de un severo sufrimiento humano, uno tenía, después de la muerte, la garantía de una inmediata entrada en el cielo.
Llegué a mi vida adulta buscando una mejor respuesta y con una gran curiosidad intelectual y espiritual. Mis extensivas lecturas incluyeron varias obras filosóficas y religiosas. ¿Quién, o qué, es Dios? ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la Verdad? Me repetía estas preguntas. Sentí que debería existir un ideal más alto que una deidad contradictoria que estaba muy lejos de dar un profundo significado y propósito a la vida. Desilusionado en mi búsqueda, me hice ateo por rebeldía. Sentí que como ateo estaría más cerca de ser un libre pensador.
En una etapa de mi vida, una de gran desesperación emocional, fui a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Las palabras, "Ha llegado la hora de los pensadores", que se encuentran en el Prefacio de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, fueron como una llamada de clarín mental que me despertó y me elevó del abismo materialista en que había caído.
Al comenzar el estudio diario de la Lección-Sermón y leer la literatura de la Ciencia Cristiana en cada momento disponible, vine a comprender por qué la Ciencia Cristiana es la Ciencia del ser que responde a las preguntas sobre la vida y, por tanto, revoluciona y regenera el pensamiento humano. Ciencia y Salud ha hecho que la Biblia cobre vida para mí, y me ha enseñado a amar y a valorar el estudio de las Escrituras. A su vez, mi estudio de la Biblia ha dado apoyo a lo que yo estaba leyendo en Ciencia y Salud. Este estudio también ha fomentado un profundo amor y gratitud por la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana.
Durante mi primera visita a un servicio dominical en una iglesia filial, experimenté lo que la Sra. Eddy dice en Escritos Misceláneos como "el bautismo de arrepentimiento". En el capítulo "Estanque y Propósito" ella expresa: "El bautismo de arrepentimiento es por cierto un penoso estado de la consciencia humana, en el cual los mortales adquieren severos conceptos de sí mismos; un estado de ánimo que rasga el velo que oculta la deformidad mental. Las lágrimas inundan los ojos, lucha la agonía, el orgullo se rebela, y un mortal parece un monstruo, una oscura e impenetrable nube de error; y, cayendo de rodillas en oración, se humilla ante Dios, y clama: 'Sálvame, que perezco'. Así la Verdad, escudriñando el corazón, neutraliza y destruye el error".
Me sentí avergonzado y asqueado del orgullo, la terquedad y el cinismo: el pecado que había gobernado mi vida. Durante aquel primer servicio dominical tomé la decisión de cambiar. Mi corazón clamó por más arrepentimiento, humildad y amor. El servicio en aquella iglesia filial, en especial, fue como un santuario bendito; quise pertenecer y ser parte del mismo.
A las pocas semanas había dado por terminado el hábito de fumar y tomar bebidas alcohólicas que tenía desde hacía mucho tiempo; además había dejado de apoyarme en métodos médicos. Como consecuencia natural, me hice miembro de una iglesia filial, así como de La Iglesia Madre. Sabía que había tocado el borde del manto de Cristo, y que había encontrado la "perla preciosa". Mi corazón gritó con regocijo. Los siguientes versículos en Salmos expresan lo que sentía: "Alabad a Jehová porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia.. . Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina".
Tuve muchas curaciones físicas. Entre éstas se incluye la curación durante una noche de un abceso en un diente, que se logró por medio de una profunda consideración del Padre Nuestro (ver Mateo) y de "la exposición científica del ser" en Ciencia y Salud. Toda la evidencia de una profunda quemadura en una mano desapareció, mediante la oración persistente. También sané de una dolorosa inflamación y decoloración de las piernas y pies, lo que me impedía caminar.
No tengo suficiente espacio para relatar todas las otras curaciones físicas que he experimentado en la Ciencia Cristiana durante los últimos seis años. La regeneración espiritual y moral ha sido parte de cada una de ellas, y he obtenido una preciosa libertad por haberme sobrepuesto a muchos temores y a rasgos pecaminosos de carácter. Continúo con el trabajo de desechar al hombre viejo y poner en su lugar al nuevo, despertando a la percepción más clara de mi ser espiritual verdadero como imagen de nuestro Dios perfecto, el Espíritu infinito. Mi corazón se desborda con gratitud hacia Dios.
Boston, Massachusetts, E.U.A.