Desde Que Puedo recordar en mi niñez, unas seis semanas de todos los veranos eran una pesadilla para mí; sufría de una alergia grave que incluía ataques de asma. Los médicos me prescribieron inoculaciones durante todo el año y una cantidad de medicamentos, algunos de los cuales me aliviaban temporalmente; pero la condición sólo empeoró a medida que llegaba a la edad adulta. Cuando tenía poco más de veinte años, siempre estaba tratando de encontrar una excusa para escaparme a algún lugar donde no hubiera polen durante, por lo menos, parte de este período; y, si bien a esta altura ya era un estudiante sincero de la Ciencia Cristiana, el temor me impedía abandonar las inoculaciones. Temía no entender la Ciencia Cristiana lo suficientemente bien como para sanar esta enfermedad mediante la oración.
Un día mientras estaba estudiando la Lección Bíblica semanal, me llamaron la atención estas frases en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “El gobierno científico del cuerpo tiene que lograrse por medio de la Mente divina. Es imposible obtener el dominio sobre el cuerpo por otro medio. En ese punto fundamental, el tímido tradicionalismo es absolutamente inadmisible. Sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación”.
Pude ver con gran claridad que, a pesar de las muchas curaciones que ya había tenido únicamente por la aplicación de la Ciencia Cristiana, en este caso estaba gobernado por el temor y dominado por la mente humana y no la Mente divina. Carecía no solamente de “una confianza radical en la Verdad”, sino que no tenía ninguna confianza. Me di cuenta de que era como la mujer en la Biblia que había gastado todo su haber en médicos y que su condición no había mejorado sino empeorado antes de que Cristo Jesús la sanara. En ese mismo momento decidí dejar las inoculaciones y recurrir completamente a Dios para que sanara la dolencia de la que había padecido desde hacía tanto tiempo. La curación se produjo muy rápido y ha sido completa desde hace unos veinte años.
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